Poesía colombiana: Eduardo García Aguilar

Leemos poesía colombiana. Leemos algunos textos de Eduardo García Aguilar (Manizales, 1953). Vivió casi treinta años en México y actualmente reside en París. Además de poeta es narrador. En 2017, Uniediciones de Colombia publicó su Poesía Completa (1974–2016). Ha sido traducido al francés por Stéphane Chaumet.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Coyoacán Drems

 

Cuando el tiempo nos guía hacia la mitad del trecho

contamos minuciosamente los días los segundos las horas

que hacia allí nos conducen​​ 

y una extraña sensación de despedida inunda

el silencio del mediodía.

Abrimos la vacía la maleta que guarda el secreto

del fluir y la felicidad escapa traicionera

en la carroza del mundo conquistado.

Al otro lado del medio del camino

parece diluirse el paisaje amarillo

que viene de imperceptibles siglos venideros

que son como pasados vagos luceros espejismos

y un raro júbilo

nos anuncia el muelle y la nave que nos llevará

hacia la lenta agonía

A medida que las campanas tañen el nuevo cumpleaños

a medida que la brizna repica sobre la piel desnuda

mientras un inmenso arcoiris se insinúa sobre las amplias​​ 

mesetas –que vemos desde alturas heladas–

la vista se hace más clara como si los cristales

de la ceguera recobraran el diáfano destello

del diamante y todo pudiera verse

en su inquietante minucia

en su aciago fluir de catástrofe.

 

 

 

 

 

 

 

 

El fantasma

 

Ningún resquicio

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ escasos monumentos

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ reducidas gaviotas

Aires en la sabana

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ ñandúes en estepas salinas

Un fulgor en los aires

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ luces

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ abismos

Nada bajo la sombra

 

 

 

 

 

 

 

 

Valery Larbaud en Cartagena

 

Valéry Larbaud pernocta en Cartagena

y en el Hotel Colón mastica sus murallas

mientras Fermina colecciona relojes

traídos a su estancia desde Brujas

 

El motivo es su amor por la marquesa

casada ya y cuyo esplendor se agota

en terribles silencios y dolores

calmados por un clown con anestesia

 

Monsieur Larbaud delira entre sus ánimas

nombrando calles y cañones mustios

atado a la quimera de un ido amor​​ 

cuyas cenizas viajan a Goa en trasatlántico

 

La noche volverá a sus aposentos

donde el confort no calma sus tristezas

y la imposible bella sólo será la parca

que hace mucho trenzó su inútil pluma

 

 

 

 

 

 

 

 

Hielo de la Place Dauphine

 

Escenografía de lo que fue hace siglos

Pero carente de vida, maquillada al extremo,

Deslavada, inerte, fría, espectral,

Como un cadáver recién embalsamado.

Así la place Dauphine a donde vine​​ 

En busca del soplo bohemio de Julio Cortázar
relatado en su cuento​​ 
Las babas del diablo.

Nada. Hasta la arena falsa.

Y todo ahí congelado

En una asfixiante tarde invernal de febrero

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 

 

 

 


En el bar L’Angora

 

Detrás de la barra en el bar L’Angora

Bastilla, Bulevard Richard Lenoir,

Alguien pregunta:​​ 

¿Cómo es posible tanta belleza?

¿Tanta belleza inocente de su propia belleza​​ 

Entre artistas, bohemios, ebrios de amor y de arte?

Ella está ahí con las ideas lejos,​​ 

Ajena a las tareas encomendadas.​​ 

A la mestiza estudiante de antropología​​ 

Se le olvidan los clientes y los pedidos

Pasa con fugacidad el trapo de limpiar​​ 

Por las superficies del zinc o las mesas

Y pareciera lejos en alguna galaxia,

Lejos de todos y de nadie.

Su espesa cabellera fértil y oscura​​ 

Abundante, recogida en moño por ahora,

Su piel de oliva y su rostro de actriz

Inigualable entre Sofía Loren y Claudia Cardinale

Una nueva Penélope Cruz en el siglo XXI.

Ella recién llegada de Madrid

Bella y distraída flor en un desierto de rutinas

Orquídea en la escarpada montaña del silencio

Hermosa dentro de sus amplios jeans y la blusa​​ 

Impaciente por terminar el turno​​ 

y correr a los brazos del incógnito amado

en que piensa ella, bella y nada más sin saberlo.​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 14-XI-2014

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 

 

 

 

 

 

 

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