Sam's
No me gusta ir al Sam's. Hasta hace unos años,
yo retozaba en el fango de una idea más simple
y conformista; recorría los estrechos pasillos de tiendas menos
elevadas.
Mi esposa afirma que economiza. Me habla de marcas y precios.
Me habla de cómo rinden ciertas cosas.
Mientras mira la etiqueta
de una botella enorme de vinagre de manzana, me acaricia la cabeza.
Yo no tomo vinagre de manzana, pero ella dice que es saludable.
No sé si ella lo toma,
o si lo usó en el pollo de aquel día, como dijo.
Frente a los refrigeradores de cortes finos,
pienso en el vecino que me pidió prestados doscientos pesos.
Me explicó por qué los necesitaba.
No le creí. Le enseñé los bolsillos
vacíos.
Yo necesito el precio de cierto tipo de consuelo
el día de hoy. No hay nadie
en el departamento de vinos y licores.
No me gusta ir al Sam's.
Sándwiches
Es real, mamá. Yo no sé preparar sándwiches como tú.
No sé si es la presión en el cuchillo al untar el pan,
el grosor del jamón, o el tipo de mayonesa o mostaza.
Algunas veces le ponías queso amarillo.
Pero casi siempre era del más barato. Eso no limitaba el sabor.
No sabes lo lejos que me siento de ti
cuando abro una bolsa de pan Bimbo frente a mis hijos.
Le pregunto al refrigerador, ¿las cosas más simples
suelen ser las más complejas? Mejor voy por una pizza.
Las pizzas no son tristes. No duelen.
Me hacen falta tus sándwiches, mamá. Me haces falta.
Escitalopram
Dejé de tomar mi medicamento:
ya no se me traba la quijada, ni babeo
en contra de mi voluntad.
Ya no le hallo lo poético a las películas
de Adam Sandler;
y ya no me parece un álbum de culto
El mal querer, de Rosalía.
Ayer, mientras veía una foto de aquel edificio,
recordé la vez que me balanceé sobre sus hombros
para dejar de existir.
Escitalopram es el nombre de mi medicamento.
Una pastilla por la mañana. Para siempre.
Prueba de antígenos
No es extraño que la libertad sea a veces una gran pared blanca.
Cristina Rivera-Garza
Todos se veían cansados, en especial
el presidente de la República. Sería
un desfile del 16 de Septiembre
diferente (un tapabocas ondeando
en la rama de un árbol) a 1.5 metros
de nadie.
Ha terminado casi el día,
y me siguen inquietando todas esas cosas
que el presidente ignora de mí.
Como los escandalosos silencios de mi carácter,
mi problema con el trabajo,
o el hecho de que no he dejado de sentir dolor en mi brazo derecho
desde que me infecté de covid.
Tal vez la libertad va más allá de un simple ondear colorido
en la cima de un día nublado. Más allá
de gritos de guerra en plena paz, o blancos juramentos
bien ensayados.
Algunos piensan que la libertad sucede
como una bocanada de aire redimido
ante la muerte.
No lo sé. Salí negativo en la prueba de antígenos hoy.
Nunca me había sentido
tan libre.
Perro miedo
Los perros saben mucho sobre miedo.
No por nada son guardianes de panteones,
guardaespaldas de indigentes,
orquestal insomnio de la madrugada.
No subestiman a los taqueros, al camión de la basura,
o al señor de los elotes. Huyen de los sonidos fuertes:
fuegos artificiales, tormentas.
He visto a perros muy feroces
tomar distancia ante un jardín lleno de botellas
con agua. ¿Pero quién ha inventado semejante artificio?
¿Se lo debemos a la ciencia? Y si fuera el caso,
¿cuál es el método científico para comprobar el temor
en un perro? Algunos piensan que es ridículo.
No tan ridículo como mi temor al futuro.
Es admirable cómo los perros le ladran tan fuerte
a esas botellas. Ya quisiera yo ladrarle así a la vida.
Ladrar es un acto de insurrección. Un ladrido
es un ejemplo de lucha y templanza.
Algún día un perro orinará sobre las botellas de algún jardín.
Yo seguiré ladrando.
Pinsky en Los Simpson
Lisa Simpson va a la universidad,
y escucha a Robert Pinsky
recitar el poema.
Lento salterio, otoñal gavota zalamera:
Basho y sus amigos salen a mirar la luna,
en verano, un arcoíris de gasolina en los charcos…
Liam menciona a Basho, y me habla
de aquel haiku que escribió hace unos días.
El gato duerme
sobre la barda gris;
sueño de otoño.
Una caricatura dibuja el poema.
Así el sueño del gato,
el amor que siento por mi hijo.
***
Alkaíd Marino es autor de libros de poesía Tatuajes (2014), Mal de espejo (2016), Deixis (2018); Desencanto del héroe (2021); La delgada costumbre de lo vulnerable (o breve compendio de lo habitual) (2022). Fue finalista en el Premio Ariadna de Poesía 2018, organizado por Editorial Ariadna. Antologado en el libro Los días azules: Poesía Pandémica editado por Editorial Capítulo Siete, 2021. Ha asistido a talleres literarios a cargo de los escritores Fidel Acevedo, Cristina Rivera Garza y Daniel Miranda Terrés. Ha sido incluido en la Enciclopedia de la literatura en México ELEM (FLM). Y ha publicado en medios impresos y digitales como Nueva York Poetry Review, La Pluma del Ganso, Girasol Noctámbulo, La Otra, Revista literaria Monolito, Nueva Provenza y El Humo.