Poesía mexicana: José Natarén

Foto de Pascual Borzelli

Presentamos cinco poemas de José Natarén. Promotor cultural y secretario técnico del Instituto Tuxtleco de Arte y Cultura del Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez. Estudió física y matemáticas en la Universidad Autónoma de Chiapas. Trabajó en proyectos de investigación de carácter literario y filosófico. Ha colaborado con el Sistema Chiapaneco de Radio y Televisión y con la Radio de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas conduciendo programas de rock. Poemas suyos han sido publicados en New York Poetry Review y revista de literatura La Otra, así como en las antologías Universo Poético de Chiapas (Coneculta, 2017) y Hacia un azul imposible (UNAM, Embajada del Reino de Marruecos, El tapiz del unicornio, 2023). Ha publicado ensayos y artículos sobre poetas mexicanos en diarios de circulación local y nacional, como La Jornada Aguascalientes, Diario Ultimátum y Diario de Chiapas, así como en las revistas latinoamericanas: Taller Ígitur, Altazor, Carátula, Letralia y Contrapunto, Revista de la Universidad de Alcalá. Está próximo a aparecer su libro: Óscar Oliva, al norte del futuro. Apuntes para un ensayo sobre la obra del poeta, auspiciado por el Coneculta-Chiapas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TU NOMBRE

Al norte del futuro

 

 

Aquellos días en los que todos los días eran la noche oscura del alma. Aquellos. Aquellos y estos en la mitad del sendero de mi vida, en los que sólo sucede la Belleza, luego de andar entre las sombras y emerger, de pronto, a la nueva vida verdadera. Atrás quedó el poeta, en el círculo de los sabios que no conocieron la palabra que hiere los cuatro costados del destino. Al frente, la muchacha contempla a la virgen en el espejo del tiempo, la testa inclina por la fuerza de la pura presencia y el presente se prolonga desde el origen y hasta el fin de la muerte.

En el árbol de la vida, todos los nombres florecen en un solo nombre: relámpago que arrebata del delirio y procura la cordura del cordero. El nombre nos conduce hacia la puerta primera, de vuelta al Principio, cuando el nombre de la Bella, era. Y la Primera letra no es Aleph, ni Beth, ni hubo radiación ultravioleta o infrarroja, ni ondas gravitacionales, ni ruido de fondo. Sólo se revela el vestigio del grito original, del parto del universo. Y más: antes del tiempo, memoria del trono de luz en expansión se vierte:

 

Espacio

  Luz sin límite

   Imagen del inicio, ilumina lo infinito

    Arborescencia del ave al centro del corazón

      Nada y Natura, origen de todos los vivientes

        Nombre primordial, amada de todas las criaturas

           Existencia

 

Ahora somos uno y dos y tres, siempre tres en el cuadrángulo del Verbo: sol, aliento, el mar, y los cuerpos siempre otros. Siempre más. Nos levantamos y andamos, para alcanzar la gracia de su rostro, el gozo de su nombre. Abandonamos la última estación del valle de la muerte, para seguir el sendero estelar hasta el alba del lenguaje.

Misterio de la luz, girasol de los prodigios en el vientre de la virgen, en el vuelo por los círculos del Paraíso. Mínima traza en la trayectoria de la mariposa sobre la más frágil hoja de hierba, bajo el ciego sol voraz de abril, el más cruel, como la hermosura de la primera mujer, la que esperamos desde nuestro nacimiento, la que hiere de por vida. Valió toda la pena de este mundo, por escucharla rasgar el velo del Silencio:

 

 Deja todo, y sígueme al norte del futuro.

 

 

 

 

 

 

BELLÍFICA[1]

 

II

 

Aquí debería estar tu nombre
Rubén Bonifaz Nuño

 

 

Contra la desdicha, el insomnio de los amantes,
su vocación por el oro y el naufragio
evanescencia de estatuas, su desnudez.

Olas de ternura fugitiva contra el odio de las horas
en atmósfera de luz, se aniquilan.
Enardece la espuma danzante, salta la nube en la llama de sus ojos
mientras cínico silbido ―pájaro de luz― el horizonte, cimbra
y el grito en el espejo se agudiza hasta la transparencia.

Se despliega el follaje de la noche en el corazón de los incendios
como arroyo diamantino en el vientre del volcán
palabra de sal a la mitad del estallido
la certeza se angosta y el mundo se estremece en el sueño de la amada.

 

 

 

 

 

 

Nada permanece más allá del signo estelar sobre los labios
Nada más que la herida en el pecho por la espada del ángel del exilio
el ángel que asciende de la noche a los pies de la muchacha
para beber del cáliz, para morder los frutos del árbol de la vida
como el tigre se humilla gozoso ante la rosa
como los cuervos se rinden y cesan de posarse en el ciclamen
como el que escribe amapola en este verso hasta romper el borde la semilla
como el que olvida en el sueño, la máscara y la vestidura
para escucharla pronunciar su nombre
antes de vencer la muerte al conocerla, el primer día del mundo. 

 

 

 

 

 

“Teme la mujer que caiga un meteoro cuando aún no tiene edad para morir”, me escribe. Se acerca a mi silencio y sueña, mantiene en órbita los astros para hacernos dioses. Su voz se dirige a mi vacío, clarifica la memoria. Dibuja una espiral en la pared en blanco y me recuerda.

Ella olvida que el sol desciende cada tarde para devorarnos y destruir al mundo. Se levanta desde otra vida sin temer nada y lo hace caer y descendemos para hacer ceniza de los dioses.

La noche se hace: la gravedad nos acerca hasta desintegrarnos. La bella de la zarza sonríe mientras se derrama el río del olvido.

 

 

 

 

 

Olvida al primogénito que nunca nacerá. Olvida los ojos inhumanos
Mi palabra extravía, olvida al mundo, como él te pierde a ti.
En la hora última, no salves nada, no vuelvas por la sal de las estatuas
Avanza, abandona tu tierra, a tu padre y a tu madre.
Nada permanezca por tu causa, salvo, daga a la deriva del ocaso
el silencioso ardor de tu mirada al encontrarme.

 

 

 

 

 

 

 

1 The Most Beautified: Adjetivo para Ofelia en la carta de Hamlet, loco y enamorado. Traducción de Tomás Segovia.

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