La literatura como resistencia política:
la Ilíada de Homero en el contexto brasileño de Luiza Romão
Escribo este comentario como parte de mi interés por conocer qué se encuentran escribiendo y publicando autores jóvenes hispanoamericanos, de los 20 a los 35 años, en su mayoría nacidos en los años noventa, con características en común como entrega de sus primeros poemas o ejercicios de escritura en revistas digitales, óperas primas que aparecen, en su mayoría, de 2015 en adelante (algunos con la publicación de su primer libro en el periodo postpandémico y en ediciones digitales), directores y fundadores de editoriales, revistas y medios de difusión cultural y algunos de ellos participantes en eventos de Poetry Slammer, tendencia angloamericana, aunque nacida en los años 80, cada vez más de moda en la era de la velocidad y lo precoz.
No obstante, entre esta oleada de nativos digitales (pienso en un término acuñado en España por el poeta Martín Rodríguez Gaona) aparecen registros estéticos y estilísticos muy diversos: desde los más tradicionales [estructuras rimadas como el soneto], pasando, entre otras, por el impacto vigente de los modernismos y las vanguardias del siglo XX, hasta tendencias posmodernas y reaccionarias de finales del siglo XXI, las neovanguardias digitales y de la mass media del siglo XXI y propuestas y experimentos que apelan, preferiblemente, por el uso de la palabra como recurso ideológico, muchas veces en tonos militantes.
Así, durante el camino, me tropecé con la escritura de la autora brasileña Luiza Romão, quien nació en Ribeirão Preto, São Paulo, Brasil, en 1992. Es decir, llegó al mundo en la época de las llamadas reformas brasileñas, propiamente, cuando comenzó a aumentar el déficit en la economía brasileña y se disparó la inflamación, lo que conduciría a la crisis Caipirinha. Luego, las crisis continuarían hasta la de 2012, provocando un colapso en el sistema y un aumento en las malas administraciones y en la diferencia de clases sociales. Razón por la cual, la escritura de esta autora se ubica en un contexto fragmentario y de preocupación constante (sus mismos textos me lo dicen) y por eso, su ópera prima Coquetel Motolove aparece en 2014, dos años después de una nueva crisis en el contexto brasileño.
Tener este contexto en cuenta, junto con su formación en artes escénicas y literatura comparada, permite comprender mejor su escritura. Entre ello, por qué prefiere la denuncia, la tendencia prosaica y narrativa, por encima de las imágenes y la belleza de las palabras. En prácticamente toda la poesía de esta autora existe denuncia y bastante directa, sea a través de sus corporeidades, utilizando imágenes gráficas como otra forma de diálogo (fotografías), tal y como sucede en Sangria (2017), en donde, además de elementos como la menstruación y el aborto, Brasil sigue estando presente, como un país, una metáfora viva que se desvanece y sufre como un cuerpo violado y amedrentado con el paso de los años.
Con esto quiero decir, que en la obra de esta autora noto una resistencia política y por tanto, gran parte de su ética refleja una necesidad de desmantelar situaciones graves que se dan en su país y que compara o pone en diálogo con las de otros sitios como sucede en Israel y Estados Unidos (por ejemplo). Existe, repito, una necesidad de denuncia. Esto también corresponde con la práctica del performance, en donde muchas personas, de diferentes partes del mundo, toman el amplísimo mercado de la oralidad para abrir tendencias militantes. Allí, quizás ya no importa tanto la belleza del lenguaje y profundizar en él y en la tradición (más bien interesa romperla, jugar con ella y banalizarla), sino alzar la voz, transmitirla al pueblo, a sus receptores, como sea, a través de la mayor euforia posible y utilizando recursos como la memoria y la experimentación, para mostrarse crítico ante lo que sucede en el mundo durante el siglo XXI.
Frente a este contexto, localicé el poemario Também guardamos pedras aquí, publicado en 2021, Premio Jabuti de Poesía y el Premio Jabuti al Libro del Año, ambos en 2022 y traducido al castellano, en 2023, por el mexicano Roberto Amézquita para la editorial Círculo de Poesía (no es la primera vez que la obra de esta poeta se traslada del mercado de la lírica escrita en portugués a la escrita o publicada en castellano). En dicho libro sigo notando el concepto de literatura como un acto de resistencia política, particularmente desde la perspectiva del ser mujer durante el siglo XXI y sin desvincularse, obviamente, de Brasil.
Lo anterior explica por qué se recupera uno de los textos más reutilizados por una enorme lista de autoras desde finales del siglo XX, me refiero a la novela Casandra de la escritora alemana Christa Wolf, de quien se cita lo siguiente para el epígrafe: “...ahí estaba mi sentencia, fundida, amartillada, cincelada y moldeada como una lanza. Quiero permanecer testigo, aunque no haya nadie que pueda solicitar mi testimonio” (p. 3)1. Aquí, la construcción quiero permanecer testigo explica aquello en lo que ya he venido insistiendo: la necesidad, como si de un pacto ético se tratara, de denuncia por parte de Romão.
Esta autora brasileña escarba e inventa discursos que denotan un viaje hasta sus preocupaciones, hasta su tiempo, para presentar figuras que no podría llamar griegas o troyanas como tal, pues se desconfiguran casi en su totalidad y por eso, ahora son del siglo XXI o por lo menos eso es lo que provoca, para mí, la lectura política que se hace de ellas. Ifigenia, Agamenón, Homero, Aquiles, Ilión, Héctor, Diomedes, Polixene, Patroclo, Eneas, Priamo, Antíloco, Ajax, Ulises, Polifemo, Protesilao y Laodamia, Briseida, Hécuba, París, Menelao, Helena, Tetis, Sarpedon, Zeus, Atenas, Néstor, Pentesilea, Casandra y Andrómaca son parte de esos nombres y títulos (todos en minúscula) que acompañan el libro. Uno de los puntos genéticos se encuentra, tal y como lo ha confesado la propia autora en entrevistas, tras su lectura de la Ilíada de Homero. Dicho poemario responde a una recolección de personajes y sitios de la epopeya homérica que más captaron su atención.
A raíz de lo anterior, y ahora hablo a partir de mi experiencia como filólogo interesado en los estudios y obras que reproducen procesos de tradición y recepción de los clásicos, quizás este libro no muestre una mayor profundidad en materia de habilidades, epítetos, características y pasajes propios de la épica respecto a X personajes (salvo mínimas excepciones). Asimismo, tampoco se interese en versiones que se han dado de muchos de estos personajes desde la propia tradición griega (no lo noto), trabajo con el lenguaje y sus imágenes, como sí es posible hallarlo en otras autoras también contemporáneas, vivas como Aurora Luque o muertas como Claribel Alegría. Y para mí, la razón de esto deriva tras su mayor interés, como lo vengo señalando desde el principio, por una tendencia muy marcada en parte de la lírica del siglo XXI: el desplazamiento del trabajo con el lenguaje y la tradición literaria para abrirle paso a propuestas de carácter más ideológico. Y algunas veces, se inclina por lo cotidiano, para darle un tono más realista: tengo miedo de incendios tal vez por eso / reviso el gas tres veces antes de acostarme (en referencia a Eneas, en el poema mismo título, p. 10). También, los cada vez más constantes temas de la banalización y la parodia cotidiana del mito, como sucede en los siguientes poemas cortos:
polifemo
nadie te cegó no
no fue ulises
aquella noche el policía no portaba identificación
zeus
entonces eso de violación
no es exclusividad de los hombres
En el primero, la banalización del mito surge luego del interés, notable en la obra de esta autora, por denunciar abusos de poder en la sociedad, en este caso de los policías, quienes a veces exceden los límites, dejando de lado la ética profesional y aprovechándose de su condición como autoridades. Esto les permite violar, muchas veces, normas y derechos (véanse la gran cantidad de casos de policías agrediendo personas sin fundamento. Quizás la lectura del mito en este texto provenga de ese hecho cotidiano). En el segundo, noto una indudable parodia, como parte de la denuncia a través de la violencia de género (tema recurrente en la poesía de esta autora). En dos versos, se pone en entredicho quién es verdaderamente el responsable de tantos casos de violación en el mundo, ¿Hera? (en caso de no entenderse, estoy haciendo uso de una alegoría para referirme a las mujeres, tal cual lo hace la autora con Zeus, pero para referirse a los hombres violadores).
Por último, si algo debo y quiero destacar del libro, desde el perfil ético que he intentado ubicar en Luiza Romão, es la lectura que ella hace de Troya. Aquí, tal ciudad se convierte en símbolo de la violencia, las masacres y las guerras en la contemporaneidad. Esto se anuncia desde el primer texto “ifigenia”: la literatura occidental comenzó con una guerra / […] la literatura occidental comenzó con una masacre / […] es mi turno de contar la historia (p. 4).
Aparte del protagonismo e interés por darles voz a los personajes femeninos, en donde Casandra sigue intentando poner en acción su don profético tras anunciar que hay algo carcomiendo sistema, una piedra atorada golpeando cada vez más fuerte y así sea con personajes masculinos (desde una óptica femenina y de queja), a Romão parece interesarle más el paradigma de denuncia; esto es notable, entre otros, en versos como los siguientes: netanyahu donald trump napoleón / su saliva es la misma de los banqueros (en “agamenón”, p. 5) y en portugués se dice destruir y no destruya (en “príamo”, p. 12).
Y para cerrar, quiero compartirles, en mi traducción libre, el que para mí es, quizás, el mejor poema del libro, en tanto logra reutilizar el mito de la muerte y los funerales de Héctor para referirse a un tema muy doloroso no sólo en el Sur de América (en donde la autora siente una mayor y profunda cercanía, particularmente con Brasil), sino en el mundo entero. Además, al jugar con el contenido visual (como otro código de denuncia y escritura), recuerda uno de los métodos de censura de libros (xxxxxxxx) en épocas de tiranías como las que seguimos viviendo hoy:
homero
os gregos foram capazes de
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milhares de troianos
porém
no último canto de ilíada
aquiles devolve a príamo
o corpo de seu filho heitor
nesse momento aqui
no sul do sul do mundo
ainda não se tem notícia
dos mais de duzentos desaparecidos
na ditadura militar
um corpo é um atestado de barbárie
até os gregos tinham piedade
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homero
los aqueos fueron capaces de
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tropas de troyanos
por eso
en el canto XXIV de la ilíada
Aquiles le entrega a príamo
los restos de su hijo héctor
en este instante aquí
en el sur de Macondo
aún no se escriben epopeyas
de los más de doscientos desaparecidos
en la soberbia tiranía
un cuerpo es un poema de barbarie
hasta los aqueos cultivaban la piedad.
(Trad. propia).
Bibliografía
Romão, L. (2021). Também guardamos pedras aquí. Nós.
Romão, L. (2023). También guardamos piedras aquí (trad. R. Amézquita). Círculo de Poesía.
Todas las traducciones al castellano, excepto la del último poema, son de Roberto Amézquita.
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