Archivo Venezuela: Yuri Patiño

Leemos poesía venezolana en un dossier preparado por Giordana García Sojo. Leemos algunos textos de Yuri Patiño (Amazonas, 1980). Además de poeta y promotora cultural, coordina la Escuela Nacional de Poesía Juan Calzadilla del estado Mérida.

 

 

 

 

 

 

 

 

Yuri Patiño (Amazonas-Venezuela, 1980)​​ es poeta, docente y promotora cultural. Estudió Letras en la Universidad de Los Andes. En el 2005 ganó el Premio Mención Especial Ensayo en el XVI Concurso Cuento, Ensayo y Poesía de la ULA. Editora del periódico comunitario​​ Cínaro, Premio Nacional como mejor periódico comunitario CENAL 2007.   En el 2010 realizó un posgrado en​​ Difusión Mediática de las Artes​​ en el IUNA Buenos Aires - Argentina. En el 2015 fue seleccionada dentro del Programa Altos Estudios en las Becas AMEXCID para la Investigación​​ Oaxaca Mujer y Tradición: México Pluricultural. En el 2012 llevó la Dirección de Cultura en el estado Amazonas. En el año 2020 Fundarte editó su poemario​​ La mudez de la piedra. Actualmente es profesora de la​​ Universidad Nacional Experimental de las Artes​​ (UNEARTE) del estado Mérida. Es directora del Museo de Arte Moderno Juan Astorga Anta y coordina la Escuela Nacional de Poesía Juan Calzadilla del estado Mérida. ​​ 

Correo electrónico:​​ patyuri22@gmail.com/ ​​ ​​​​ 

Instagram: @ yuripat13

 

 

 

 

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Agua plata

Al Orinoco

La luz primera

dispara un cantar de gallos

la canoa reposa en la orilla del río muda

tranquila

misteriosa.

Mi boca sangre

agudiza el serpentear

de lenguas

que buscan en la distancia el brío del raudal.

La intensa luz

visibiliza la lejanía

el hueco profundo del alma que desemboca en tus ojos tinajas de ansiedades.

 

 

 

 

 

 

 

 

Soplo negro

 

Hoy no llueve sobre mí

veo de lejos la tierra salpicada

la mudez del pájaro

con la anchura de sus alas sin gracia

duele la sordera.

 

Hoy la piedra no pica mis temores

Se encierra en la palidez de su rigidez

no me mira

la selva me da la espalda

el árbol esconde su fruto.

 

Hoy no cantan sobre mí

las toninas saben que no creo en ellas

me desprecian y me dejan sin manto en el raudal.

 

Hoy estoy seca

los espíritus saben que me robé la piel del último tigre que lanza truenos

​​ por eso me dejan sola

me hunden debajo del agua

del otro lado de la tierra donde no se tocan

las bocas parecen ombligos como si de allí naciera el silencio

​​ me he ganado este puesto roído por la culpa

los peces escarban y hunden mis ojos.

 

Cuántos me pusieron de su sangre coagulada

Qué saltó del cielo y rompió mi espalda

Quién separa mi cuerpo de la sonrisa

¡Que anuncie su nombre el que pulveriza

mis manos y no deja que coma de mis débiles entrañas!

 

¿Acaso robaron mis contras?

¿El diente de cocodrilo, la peonía o el puño de azabache?​​ 

Hoy ciertamente la lluvia no cae sobre mí

Tenían razón  ​​ ​​ ​​​​ soy Savia Amarga.

 

 

 

 

 

 

 

 

Debajo de los ojos

 

Mutila

labio adentro

el árbol torcido sobre la casa

arrastran el entierro de los patios sin alma

no hay hueco que retumbe tanto líquido amargo​​ 

en sus hombros llevan pájaros azules sin cantos​​ 

sus senos fugaces

gotean sangre

la multitud camina hacia su choza

​​ la consiguen sin ojos y sin llanto.

 

 

 

 

 

 

 

Desterrados

 

Ya salieron de sus tumbas

sus carnes de maíz impregnan los campos

se entierran entre las almas ausentes de locura

la ira del cielo y de la tierra

expulsan su sonido como fieras en celo

los pájaros se exaltan de tanto eco profundo

de sus bocas salen hormigas llenas de cantos

gritos y alaridos se incorporan en tanta piel adormecida​​ 

de sus pechos desgarrados se avientan mariposas

sus cuerpos de humo vacían el recuerdo​​ 

esta tierra suena, retumba y sueña.

 

El último grito permanece:

¡No quemarán mi canto!

¡Levántate e instala mis plumas en tu lecho!

 

 

 

 

 

 

 

 

Con mirada de tortuga

 

En las calles se eternizan

rostros que nada saben y todo niegan

como las tortugas que a través de la mirada

paren la duda hasta de su propio existir.

El sol infinito lanza al gran pájaro gris

que traga alientos y corta espinas

cuerpos que se desvanecen

y viajan entre altares

cruzan el puente tendido hacia los espíritus

que reposan en las montañas con olor a licor y frutas​​ 

tras el relámpago​​ 

las pieles fueron arrancadas como tajos silvestres​​ 

sus corazones hecho fuego

flotaban en el cielo

dejando la memoria de una ciudad devastada​​ 

una ciudad muerta

talada de raíz.

 

 

 

 

 

 

Sin ceremonia

 

Mis partes están repartidas por doquier Un cuerpo desmembrado

Sin entierro, danza o ceremonia. Mutilado.

Mis ojos lastimados flotan

Ciegos, secos, sin lágrimas

Un grito sonido adentro de la piel lacerada Anuncia una leve despedida.

 

 

 

 

 

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