Poesía mexicana: Dalí Corona

Leemos tres poemas de Dalí Corona(Ciudad de México, 1983). Fue tutor de la generación 2020/2021 en la especialidad de poesía del programa Jóvenes Creadores del Sistema Nacional de Creadores de Arte y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2019/2022.

 

 

 

 

 

Dalí Corona (Ciudad de México, 1983). Poeta, escritor, guionista y articulista. Sus textos han aparecido en diversas revistas, antologías y diarios de México y el extranjero. Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía en dos ocasiones del año 2008 al 2010, y del programa Jóvenes creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) 2010-2011 y 2014-2015. Su libro Ansiado norte mereció el Premio Nacional de Poesía, “Efraín Huerta” 2009, otorgado por el estado de Guanajuato, mientras que su libro Cartografía del Tiempo mereció el premio “Francisco Cervantes Vidal” 2012, otorgado por el estado de Querétaro. Además ha publicado los poemarios Voltario, con el Fondo Editorial Tierra Adentro en 2007 y Desfiladero, con Chihuahua Arde en 2007. Ha dado talleres, así como cursos y seminarios sobre literatura y poética. Fue tutor de la generación 2020/2021 en la especialidad de poesía del programa Jóvenes Creadores del Sistema Nacional de Creadores de Arte y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2019/2022.

 

 

 

 

 

 

 

 

***

 

 

 

 

 

 

 

Infamia

 

Con ella en el piso

aterida flor de otoño,

pasó brusco animal

su carga sobre el cuerpo.

 

Crujíanle las patas,

las extremidades flacas,

como arcos de violín;

crujíale la piel

ya helada.

 

Con ella en el piso,

cerró puerta bondad

frente a su cara,

hízole añicos corazón,

ternura, todo. El doble

o triple de su peso

encima de tan gastado

esqueletamen.

 

Con ella así,

en el piso,

cubierta ya por el rocío,

se hizo un tapete con sus alas.

 

Así la hormiga,

mezquina y miserable,

que abandonó a la cigarra

en el invierno.

 

 

 

 

 

 

 

Celeste

 

Mientras que con una mano

acomoda la silla

con la otra enreda la cuerda

de tender la ropa​​ 

a su cuello.

 

Un giro, tal vez dos

y sus pies se bambolean

sobre el filo de las seis de la tarde.

 

Casi nada. Un paso y todo termina.

Cuerpo al agua.

Más tarde irá su madre a destender la ropa.

Sábanas, camisas, calcetines.

 

Todo seco y limpio,

listo

para usarse nuevamente.

 

 

 

 

 

 

 

Amanecer

 

Una sonrisa grande,

que aleje al día mustio.

Así, enorme,

Para que salga el sol y nos alumbre.

Una sonrisa sí, de viento alegre,

de potro a media tarde,

abierta como los ojos de los peces,

larga y profunda, un alto río.

Una sonrisa aquí,

que germine noche abajo,

que gane altura y que florezca.

Aquí, adentro, muy adentro.

 

 

 

 

 

 

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