Vértices de la emoción marginalista.
Sobre Un mundo enfermo de inquietud de Víctor García Vázquez
En contraste con el grupo de los Contemporáneos, que para la historia oficial representa la única vanguardia reconocida en el canon mexicano de la primera mitad del siglo XX, el Estridentismo no forjó su historia en el legado decimonónico de los miembros de los llamados cenáculos literarios -algunos de ellos bufonescamente señalados como lamecazuelas retóricos- más bien buscó la ruptura a través de su irrupción. Ese carácter dinámico e innovador que caracterizará al estridentismo, en su fulgurante existencia, se advierte ya en Actual No. 1 Hoja de Vanguardia, los últimos días de diciembre de 1921. “No reintegrar valores, sino crearlos”, anota el poeta Manuel Maples Arce en este primer documento que lleva por subtítulo “Comprimido estridentista”. En el punto X de este manifiesto matiza una idea que rondará la estética de su propuesta: “Las únicas fronteras posibles en arte, son las propias infranqueables de nuestra emoción marginalista”.
Para los estridentistas, la poesía es una explicación sucesiva de fenómenos ideológicos por medio de imágenes equivalentistas orquestalmente sistematizadas. Es en los procedimientos de significación poética -las imágenes- donde radica la esencia del cambio que proponen. Una subjetividad que trasluce al yo poético los frisos pictóricos de su realidad circundante para totalizar las emociones interiores e iluminarlas en sugestivas imágenes sensoriales, multánimes, poliédricas, equivalentistas y cubistas. Una “poesía purista” anotaría Luis Mario Schneider, que resultará rupturista puesto que prescinde de la descripción y del anecdotismo. Una “nueva poesía”, destaca, que no vierte lo novedoso en los objetos del mundo moderno a los que hace referencia y describe, sino en las imágenes que utiliza para describirlo. En esta línea, a más de un siglo de la irrupción y relampagueante desaparición de la vanguardia mexicana, Un mundo enfermo de inquietud del poeta chiapaneco Víctor García Vázquez, avecindado en Puebla, resignifica, recrea y refresca, con un temple actualista y un agudo tratamiento de temas posmodernos, la rigurosa convicción poética estridentista que se distancia del sistema lineal y de la imagen unívoca y unánime.
Este libro de poemas abraza la urgencia espiritual estridentista de dimensionar la poesía, en palabras de Maples Arce, “en nuestro plano extraversal de equivalencia; síntesis exposicional de expresión, emotividad y sugerencia, relación y coordinación introabjetiva”. Como un estridentista de nuestro aire posmoderno, Víctor García Vázquez zarandea simultáneamente dicha actitud espiritual y material, la que hace cien años diera lustre al estridentismo. Así, en la primera parte del libro, “Enfermar al mundo de inquietud”, Germán List Arzubide, Manuel Maples Arce, Salvador Gallardo y Arqueles Vela, son mirados, descritos y delineados desde los artificios escriturales y conceptuales provenientes de sus libros emblemáticos o de las sandungueras proclamas que acompañaron el vértice temporal del estridentismo. Así un verso alinea la concretización poética de una prefiguración estética no solo presentista, como se advierte en el credo abstraccionista de los estridentistas, sino actualista, puesto que la visión del ente poético y su realidad son resultado de una emoción inconfundible y única, “vertical sobre el instante meridiano” de la posmodernidad. Luego entonces, el Germán List Arzubide mixturizado del primer poema, “que devora con fruición una cemita rastafari”, maximiza la potencialidad creativa del hecho relatado en favor siempre de una interpretación personalista (bien lograda a lo largo de todo el libro) que delimita y parodia ideológicamente dos latitudes estéticas desiguales, en apariencia, pero que el poeta García Vázquez ensambla perfectamente, desde la apresurada vis posmoderna de “un estudiante nonato [que] graba con su smartphone” y “transmite en vivo para que sus followers confirmen / que su celular es un instrumento de conciencia social”. En las arengas conceptuales estridentes, al final de este poema, se advierte la prefiguración presentista, mencionada líneas antes, del credo estridentista.
Si Manuel Maples Arce enuncia una poesía en el prodigio de una emoción inconfundible y única y “sensorialmente electrolizado en el yo separatista”, y renovado siempre, García Vázquez en este arriesgado y actualista libro, Un mundo enfermo de inquietud, en sintonía con la interpretación personalista -que Maples Arce y List Arzubide abrazan en Andamios interiores y Esquina, respectivamente- cincela un poema fractal, imperecedero y centenial, vértice de la realidad refractaria de nuestro tiempo. Para muestra tres ejemplos: “Manuel Maples Arce conduce un mototaxi / por las fractáridas calles de Papantla”; “La ciudad ya no se estría con cables ni marañas / pero ahora los pájaros se derrumban por las ondas 5G / que desconectan los voltios”, y “Mi musa liberada de las Confederaciones, / Mi sensible amada hiperconsumista / que estrenas sonrisa en cada venta nocturna”.
Un volado y apocalíptico sacudimiento, al final del apartado, nos regala el poeta, desde la tesitura pentagramática de Salvador Gallardo y Arqueles Vela, al modus operandi de los príncipes sarracenos de nuestra República de las Letras, donde el silencio, la discordia y la complicidad, en el Campo de Agramante, son los desarmadores del currículo y el talento, y los florilegios residuos sólidos en las bolsas del pantalón como cuando el poeta muerde el polvo, sentencia García Vázquez.
En otra arista de la emoción marginalista que transfiere el poeta chiapaneco a su presentista yo lírico, una retahíla de imágenes de gran densidad son el otro vértice que se disipa en los trotamundos del estridentismo, como se traduce la segunda parte del libro: “Globetrotters del movimiento”. Kin Taniya, Xavier Icaza o Elena Álvarez como pretextos para la especificidad del poema y del recurso de la abstracción poética como modelo de representación. Con un acierto extraordinario, Víctor García Vázquez prescinde, como lo hicieron los estridentistas, de la ciudad como objetividad representada; la confluencia de imágenes simultáneas y equivalentistas configuran una sinfonía gráfica y visual por donde el poeta transcurre e incurre en su tiempo moderno: “Hoy es domingo en todo el sistema nervioso / y una gran marcha verderosavioleta se prepara”. Las desapariciones forzadas, la ciudad contenedora, la verosimilitud de las fake news, las ondas sonoras de la noche verde, la pirotecnia carnavalesca enmarcada en los poemurales, los remolinos hertzianos donde retoza la historia, entre otras, alinean un dispendio gozoso y jocoserio de imágenes vanguardistas, abstractas, que no requieren para descifrarse de un referente. En estas imágenes de Un mundo enfermo de inquietud, hay una recuperación de la realidad que ha sido fragmentada y vuelta a armar de una manera distinta. Y sin embargo las imágenes no poseen un correlato objetivo, no nos remiten a la “realidad” sino que crean la suya propia, inédita, caótica, rítmica, sensual e intraducible, incluso.
A la manera de los creacionistas y ultraístas y con la estrategia del montaje cinematográfico como telón de fondo, Un mundo enfermo de inquietud, de Víctor García Vázquez, ganador del II Premio Estatal de Literatura La terrestre raíz de las palabras 2023, es un largo poema mural y simultáneo, desde diversos puntos de observación en movimiento. Ahonda en las posibilidades de la imagen -simples, compuestas, equivalentistas o cubistas- prescindiendo de los elementos lógicos que mantienen su sentido explicativo y conjugando metáforas, metonimias, sinestesias, juegos ópticos y auditivos, articulados por un ritmo interior, un profundo sentido marginal y trascendiendo lo puramente racional. Quien se sumerja en estas páginas entra en una sinfonía de imágenes o a una “música de ideas” estridentistas, como asentó List Arzubide. También en un vuelo en dron sobre las cabezas doloridas de tedio de la solemne poesía mexicana reciente, y rompiendo las teorías de la gravedad, zangoloteando a la indolencia desde el frescor estridente que empuña el poeta para barrer el presente mismo.
Daniel Téllez
Un mundo enfermo de inquietud,
Ediciones Casa Yaza- Lengua de colibrí-Puente cultural del sur,
México, 2024.
***
Kin Taniya reescribe mensajes inalámbricos para sobrellevar una pandemia
Ángel nuestro que inventaste volar a ras de suelo
y quedaste pixeleado en árboles florecidos
¿desde allá arriba no se escuchan las estridencias?
Hoy es domingo en todo el sistema nervioso
y una gran marcha verderosavioleta se prepara.
Los troncos de los árboles amanecieron morados
y una verde cabellera nubla el cielo de plasma.
Hoy, mañana y siempre será domingo
y los perros seguirán cayéndose desde el tercer piso.
Hace dos años te mataron, Ajena,
para quitarte tu smartphone
Hace un año te volvieron a matar
cuando regresabas del carnaval
Te silenciaron con ráfagas de pólvora y de cuaresma
Hace veintiséis te reventaste
contra la primavera, la gloria y la cuarentena
y mis mensajes de voz te siguen llegando,
aunque solo me dejas en visto.
Cambia el tono de tus llamadas,
cambia tu foto de perfil y actualiza tus historias
para que no me destroce la melancolía.
Ilumina mi nube electrónica con nudes, selfies y videos.
Llena mi carpeta de no deseados con cadenas inservibles.
No le pongas contraseña al destino.
No me borres de la galaxia de tus contactos
¡PARA QUE TE PODAMOS SEGUIR!
I don´t want a miss a thing
Todo mundo te observa en esta ciudad de contenedores,
cementerio de furgones donde eclosionan cada noche
nuestras líneas de fuga.
Todos están ebrios de música, pastas, aceites y polvos cósmicos,
pero reconocen el peso del silencio
cuando develas con estridencia, Ajena,
tu tatoo de mandala en el santuario de tu espalda baja.
En estos vagones muertos
sólo la estela de humo de cáñamo y el traqueteo del baile
nos recuerdan que seguimos de viaje.
Ráfagas de música ácida se dirigen al Popocatépetl
y tú eres un trozo de lava que baila con un vodka en la mano
mientras con la otra sujetas mi hebilla de serpiente.
La noche es un gran telescopio milimétrico
que observa la alineación de tus planetas,
tus satélites y tus movimientos rotatorios.
La luna grunge devela los torsos
que se sacuden en los trenes dormidos.
Los planetas acosan a la vía láctea
y las estrellas encienden sus alarmas.
Ajena, esta ciudad de high cube
nos contiene con sus brazos de metal oxidado,
¿pero quién habrá de contener mis ganas
de viajar en tus galaxias concéntricas.
Noche verde
Toda la casa olía a menta
porque mi torpe oficio de perfumista lo derrama todo.
El insomnio se tiñó de verde
y el sueño de mi amada era un follaje
cubierto de mariposas mentoladas.
Brazos robóticos esmeraldas me cargaban
para darme vuelta en la cama
y trataban de asfixiarme con cubrebocas de pétalos dulces.
Una mariposa se desprendió del bulto
y se vino a posar en mi nariz para decirme
que te habías destrozado contra un árbol,
que quisiste ser lepidóptero de carne,
pero te falló el vuelo
y desgarraste tus alas en un roble florecido.
El aroma a menta me nubló la vista
y extendí mis cansados músculos de perfumista
para cruzar a nado
“todas las horas verdes de la noche”.