Alicia Galaz Vivar nació en Valparaíso el 4 de diciembre de 1936. Voz destacada en la poesía chilena, crítica literaria e investigadora, directora de la emblemática revista y grupo Tebaida (1968-1972). Desplegó una amplia trayectoria académica en las sedes Antofagasta y Arica de la Universidad de Chile, y tras el exilio en las universidades de Alabama, Carolina y Tennesse, Estados Unidos. Entre los años 1966 y 1975 vivió en el norte del país, animando una intensa actividad cultural e intercambio con escritores de otras latitudes, que posicionaron este territorio en la geografía poética continental. Doctora en Letras Hispánicas por la Universidad de Alabama (1980), especialista en la poesía gongorina, publicó varios estudios y antologías: La fábula de Píramo y Tiste, la interpretación burlesca de la mitología gongorina (1955), Análisis estilístico de la fábula de Píramo y Tisbe, de don Luis de Góngora (1958), Luis de Góngora y Argote: Antología de romances, letrillas, sonetos y canciones, fragmento de la Soledad Primera (1961), Antología clave de Luis Góngora (1974) y Galatea y Tisbe. El discurso de los retratos: aproximación estructuralista a la lengua poética de Góngora (1974). En poesía los libros: Jaula gruesa para el animal hembra (1972), Oficio de mudanza (1987) y Señas distantes de lo preferido (1990), además de la antología ariqueña Poetas de la universidad (1975). También el libro de ensayos: Alta Marea: Introvisión crítica en ocho voces latinoamericanas (1988). Traducida a otros idiomas, su nombre figura en revistas literarias y antologías de todo el continente. Alicia Galaz Vivar falleció en Martin, Tennesse, Estados Unidos, el 18 de octubre de 2003. La reedición de Jaula gruesa para el animal hembra, a través del sello Pampa Negra Ediciones en su colección de poesía Pleamar, con prólogo de Emma Sepúlveda-Pulvirenti y epílogo de Dave Oliphant, rinde homenaje a su memoria y proyecta su legado a las nuevas generaciones.
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Hembrimasoquismo
Quiero que sepas
una cosa.
Tú sabes cómo es esto…
Clasificada nazco como mujer.
Eterna esposa entre ollas, platos, calcetines, escobas, cocinas, papillas y cedazos.
Río en mi apostolado de sábanas.
Aséptica rechazo ambigüedades:
defiendo el-legado-del-espíritu,
mientras exorcizo el presupuesto.
Funcionaria del tiempo distribuyo los mil y un días en flagrantes compromisos, cumpleaños y bautizos. Toda una red de conductas hidrópicas, purgativas. La soledad me marca en las ferias y en las plazas. En el instinto me refugio.
Me controlan la matriz.
Me postergan, me limitan, dosifican la ternura y las palabras.
Planeamientos de alto nivel condicionan mis esquemas. Sobre el parir o no parir
hablan.
Ponen odio y miedo.
Me lanzan por el rostro las leyes, la religión o las costumbres
Y a ti que te sonríes, te borraré del Paraíso.
Juana ama a Juan
… qué simple es todo
En rito erótico bipartito la sábana de la noche extiende sus especulaciones.
Círculo cerrado
Yo no vengo a resolver nada
La madre Rosa tiene un hijo Juan y ese hijo Juan tiene un hijo Pedro, entonces la abuela Rosa aconseja a su nieto Pedro que cuide de su padre Juan en los últimos días de su vejez.
El hijo Pedro entierra a su padre Juan
y cruza por la vida engendrando a Francisco, Inés, José, Mario y Jorge, que luego sepultan a su padre Pedro para todos ellos engendrar las Rosa, los Juan, los Pedro, los Francisco, las Inés,
los José, los Mario y los Jorge,
enterrando y engendrando ad aeternum.
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