Entusiasmo
Recuéstate sobre mi vientre,
aquí, sobre los centros
donde confluyen tantas veces los dolores,
donde se siembran entre espasmos las delicias.
Acércate aún más
y palpa mi piel con el asombro
de quien llega a la tierra
sobre la que edificará su casa.
Apoya tu mejilla en el costado
y huele conmigo la ferocidad dulce del deseo,
la vida aconteciendo entre chispitas de carne,
el regalo de la salud en nuestras ganas.
Guarda estos instantes en ti
porque volverán a pasarnos por el corazón
cada vez que dudemos.
Ven,
deja que mi cuerpo se arquee
y te proyecte, como una flecha, hacia el futuro.
Transición
Nos enseñaron a cerrar el cuerpo,
a construirlo como una catedral románica:
compacto, robusto, fortificado.
Había que protegerse, nos dijeron.
Como si el mundo fuera una galaxia
de niñas pariendo a otras niñas.
¿Ves los gruesos muros que levantamos?
Como si el aire nos polinizara las pestañas.
Como si la modernidad hubiera venido
para decirnos que el amor está en el tacto,
pero que son peligrosas las entrañas.
Nos entregaron el miedo brillante de los ritos
y nos convencieron para modificarnos.
El capitalismo hizo el resto.
Pero todas las niñas están condenadas a crecer.
Y algunas desearán volcar la luz sobre la piedra
rotunda con que se construyeron
y ansiarán multiplicarse hacia la altura
y acabar la catedral del cuerpo
con la ligereza vertical del gótico.
Entonces se darán cuenta de la dificultad
de abrir ventanas y vidrieras,
de las mentiras con que las fortificaron,
de que el mundo es una galaxia
de mujeres pariendo cada vez menos niñas.
Y el cuerpo entero será una herida a destiempo.
Y aquellos que nos convencieron, esos mismos,
nos recriminarán haber llegado tarde,
nos harán responsables de la llaga.
Mira cómo tiemblan los noes
bajo la tibieza de la orina.