Reseña de Memoria del desierto, de Mijail Lamas

Presentamos la reseña del poeta y ensayista colimense Jesús Adín Valencia sobre Memoria del desierto, el más reciente libro de Mijail Lamas editado por Círculo de Poesía Libros.

 

SOBRE MEMORIA DEL DESIERTO, OBRA DE MIJAIL LAMAS.

Por Jesús Adín Valencia

 

ERIAL-RUDERAL

Erial.- RAE. adj. Dicho de una tierra o de un campo: Sin cultivar ni labrar.

Las plantas ruderales son las que aparecen en hábitats muy alterados por la acción humana, como bordes de caminos, campos de cultivos o zonas urbanas.  

                    

Todo aquello que contiene cualidades de motivo reminiscente, insufla, mejor dicho, humecta e impregna, rocía cualquier índice de lone and level sands stretch far away, como expresara Percy B. Shelley en Ozymandias, sobre los restos de una efigie en el desierto.

Mijail Lamas construye y habita en este libro, con una voz propia a la cual, los integrantes del jurado César Cañedo, Baudelio Camarillo y Mercedes Luna Fuentes, decidieron otorgar el premio nacional de poesía Gilberto Owen, “por develar la metáfora del desierto con imágenes inusitadas, por su intensidad lírica y manejo del ritmo y musicalidad en los poemas sostenidos de principio a fin, y por la variedad de registros poéticos”.

Puebla el autor en soledad –y a la soledad– representaciones que distan mucho del lugar común, se aparta para escribir no las memorias del desierto, personificándolo en el sentido del biógrafo o escritor fantasma, sino en singular, una es la memoria, en la percepción de encapsulamiento retentivo similar a cuanto representan los relojes de arena.

Da la bienvenida a una segunda persona, tú, en oposición al extravío. Tiene claro su llamado, como Miguel Hernández, para hablar con la verdad del agua. No preconiza Mijail Lamas sobre lo infecundo, al contrario, en el desierto hay vida. El yo-poético se encuentra y es fértil, cultiva, cosecha floraciones vueltas fauna, cito:

 

Entonces fueron peces de un mar extinto

buscando una oportunidad para salir a flote

 

Sobre dunas del tiempo erosionadas cada página es una capa, se desprende, avante hacia diversas latitudes, puede estar en Nueva York, en Tijuana que no es Estambul, y localidades de EE.UU. y de México.               

Otorga aforismos, cito uno:

 

la memoria es el invento de todos los olvidos

que cotidianamente te niegas a ensamblar 

 

Y suena en el rumor de esas capas de viento, The Smiths, la banda de rock inglesa, because the music that they constantly play, it says nothing to me about muy life. ¿Qué otra soledad agobia más, si no la falta de identificación colectiva a través del arte?, con la música, la poesía, artes plásticas, pues empatizamos con hechos ocurridos bajo el sol, siempre nuevo, historias, gente que ha vivido cosa similar y expresa a través del arte lo que nosotros vivimos en el instante, en un destello. El poeta revela en Lamento por la paloma de Nicola Tesla, a la usanza de la tórtola gelmaniana del filósofo Batch Batchanam y su propio desierto sembrado de calaveras de vaca y castillos de arena, pero Nicola Tesla, en un fulgor luminoso sabemos a cierta por Mijail Lamas, amó a esa paloma que alimentaba en Bryant Park, como un hombre ama a una mujer, pero un día murió, se apagaron las bombillas, hubo caos y oscuridad, progresivos.

 

Cuando ese albor de plumas se extinguió por completo,

les dijo Nikola Tesla,

una luz se apagó dentro de mí.

 

Es el poeta y su circunstancia, siempre habrá una causa y efecto, el acto poético sucede e impacta el entorno, luego el poeta vibra e ilumina.

Hay un guiño a Bob Dylan, en Rolling Thunder Revue, con la imagen de Dylan, icónica, como un mimo; otro guiño más a The White Stripes y una taza de café, esa bebida tan útil. Pasamos a la generación Beat, Ginsberg, Korouac, y más atrás, al canto de Whitman y el ronroneo de Clarice. Mijail Lamas tiene visiones del futuro. Hay una lúdica referencia a Philip K. Dick, célebre escritor de ciencia ficción, autor ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? novela cyberpunk que Ridley Scott adaptó a la pantalla grande en 1982, Blade Runner. Es memorable el monólogo del replicante preguntándose bajo la lluvia, ¿para qué?, ¿por quién? ¿a dónde irá?  Si absolutamente todas las historias de logros, las conquistas planetarias, las batallas, se perderán con la muerte y el tiempo, como lágrimas en la lluvia; así, el poeta, reflexiona sobre la obra. ¿Para qué, por quién, qué lo genera? La visión del futuro llega como golpe de realidad en estado alterado.

Saltan las referencias. Destaca Edward Mordrake, un hombre del siglo XIX con la anomalía de duplicación craneofacial, con una cara independiente, maligna, en la nuca, como otredad en uno mismo, el dr. Jekyll y Mr Hyde en el mismo plano de conciencia, cito:

 

Y si por algún designio mi vida terminara,

arranquen de mi nuca el rostro endemoniado

pues temo que,

aunque yazga mi cuerpo bajo tierra,

él siga blasfemando.

 

Una trascendencia más allá del autor, fuera de su alcance, es el eco de su obra. Memoria del desierto persiste y seguirá emitiendo su mensaje.

El autor no se aparta de la crítica social y política, porque hay sujetos causantes. Despertamos y todos los días allí siguen los dinosaurios. Dinosauria, proféticamente, está escrito en la página 31.

En el apartado de Maniobras no anunciadas, la versificación adquiere entonaciones más suaves, introspectivas, con la cadencia de una danza contemporánea que empareja palabra y formas orgánicas. El lenguaje corporal emite su visión como partituras para un theremin, ese instrumento que, al mover las manos en el aire, gracias al campo electromagnético de un par de antenas, emite sonidos.

Luego vuelve a Memoria del desierto, en el tenor de mitologías, a navegar entre dunas amarillas. Al desierto de Chihuahua lo mira en fotografía el poeta Blaise Cendrars, para llevarnos de ahí a crónicas por la avenida Revolución, en el Rubiks, o a un café por la Border, allá en Tijuana, con Hamlet, Samantha, Bernardo, Criseida, Shakespeare y más razones.

Hay que permitirnos ser bien pinche Texas -jerga de locura en Noruega- para no claudicar ante nada, como una planta que nace en el asfalto de la desértica, pero aún poblada ciudad, así este libro.

 

La memoria de la ciudad tiene nostalgia.

Crece el ruderal y es resistencia:

La mirada baldía en la que persistimos.

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