En 2015 egresó del XVII Curso de Técnicas Narrativas impartido por el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Entre otros, ha sido merecedora del Premio Celestino de cuento 2018, Premio Novelas de Gavetas Franz Kafka 2018, Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar 2018, con el cuento “El olor de los cerezos”, Premio Calendario de Ciencia Ficción 2013, con “Refugiados”
LA MESA DEL DOMINGO
Mi madre le quitó a mi padre
la mesa de los domingos.
A un hombre nadie debería quitarle
la mesa de los domingos.
Nadie debería quitarle la costumbre
de emborracharse una vez por semana.
Cuando un hombre pierde esa costumbre
queda confundido,
siente la sed del lunes,
del jueves, del sábado,
de cualquier día,
incluso la sed del domingo.
Cada sed le ataca al unísono,
no pueden ser calmadas
aunque todo el alcohol ruede
garganta abajo.
Cuando a un hombre le quitan
la mesa del domingo,
se vuelve, definitivamente,
un borracho asqueroso.
Llega ebrio a la fábrica,
se queda dormido frente a la maquinaria
que le muerde una mano,
degusta su sabor,
mancha de sangre los envoltorios de comida chatarra,
lo golpean en el trabajo,
lo expulsan del trabajo,
dice que se va a ir para siempre,
pero no se va,
y envejece de golpe,
al otro día regresa al trabajo,
y la maquinaria se le queda mirando,
se saborea con descaro,
como una puta.
El hombre llega a su casa,
piensa en la maquinaria
y siente la sed cotidiana en el estómago,
como una punzada que lo parte en dos mitades,
mira a su familia con odio,
porque sabe que la familia tiene la culpa,
golpea a su mujer,
para reconquistarla,
para abrirle heridas,
y luego besarle las heridas,
probar su sabor,
mirarla con descaro,
decirle que la quiere,
pero la mujer nunca entiende
y algún día el hombre se cansa de intentarlo,
y se va con la puta,
y todo es culpa de la mujer,
por quitarle la mesa del domingo.
BAJO LA EPIDERMIS
Marilyn Monroe se muda a mi pelvis
las agujas la tejen despacio
punto a punto
la belleza duele
a las agujas no les importa el dolor
a mí tampoco
mi madre no entiende las heridas de mi cuerpo
Marilyn quiere explicarle
pero solo habla inglés y alemán
mi madre español y ruso.
LA VERDAD SOBRE LA MESA
sea puesta la verdad sobre la mesa
dichas las palabras que por años guardamos
amarradas con cintas de colores percudidos
esta es la única razón que conozco
habrá quien se postre en lo alto para declararse
dueño de todos los silencios que están a punto de explotar
este ha sido el único cielo que he visto
la paz irrefutable de los movimientos detenidos
en mitad de una foto
yo soy una mujer sin ojos y sin piernas
sin labios y sin voz
no existen caminos que me lleven de regreso
a los sitios donde he sido feliz
a estas alturas nada me asusta ya.
EN CUBA NO HAY GLACIARES
en 1991, mientras yo nacía, dos alpinistas alemanes encontraron una momia neolítica con 57 tatuajes en la espalda.
la llamaron Ötzi, porque estaba detenida en un glaciar de los Alpes de Ötztal, en la frontera de Italia y Austria.
a mí me nombraron Martha, porque mi padre quiso llamarme como a mi madre, que casi muere de parto en el hospital materno de Camagüey.
Ötzi y yo tenemos cosas en común,
los ojos marrones,
la estatura baja,
el grupo sanguíneo O+,
ambos reposamos en un sitio que alguien más
eligió para nosotros,
un sitio del que nunca vamos a escapar,
aunque quisiéramos.
los tatuajes de Ötzi le servían para aliviar su artritis.
mis dolores son otros.
Ötzi tiene más de 5200 años,
yo más de 25.
conmigo el tiempo no será condescendiente.
en mi país no hay glaciares.
ESE DÍA QUE NO TIENE PARA CUÁNDO ACABAR
Mamá está muriendo.
Hace días que está muriendo,
años, siglos, no sé.
Lleva mucho tiempo en eso,
y no acaba de morir
ni de salvarse.
Tose como si los pulmones se le salieran por la boca,
dice, Ay, mija,
con la voz quebrada
y se me llenan los ojos de lágrimas.
Cómo la odio cuando lo hace.
Lo hace a propósito.
Le gusta verme con los ojos así.
Le gusta ver cómo me levanto
y voy hasta el baño,
le gusta escuchar el chorro de agua
que impacta contra el lavamanos,
le gusta suponer que mojo mi cara,
ante el espejo,
que el espejo me dice,
Tú también vas a morir pronto.
Eres una hija de mierda.
A lo mejor te vas primero,
hija de mierda.
Desde el baño la escucho.
Desde cualquier lugar la escucho.
Es agobiante ir por el mundo
con su voz quebrada diciéndome lo mismo.
Ay, mija, me estoy muriendo.
Ay, mija.
Ay.
Siempre ha sido de este modo.
La misma voz siguiéndome a todas partes.
Trato de imaginarla cuando era joven,
una muchacha con el pelo largo y suelto.
Pero no lo consigo.
Sospecho que está muriendo desde que nació,
incluso desde antes.
Pobre mamá,
debería morir de una vez,
descansar.
Miro al espejo
es un espejo deprimente,
lleno de ojeras
y arrugas,
es el espejo donde se esconde mi madre,
y se asoma desde mi rostro.
Ay mija, me estoy muriendo.
A veces tengo ganas de matar a mi madre de un modo cariñoso.
Aprieto su cuello del otro lado del espejo,
pero no muere,
dice, Ay, mija,
pero no muere,
me estoy muriendo,
pero no acaba de morir.
LOS FALSOS TESTIGOS
danzar al compás de la escasez
falsos testigos de la misericordia
dormir con el estómago vacío
como pequeños salvajes
listos para saltar al cuello
a la yugular
morder y sacudir
como dictan las sagradas escrituras
nadie que vele por nosotros
en el momento del eclipse
nadie que pase la mano por el lomo
astillado del aire y la llovizna
para nosotros el ojo pérfido
la voz rasgada de la noche
el golpe en las costillas
volver sobre nuestros pasos
con el rabo entre las piernas
y la certeza de ser los falsos
testigos de la conmiseración.
ESPACIOS VACÍOS
los ojos se llenan de humo
pasar la mano tiznada por los ojos
sacarse el humo que no escapa
yo hago como que creo
remover los tizones de marabú africano
verlos arder
esta madera es la misma madera de antes
cuando también avivábamos las brasas
para despertar el fuego
nada cambia en esta casa
detenida entre el monte
y la memoria
mi padre arde en el fogón
despide un humo sepia
mi padre torcido y lleno de espinas
que crecen hacia adentro
hay que sacarse la espina
toda la luz sobre la aguja de coser a mano
vemos la punta de la aguja
tajando la mano de mi padre
dibujando un camino hasta su corazón de madera
y el aserrín se acumula sobre la mesa
forma pequeñas montañas entre mi padre y yo
sacar la espina con cuidado
para que no se rompa dentro
gigantesca
dan ganas de guardarla en un frasco
mostrarla a las visitas
mi padre no soporta mostrar las espinas
mucho menos a las vistas
la luz de la lámpara brilla en la aguja de coser
con cuidado clavamos la aguja
en el corazón de madera de mi padre
para que con los días se oxide y la herida selle
un método muy efectivo para llenar espacios.
DISTINTAS FORMAS DE HABITAR UN CUERPO
A veces pienso que mamá murió hace mucho tiempo,
cuando yo aún no había nacido,
el día en que la casa de su infancia se desplomó por la lluvia
y todos murieron aplastados.
O tal vez no fue ella sino su madre,
que aún era niña,
y quedó huérfana a cargo de tres hermanos
que se turnaron para ser masticados educadamente por la fábrica.
Tal vez mi madre nació del vientre muerto de mi abuela,
que no se decidía a morir,
y prefirió entrar en el espejo,
asomarse desde el rostro de mamá,
hacerla sentir miserable.
Mi madre aprendió a aparecer y desaparecer
desde mi rostro en el espejo,
a decirme, con la voz quebrada,
Ay mija, me estoy muriendo.
Tal vez, mamá piensa habitar mi cuerpo y mi espejo,
cuando su cuerpo pese demasiado
y no pueda seguir articulando lamentos.
Tal vez ya ha comenzado a hacerlo,
lleva años en eso, siglos, no sé.
PAPIROFLEXIA
conozco el dolor de los ahogados que se balancean
suplicando la llegada de los silencios fulminantes
la socavada quietud de los peces
extraviados en la corriente del golfo
donde nos sumergimos con deseos de no regresar
dirán que el agua nos contaminó
de sus calladas maneras
que la culpa fue del barco de papel
doblado y desdoblado sobre la sábana insomnes
surcando un camino impreciso hasta las horas
de una tarde espesa
en que aprendimos a plegarnos
en mitades puntiagudas
los ahogados se arremolinan inquietos
en este ir y venir de planes que se tejen
en redes engañosas
mientras la vida ocurre
uniformidad de rostros a los que no quiero parecerme
vaivén nauseabundo
matices voraces de la papiroflexia
armar barcos de papel como quien arma grullas.
CIUDAD DE ESPEJOS
en la minúscula piel del camino
fundamos una ciudad de espejos
una abertura cálida donde resguardar el dolor
un altar al que encomendar la angustia
un sitio para ser débiles lejos de las máscaras
sonido para el momento amargo
ahora que te traigo a la memoria
voy a morir de una vez todas mis muertes
Esta muestra es una colaboración bajo la curaduría de Karel Leyva Ferrer