Poesía colombiana: Carolina Ruales

Edinson Aladino y Martha Cecilia Ortiz Quijano construyen la serie "Otros lugares, otras voces: Muestra de poesía colombiana". Leemos aquí algunos textos de Carolina Ruales (Cali, 1982). Ha merecido distinciones como el Primer puesto en el Concurso Autores Vallecaucanos y el Premio Jorge Isaacs 2020, en la modalidad de poesía, con el poemario El despertar del abandono.

 

 

 

 

Carolina​​ Ruales​​ (Cali,​​ 1982).​​ Es profesional en Estudios Políticos de la Universidad del Valle.​​ Ha publicado el libro​​ Lírica 75 mg (2018). Hace parte de los volúmenes colectivos​​ Trébol de cuatro hojas, Poesía (2014),​​ Amores Urbanos (2015),​​ Paisaje Inacabado​​ (2020), Antología de poesía colombiana reciente,​​ Aislados​​ y​​ Dosis de poesía para tiempos inciertos​​ (2020). Ocupó​​ el tercer puesto en el concurso de poesía inédita de Cali, 2017. Primer puesto Concurso Autores Vallecaucanos, Premio Jorge Isaacs 2020, en la modalidad de poesía, con el poemario​​ El despertar del abandono.​​ 

 

 

 

***

 

 

 

 

1985

 

La noticia de su voz aún no llega y esa incerteza convierte a los desaparecidos en vivos sin cuerpo, tumbas vacías por la eterna postergación de los velorios, seres que por amor no puedes sentir como muertos, gritar como vivos. Sólo esperas que toquen la puerta y saluden como si siempre hubiesen estado allí. Permanecen idénticos, no envejecen ni cambian, se fosilizan en el​​ último recuerdo de su estampa. Con​​ él es una ventilada tarde en el parque, es 1985, tengo tres años y el capul en los ojos, la ropa sucia por el cholao y vuelo sobre un columpio, riendo a más no poder. Luego me lleva de su mano a un carruaje con caballo de madera, donde nos tomamos la​​ última fotografía. El amor de ese instante no se diluye en los recuerdos, pero sí​​ los detalles. Eso es todo, y a estas alturas ya no sé​​ qué​​ tanto es realidad o ficción mía, pero es lo​​ único a lo que puedo aferrarme, distinto a esa certeza de su sangre corriéndome por las​​ venas. He deseado que no fuera parte de esta guerra, el bando ya no importa, que la lucha armada nunca lo sedujera y sus batallas no llegaran más allá​​ de la página en blanco, donde ahora resuena su nombre a través de todas mis palabras. ​​ 

 

 

 

 

 

 

El despertar del abandono

 

 

Quizá​​ lo indecible es decir:

no tienes padre.​​ 

Sólo un progenitor​​ 

que perdió​​ de vista tu capul.

 

Quizá​​ lo indecible es decir:

lo tienes, porque así​​ se te antoja.

 

Prefieres su figura de piedra​​ 

atada a tu pecho.

​​ 

Cada una de estas líneas​​ 

es una mentira necesaria.

 

Te aferras a ellas​​ 

tus músculos dicen la verdad​​ 

como el dolor del silencio.​​ 

 

Te empeñas en soportarlo

ignoras la daga que te partió​​ 

desde ese año maldito

cuando no escribías su presencia.

 

Caminas con ella atravesada en tu frente.

​​ 

Ignoras

muchacha rota

tu descomunal resistencia​​ 

al despertar del abandono.

 

 

 

 

 

 

Nueva soledad

 

Volví​​ a fumar, madre

es mi forma de creerte cerca​​ 

me acompaña un tinto sin azúcar.

 

Recuerdo cuando nos sentábamos​​ 

en la escalera de caracol de tu casa​​ 

nuestro ritual de nicotina y cafeína​​ 

adornaba la ansiedad tras el almuerzo.​​ 

 

La escalera fue destruida

por fallas estructurales

igual que nosotras.​​ 

 

Nuestra presencia en aquellas paredes​​ 

es pasado

vives al otro lado del mundo

no puedo abrazarte.​​ 

 

Existen estos elementos

un secreto que nos une y separa

en medio de una afonía​​ 

digna y triste

practicada

en la nueva soledad​​ 

de nuestros errores. ​​ 

 

 

 

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