Poesía mexicana: Ramón Javier Ayala

Leemos poesía mexicana. Leemos algunos textos de Ramón Javier Ayala (1979). Obtuvo el Premio Estatal de Poesía Dolores Castro 2015 en Tlaxcala. Ha traducido a John Berryman.

 

 

 

 

 

 

Ramón Javier Ayala Martínez​​ (1979) es poeta, traductor, ensayista y coordinador de talleres mexicano. Licenciado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Tlaxcala uat. Miembro titular de la Academia Nacional de Poesía de la cdmx. Fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico pecda Tlaxcala en sus emisiones 2007 y 2014, y en el 2022 el Pecda para creadores con trayectoria. Obtuvo el Premio Estatal de Poesía Dolores Castro 2015. Ha sido locutor del programa Insania La Furia del Metal.​​ Autor de seis libros de poesía. Obra suya forma parte de cuatro ​​ antologías colectivas. Poemas y traducciones suyas han sido publicados en Arteria así como en​​  Periódico de Poesía, Círculo de Poesía, Letralia, Revista de poesía de ChileLa Otra y Poetas para el siglo xxi. Y en muchas otras revistas. Ha coordinado diversos talleres de poesía dentro de México. Como traductor, ha vertido al español poemas de John Berryman.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

 

 

Epilogo​​ de​​ las sombras

 

He aquí un vástago de la nada​​ una rata putrefacta

Vienes​​ desde lo más lejano del infierno

te​​ apartaste​​ por las vísceras de la noche y día

como tantos​​ tropezaste​​ con la oscuridad

venías​​ buscando​​ odio​​ y destrucción

siendo la más vil aquel delirio de locura

Asumes​​ la sangre como algo​​ 

Irreconocible

Pisadas de un viajero errante

Hincado llamaras al vértigo con voz de diluvio

La sincronía del aliento derrumbarse​​ 

en sus grietas

El filo reteniendo un pedazo de sombra

Una voz sucumbiendo a un rezo inconcluso

Un parpado al fondo de márgenes devorados por una plegaria

La simétrica figura de un ser calcinado

Honda presencia en destrozadas rutas

Hacia un rumbo que reposa en sufrimiento

Un aleteo a orillas del crepúsculo que fulminado cae al abismo

Tangible aquella oscuridad de rabia inconclusa

Palpitaciones en luz devorada y decadente

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ La pausa arrítmica sobre el resplandor del obituario

Finge misericordia sobre una destrozada alba

 

Acudes al llamado de un paso ausente

En un tiempo desgastado que se abre​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Sobre un laurel internado en el silencio

Hacia una luminosa madrugada que fabrica una historia roída

En el grito que decae en llantos devorados

Atestiguas dioses marcados de putrefacción​​ 

De altares inundados bajo lluvia y olvido

Algunas frases ilegibles para la noche que se pierde en la sien de la muerte

mis pensamientos se incendian sobre el cráneo de la vida

El amor es un cadáver perfecto como la mierda de la existencia

​​ Es la primera vez que​​ resuena​​ mi nombre como si alguien me llamara

Como un ataúd que nombra memorias ardientes

De la mentira es que dirigiste el dogal en cuello propio

Que la sangre inmutable del ayer fue un olor fétido de ausencia

 

 

 

 

 

 

 

 

Los vientos ensombrecidos mueren en los atardeceres

Mira como de las constelaciones arden en la nada

mi existencia es vomitable un obstinado acto irreversible de autodestrucción​​ 

Para mí el alcohol es un fantasma ingobernable

Mis sueños​​ fue un hogar y un cementerio

De escozor donde el reino del​​ vacío​​ repiquetea sobre las​​ tinieblas

Te asomas sobre precipicios venidos de la nada

Conjuraciones de rapiña y olvido

Para cada vida hay espectros que componen furiosas leyes sin voz ni amparo

para quien la sed arde en las entrañas

no​​ voltees​​ hacia aquí.

No te detengas.

Porque hay alguien cuyo poder corromperá tu​​ delirio

un harapo deslumbrante del cielo​​ con su trozo infinito de desecho

Una sombra que desertó de Dios y de la esperanza

​​ fuiste elegido para sembrar tu cosecha en el infierno

y entre todos los dioses para condenación de cada hombre.

Esa soledad de incipientes delirios

del que tomó en la sangre una ponzoña​​ eterna

del que no​​ soñó con el cansancio del aura

de cenizas​​ bendecidas por reclamos de​​ murmullos ensangrentados

No es castigo​​ vivir entre demonios y sus secuaces

ni un vestigio de polvo​​ olvidado

la centelleante máscara de un adicto paseado sobre sombras intangibles

te desgarra la noche con su porción de melancolía

y apolilla con su infección​​ en​​ la tela de los sueños.

Es el olvido que pasa​​ sigilosamente en la memoria

Hasta el fin de los siglos levantará su canto rebelde contra el mundo.

Su paso es una llaga sobre el rostro del tiempo

Por lo que el atrás se sumergió en olas de tempestad

Derribado por viejas canciones de una tormentosa tempestad

un recuerdo para abatir lo que alguna vez fuiste

ahí donde resides​​ con el corazón abatido

tomando el rumbo de lo oscuro

el hato hirviente de velas encendidas

así como creías en el fondo de la penumbra se alzan mantos de huesos

el fútil receso donde la ahorca es humo y estruendo

donde el fuego asemeja al cráneo de las lágrimas

callada viene la muerte con sus alas de cuervo

con póstumas claridades de tonos de los ayeres

cumples con la ceremonia de los malditos

una sangre de olvidos y muertes

melodías infectas de pasados innombrables

lloras mientras el velo de lo eterno camina sobre la memoria

atardeceres donde el reino de las calaveras sueña con lo inanimado de algo que no existe

caminas sobre desfiladeros es tomar la rabia y convertirla en amaneceres de luto donde los ángeles dejan caer una gota de efímera nostalgia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Librería

También puedes leer