Poesía mexicana: Alfredo Lozano

Presentamos tres poemas de Kintsugi de Alfredo Lozano (Guadalajara, 1987). Poeta, matemático, traductor y actor de doblaje de voz en proyectos educativos y culturales. Premio de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2018 por el libro Use y Deseche. Su segundo libro Kintsugi se publicará en la editorial Valparaíso el próximo año. Becario del PECDA Querétaro. Su obra se ha publicado en Argentina, Chile, EE.UU., Australia, España y México. Sus textos se han traducido al inglés y al braile.

 

 

 

 

 

 

I

 

El día que, en el Fuego, se desencajen sus rostros de dolor, dirán:
«¡Ojalá hubiéramos obedecido a Alá! ¡Ojalá hubiéramos obedecido al Enviado!»

 

Alguna vez vi sus espaldas explotar como flores de cactus al recibir la flagelación en la celebración de Ashura. Fueron las púas en las cabezas de los tentáculos de un calamar que al raspar dejaban holoturias vivos. El dolor es soportable cuando se está en conjunto. La culpa por fallar es mayor que el dolor que puede sentir el cuerpo físico. ¿Qué es fallarle a Alá? Ahora, pensamiento palabra, tomo membrana y abro cuchilla.

A la edad de trece años, fui preñada. Pensamiento obra

                                                                                         La tierra nos desfigura y todos somos tierra; con las caras hipertróficas nos saludamos. Culpa mía. ¿Qué es la infidelidad? Un día llegó, me amarró y mi hígado quedó traumatizado por sus puños. Los lagrimales estuvieron irritados por el humo que se desprendía de mis cabellos quemados. Mis hijos ahora son crías de infiel. Vi la redención entre sus manos. Palabra omisión. Estoy manchada por el camino de Dios. Con el azote y la piel colgando, después de la llaga que se abre, él se libera. Pensamiento obra.

Sacó el fertilizante y todos somos fertilizante. ¿Qué es la infidelidad para una infiel? Me untó la cara con una mezcla terrosa. Todos tierra y de la tierra venimos. Nunca olvidaré el sabor de la mutilación. Todos los días durante el resto de mi vida.

 


Cumplid con vuestros compromisos, porque se os interrogará por ellos.

 


Fui abandonada, pero no fui abandonada por la infiel. Paso mis manos por mi cráneo y desde mi ceguera percibo los bordes de galaxias: galaxias que se crean y mueren, ámpulas fósiles, estalactitas magras y cristalería epitelial. La piel se contrae, un oído derramado, los labios quemados, los dientes a la vista, injertos de pelo.

 

Cuando el marido le da de comer a su esposa, obtendrá una recompensa por esta acción. Observad las oraciones, que por cierto que Dios, Exaltado y Engrandecido Sea, cuando acontezca el día de la Resurrección requerirá al siervo, y lo primero que le preguntará es respecto a la oración, y si las presenta completas (será bienaventurado), y si no es así, será arrojado al fuego.

 

Fértil y fertilizante vienen de la misma palabra pero yo me siento infértil. Obra pensamiento. Recuerdo mis ovarios estallar como tentáculos. A mis trece años abrió mis muslos y preñó, a mis diecisiete abrió las manos y dejó infértil. Soy un escarabajo que al extender sus alas, estas tienen el doble de su tamaño. Infiel de omisión y tierra. Siento mis huesos y mis cartílagos expuestos a las espinas del cactus. 

 

 

 

JHATOR

…jugar al búfalo o jugar al hombre. Todos estos animales se hacen los muertos para sobrevivir. Algunos cíclidos (cichlidae) emulan con sus escamas carne en descomposición. Cuando otros peces se acercan para comer la carroña, los cíclidos los toman desprevenidos. El ataque es extraordinario y letal porque está asistido por el engaño.

                                                                                                                                      Alejandro Tarrab

 

i.
Tomaron mis sobacos y me arrastraron.
Hicieron un amarre entre el cúbito y el carpo,
aproximaron mis tobillos, destrozaron mi peroné.
Podía ver cómo sus pisadas se difuminaban con mi arrastre,
éramos un cardumen de mil rostros compactos,

era yo un ovino destinado a una cocción lenta en la tierra.

ii.
Me ofrendan.
Han cargado el disloque hasta la punta de la montaña.
Dejan caer la médula sobre el lodo y

las pequeñas piedras en el suelo se sienten como llagas;
con finas navajas empiezan a raspar mi cabeza,

cada poro se exhibe como mantra sonoro,
limpian la curvatura, cercenan cada vello,
mutilan mis dientes, extráen mis cejas
y jalan mis uñas hasta arrancarlas.

iii.
Cortan la punta de mis dedos,
aquella punta donde todavía no existe hueso:
exponen la carne como un mensaje ambiguo:
¿es el cuerpo la definición?

Separan la vestimenta que me cubre,
no siento frío, sólo ausencia,
estoy inmóvil en el horizonte.

iv.
Drigung Til.
Los sacerdotes cortan la pulpa,
desollan el verbo,
las cuchillas del látigo se encajan en los
bordes de mis costillas,

se escucha la espada que abre dermis,
amputan mi vientre, me perforan,

vacían la sangre desde
mi costado en un enorme cuenco plateado.

v.
Los músculos cuelgan sin tensión superficial
mostrando el tejido adiposo;

el sonido del destazamiento nos abarca.
Se concibe la hendidura cuando se llega al órgano:
resuena el metal al pegar contra el hueso

e indica el final del corte.

vi.
Me ofrecen a los buitres:
Jhator, entregar el alma a las aves.
Sus garras generan desiertos,
compartimos el instinto, la necesidad y el quiste:
somos el mismo animal, nos pertenecemos.

Siento la succión del tendón, la trituración del cartílago,
escucho el gañido y bufo.

vii.
Nuestra visión occidental de lo deforme:
enderezan mi semblante hacia la atmósfera,
la desarticulación se pronuncia

mientras la torcedura se desvanece.
Vi mi rostro y me fui ajeno.

viii.
Frente a mí, mis familiares veneran,
mi madre llora al verme triturado,
desvía la mirada de su rostro disimétrico,
observan el desgarre pero nadie hace nada.
¿Seré yo el desfiguro?
Sucede un rito que contiene silencios confusos,
Una ligera perturbación que se desplaza de este a oeste.

ix.
Los sacerdotes silban el desgaje y obsequian al sistema mi latir,
las aves aceptan el trueque, todos somos el entorno.

He cambiado mi geometría, soy un pisador de turbas,
la lengua de un manatí, de mi boca sólo salen
marismas y bronquios. Todo es un bullicio de cicatrices.
Ahora, el centro del universo anclado a mi peroné;

estoy en el punto del derrame.

x.
Un vestigio carmín queda pegado a mis huesos,
toman mis restos y los arrastran por el fango,

ahora soy el homoplato quebradizo de cualquier rattus,
tronchan mi fémur entre hachas y piedras,

no dejarán que me calcine, hacen un plasma,
me juntan en una pasta de calcio,
bajan catártidos,
engullen
y titubeo.

 

 

II

PODÍA VER LAS CICATRICES EN EL CONTORNO DE MI ROSTRO, CADA PUNTADA, CADA CRUCE UNIENDO LAS DOS PIELES. PODÍA VER MI REFLEJO Y SONREÍR. AUNQUE ESE ROSTRO NO ERA EL MÍO, AHORA ES UNA EXTENSIÓN DE MÍ. RECUERDO LOS HUESOS DE MI ROSTRO COMO GRÁNULOS DE SAL EN UN MORTERO, MIS PÓMULOS HUNDIDOS DENTRO DE MI CRÁNEO, MIS LABIOS QUEBRADOS EN UN CALEIDOSCOPIO, MIS OJOS LLENOS DE QUISTES Y NODOS, MI MANDÍBULA DESPLAZADA EN LA PROFUNDIDAD DE MI TRÁQUEA.

 

“PARA PROTEGERLE LOS OJOS LE HAN SUTURADO LOS PÁRPADOS. EL TECHO Y PISO DE LA BOCA Y LA NARIZ FUERON REEMPLAZADOS, LA LENGUA NECESITÓ RECONSTRUCCIÓN. EN LUGAR DE INTRODUCIR LA CARA EN UNA SOLUCIÓN CLÁSICA, SE USÓ HEMOGLOBINA DE GUSANOS MARINOS PARA RETENER EL OXÍGENO.”

YO SÓLO QUIERO VOLVER A LAMER.

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