Daniel Calabrese.
Compás de espera. Alción Editora, 2022.
214 páginas.
Algoritmo recursivo
Las voces de la mente no vinieron a quedarse.
Lo sé.
Están a punto de irse.
Las atropella la escritura y las voces
revientan como un ejército de ríos asustados
por una descarga de metralla.
No las escucho más.
Dicen que la guerra nos rodea con sus muertos,
sus heridos, sus cansados,
y se ponen a imitar el sonido de los bosques
cuando estos demonios los incendian.
Las voces están solas,
no pueden volver para matarme.
Una mañana oscura las ignoré,
oculto en la línea curva del tiempo:
apenas salieron todos los soles
me puse a correr.
Me perseguían muchas sombras.
No sabía cuál era la mía.
Después me acostumbré.
Eran copias de mi propia muerte
en un modelo fractal hacia el infinito.
Solo había que dejarlas pasar.
Las voces y las sombras me atraviesan
como lenguas secas.
Pasan y pasan,
se desvanecen entre el frío y el miedo.
Ni siquiera me hizo falta temblar.
Espera de abril
No se oye ningún ruido
pero les juro,
en el medio de esa tierra desolada
una bala está pasando sobre mi cabeza.
No se oye nada.
Si los ángeles tiemblan,
no se oye.
Si las paredes hablan,
no se oye.
Si la lluvia picotea un cráneo reluciente,
no se oye.
¿Estaremos muertos en este poema?
Muertos, es decir
¿libres de la muerte?
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