Primavera Poética 2024: Eleonora Finkelstein

La Primavera Poética 2024, festival internacional de poesía organizado por Harold Alva y la Municipalidad de Lima, presenta en su programa a la poeta argentina Eleonora Finkelstein (1960). En México publicó el libro de poemas Todo se transforma (Valparaíso México, 2017). Es editora y directora de publicaciones de RIL editores y co-fundadora y directora de Ærea. Revista Hispanoamericana de Poesía.

 

 

 

 

 

 

 

 

Eleonora Finkelstein​​ (Mar del Plata, Argentina, 1960)​​ estudió Literatura y Teatro. Trabajó como actriz y profesora de teatro durante 15 años. Posteriormente se dedicó a la literatura, la traducción y la edición. Su poesía está parcialmente traducida al inglés, francés e italiano. Es autora de los libros​​ Hamlet y otros poemas / Hamlet and other poems​​ (Edición bilingüe, Fairfield University, USA, 1997);​​ Las naves​​ (Las dos Fridas, Chile, 2000);​​ Delitos menores​​ (Melusina, Argentina, 2004 y​​ Ærea, Chile-España,​​ 2016);​​ Todo se transforma​​ (Valparaíso México, 2017);​​ Grandes inventos​​ (Buenos Aires Poetry, Argentina, 2018);​​ Partes del juego​​ (Editorial Lilliputienses, España, 2020);​​ Ne l’oublie pas: je mens​​ (Edición bilingüe, Al Manar, Francia, 2021) y​​ Tutto si trasforma​​ (Edición bilingüe, Fili d’Aquilone, Italia, 2021). Es autora, además, de numerosos artículos y traducciones. Desde 1991 reside en Santiago de Chile, donde se desempeña como editora y directora de publicaciones de RIL editores. Es co-fundadora y directora de​​ Ærea. Revista Hispanoamericana de Poesía, y de sus colecciones de poesía y traducción.

 

 

 

 

 

 

 

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Abisinia

 

Aquí vine a fracasar

algunos dicen que

prematuramente.

Pero no es así.

Si vas a fracasar, lo mejor

es que sea lo antes posible.

Y a otra cosa.

 

 

 

 

 

 

 

El ángel

 

Se vestía de blanco (tenía

cierta fijación –más bien rústica–

por la metáfora).

“Todo ángel es terrible”, decía

y cerraba el negocio.

 

Las mujeres entornaban los ojos

para entender mejor.

Pobres, feas, de las que se cambian el nombre

por Rosemary​​ o Jacqueline​​ y coleccionan muñecas.

 

Yo era una tipa fuerte y andaba con él,

habría sido una puta perfecta​​ 

pero iba a la universidad.

Tampoco me pidan que sea un ángel.

 

El cuento es que volaba,

volaba porque ese verso

–“Todo ángel es terrible”–

era su retrato fiel.

 

El mensajero del Oriente,

de la aspirina y el bicarbonato,

pensaba yo, y volaba también

mientras en la vereda

todo sucedía con naturalidad:

“este soy yo y esto es lo que hago”.

Canturreaba: “te ofrezco lo mejor de mí...”

 

¿Estaba suficientemente alerta?

¿Miraba cuando el ángel volteaba

los espejos para la degustación?

¿Entendía tanta mirada oblicua

si la cosa se ponía caliente de verdad?

Asuntos de un oficio terrible, me decía,

de la ira de Dios.

¿A qué temer? Después de todo,

no hay nada que te mate dos veces.

 

Debería contar esto alguna vez.

Pero contarlo mejor, contarlo bien.

Porque sé que es algo que nadie

buscaría recordar jamás.

Porque sé que todo ángel es terrible.

Y yo no soy un ángel.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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