Foja de poesía No. 334: Sergio Alarcón Beltrán

SergioAlarcon

Presentamos el trabajo de Sergio Alarcón Beltrán (Tianguistengo, Hidalgo, 1967). Es poeta y narrador. Ha escrito los poemarios Imperio de miradas, Piedra de todas las edades, La flor del cáncer. Escribió la novela Al borde del orgasmo.  

 

 

 

Hombre, árbol de imágenes,

palabras que son flores que son frutos que son actos.

 

Himno entre ruinas.

Octavio Paz

 

RENUNCIO  LA  HERENCIA

 

 Nada ha cambiado

encerrados nos repetimos perpetuos 

somos lo mismo

árboles muertos marcados con signos

Nada ha cambiado

ANDRES CISNEROS DE LA CRUZ 

 

 

Renuncio la herencia

legada por la memoria de mi sangre,

renuncio al cetro

que tutela la boca en el filo más punzante

y perverso del lenguaje,

 

el fuego que forja y engendra en la palabra

la ficción en los espejos del linaje,

la dosis de cristales triturados

y las divinidades que torturan el árbol

de mi madre, parásitas lianas

que trepan la mente y asfixian

la garganta, bocas oxidadas

de afónicas campanas que viajan aturdidas

jaurías que aúllan ignorancia,

 

renuncio la custodia

que generación tras generación

unge en la frente la boca de mis padres,

 

la génesis y la manzana y la serpiente,

los dioses sedientos de miradas, la costilla

donde arrancaron el sexo, la belleza

y la bondad amorosa,

la diosa de mi madre,

 

renuncio al dios que profesa

la boca de mi sangre,

 

renuncio la imagen construida

sobre el edén de dos ríos,

la alianza signada de colores arcoíris

entre hombres y un dios de aspecto masculino,

el dios de cólera que blasfemia fuego

sobre Sodoma y Gomorra, el dios invicto

que separa las aguas con el báculo

injertado en la mano del elegido

para romper los grilletes que ataban

los tobillos de mujeres y sus hijos

 

renuncio la tierra fértil de profetas,

la tierra beligerante

que busca en el horizonte tierra nueva,

la tierra que llovía milagros y sueños

de mesías, la tierra convulsa, herida,

sumida en los desiertos, errante

de por vida, elegida por el dios de abuelos

y patriarcas, sangre diseñada en el futuro,

esculpe siempre en el presente y la impotencia

la condición a la medida de un mesías

que libre al hombre del hombre,

de la bestia que en la frente cohabita

entre infiernos de rabia

y la desdicha que la ignorancia atiza,

 

el periplo de la perversa orquídea,

la mano que crucifica, la que incendia,

la sangre bélica que habita el hombre

y siempre vive en las trincheras de la guerra,

la que incinera casas y viola doncellas,

la que expulsa la sangre de su tierra,

la que trafica y vende fuerza de trabajo

como esclava fiera, la que detenta

de dios el cayado de la alteza,

el príncipe y la opulencia

que desposa las mujeres y homicida

con el fin de perpetuar el poder

y la adicción a la corona y la nobleza,

 

renuncio los imperios y las fechorías

y los ejércitos que invaden pueblos

y despojan y humillan y violan y matan

la sangre más jodida,

los prisioneros de guerra,

los herejes torturados, los exiliados

por la guillotina del clero y la política,

los encarcelados por denunciar

el atropello de la vida,

más aplaudo los revolucionarios,

los que pulen los diamantes de la frente

y la palabra que germina en todas estaciones

y edades de la vida, los que levantan

las banderas del ya basta,

sin sacrificar un rubí de sangre,

ni disparar una bala, sólo el canto de los labios

y la explosión benevolente de más temida arma,

la razón amorosa, la verídica aspiración,

la amorosa razón de la palabra,

la libertad del colibrí, la flor no negada,

 

renuncio y arranco el musgo injerto

que va secando la profusa fronda,

arranco de la mente la pátina

que colorea idénticas estatuas,

 

renuncio la corona de espinas

y el sufrimiento que tortura

y los infiernos de Dante y el juicio final

de Miguel ángel que atormentan

y arden detrás de los espejos de mi madre,

renuncio los cuchillos hijos

que cada instante penetran el pensamiento

y blanden los senos y queman los pies

y los benévolos regazos y exprimen

las naranjas lacrimales de las madres

-con el filo de sus actos-

renuncio mi patria

manchada de malditos nombres

que infestan aceras

y la nomenclatura corrupta de las calles,

 

renuncio de mi mesa las migajas

porque mi tierra mana leche, miel

y cristalinas aguas y preciosas fuentes

minerales y copioso oro combustible

que nutre las bocas hambrientas del progreso

y las bélicas miradas de los depredadores,

 

renuncio los piratas, los salteadores

de caminos que desde los castillos

despojan de la sangre la riqueza

y el canasto que lleva a la boca los manjares,

renuncio entregar la patria

a la voraz plaga de langostas que no piensan

y devastan y corrompen y trafican

con teorías económicas la grandeza

que parió nuestra tierra en abundancia,

renuncio la perversidad de la mirada

indolente y callada, renuncio la palabra cuando detrás del que la nombra

están las fauces hambrientas de la máquina

de intereses y falacias,

 

renuncio la herencia, más acepto

las postales de nuestra apetecida patria,

 

me quedo con los atardeceres, con la luna llena

y las luciérnagas estrellas que incendian

y adornan la obsidiana, me quedo con una flor

en la mano, con un poema en labios, me quedo

con la mano que a diario saluda mi mano,

me quedo con los días soleados, con la lluvia

y el plumaje de los pájaros, me quedo

con la niebla y las colinas y los valles

y las jades fuentes de maíz

y las parcelas doradas de trigales,

me quedo con la belleza de los ríos

y la fragancia de las delicias frutales

y el arte prodigioso del hermano, me quedo

la ambrosía de la abeja catando la palabra

en los jardines labios, me quedo

con los ojos del amigo que sabe mirar de frente, me quedo con las monarcas alas

que peregrinan la inmensidad del cielo,

me quedo entre la gente de mis besos,

me quedo con la geografía de mi tierra,

me quedo con las semillas

de todos los frutos, con las letras

de todos los poetas, con los sueños

de todos mis hermanos, con la sonrisa

de todos los niños, con el erotismo

de todas las mujeres, me quedo

 

sin espadas colgadas en mi percha,

ni filos en mis ojos, ni muros

en el horizonte de los sueños,

ni fronteras en la libertad,

ni cadenas, ni grilletes, ni lamentos

en la cordillera que mastica

con marfil la belleza del tiempo,

 

me quedo con la sangre

construida en la humanidad

de selectos astilleros, me quedo con la fe

y el esplendor áureo de los sueños,

me quedo con la pluma entre mis dedos

escuchando la mar y las nereidas

y los violines Stradivarius,

 

más renuncio contundente

la perversidad de ser caníbal

y tragar el dogma y la carne del cristo

de la mano de indigente purpurado,

renuncio convertirme en vampiro

y sorber del cáliz

la sangre de gran hombre revolucionario,

 

el que aclamado entró triunfante

al centro de las columnas del poder

y cimbró las cúpulas del templo

y la mirada oxidada de los maestros de la ley,

montado en la bondad y la humildad

que representa la belleza de un burrito

cargado de diamantes parábolas

y la sabiduría de un sol verídico,

la mente que partió de tajo

las edades de todos los tiempos,

la que arrojó del templo

el ojo por ojo, la vieja mirada

de la sangre vieja, la que levantó el estandarte del amor y no los carros de guerra

y las hienas espadas del poder y la violencia,

 

la vid que al tiempo departió

uvas comprensivas, vino

y peces suculentos de filosofía,

 

renuncio la herencia, padre,

sin embargo, acepto los diamantes,

las semillas de humanidad,

las amorosas palabras de mi madre,

las preciosas piedras que destella en la frente

la objetiva razón de la verdad.

  

 

 

 

FLOR DE CÁNCER

 

Indeleble cicatriz

inscribió en el árbol del pensamiento

el látigo del rayo innumerable,

el destello que inundó la primicia mirada,

homínida sangre.

 

Centella inverosímil aturde el miedo

cuando agrieta al sauce el trueno.

Filo de espadas invisible

derriba la verticalidad del domicilio

cuando se levanta en armas

el tornado viento. La espiral

que brota en mar abierto

y se derrama tierra adentro.

Fuego que del núcleo

azul esfera exilia en ríos violentos,

nubes de piedra blasfemia boca

de gigante, insulta con muerte

las cavernas. Tormenta

arrasa en insolente caudal

la impotencia sangre de aldea.

Madre tierra con dolor de parto

expulsa el feto de su vital fuerza,

oscila el vientre,

se contrae, se desgarra, tiembla,

caen estalactitas

como herida bandada de flechas,

obstruyen portones de cuevas,

se viene a pique la belleza

alzada en opulenta piedra,

la sangre expira, cercenado el cuerpo

desangra entre fauces de ofendida fiera.

La carne arrancada

por la incisiva furia divina de la lepra,

legiones invisibles de atroz epidemia

provincias devasta de dios la rabia certera.

Puntual castigo a la desobediencia

interpreta la razón equivocada de la presa.

Se derriban de un instante al otro

sueños de grandeza.

 

Es dios

el tirano de la tierra.

Narcisista.

 

Demanda colosales representaciones

elevadas en la gloriosa arquitectura

de la piedra, sangre de doncella,

collar de danzas, rezos que destellan

miseria, himnos, altar de ofrendas,

cielos cúpulas que coronan

catedrales, sinagogas, mezquitas. Exige

en su majestad tributo:

la mente de quien no piensa.

 

Reprime con violencia,

castiga a los vencidos,

premia al vencedor,

el beneficio de la idea.

 

La ignorancia

iza la magia en su respuesta,

empuña el filo, llueve arsenal de flechas,

estrangulan las fauces violentas de la bestia.

 

Punir la cópula

la idea asume el polvo inteligente de la tierra.

 

El infierno

en la magnificencia de Miguel Ángel corona

en el fresco la imaginación y la condena.

 

La bandera del tirano

ondea en la frente de quien duerme

el esplendor y la belleza,

el edén intangible de sangre,

elevada, plena.

 

Todavía en las modernas cavernas

esculpidas sobre bloques de grandeza

y la modernidad de un clic y un teclado,

bajo circuito cerrado y la escolta

y los colmillos amaestrados y un bunker,

la pequeñez del hombre respira miedo,

el temblor en huesos ilumina

la luz que precede al trueno.

 

El árbol de homínido follaje

sigue sin dar fruto, arde en leño

el cuerpo erróneo de la idea,

delega a la voluntad de dios

la ignorancia y la pereza, el pecado imputa

al vano sustantivo que induce el mal

en mágica visión creada en la crueldad

de mente y tierra,

pospone para después de la muerte

el reino que abdica,

mientras el sufrimiento

habita y la pobreza.

 

Supura la boca

la miseria de la estrella.

 

Aún sobre vestigios de la vida

corazones respiran

del dios la sed del sacrificio,

el tezontle entintado de sangre

desprende el grito de la herida,

la sangre del cordero

víctima del ritual filo

que acalló la mansedumbre suerte,

cruzarse frente al rostro

que en la ignorancia esculpe y consagra

fantasías de sumarios juicios y mesías.

 

Aún la idea de un dios a modo

brilla en la violencia impotente

el hombre. El éxodo

afirma en la holibudesca escena

de las siete plagas

su beligerancia delegada.

 

Acecha en el fanatismo de la espada.

Denigra cuando inviste de poder

la sangre perversa del monarca.

Hiere a DIOS en la ignorancia.

 

La cicatriz del rayo es:

prurito en el ojo, grieta en sangre,

lápida en el cráneo, ceguera crónica, 

invalido linaje,

flor de cáncer.

 

 

 

ENTRE LÁGRIMAS PARTEN

 

Entre lágrimas parten para ser alguien.

De súbito arrebatados

como una manzana -de la rama madre-

entre la homilía aprendida

el verso surtidor de sangre.

 

Que dios te bendiga, que dios te acompañe.

 

El equipaje pesa

de sueños y castillos en el aire.

 

El hipnotismo del progreso y las guirnaldas

de la urbe llaman como las campanas dominicales y los cerezos

a las abejas más distantes,

la fuerza de gravedad

confina al centro los deseos

entre la estridencia del motor

y el salario miserable.

 

Los sueños destellan

antenas que sobresalen en suburbios,

entre manojos de cables extraviados

y muros delirantes de grafiti

y paredes violadas por el frío y el foco

fundido y el control de la caja de imágenes

que tornea y manipula al títere de sangre.

El título colgado en la pared

decolora el nombre

deforestado de humanismo,

prepotente sangre, humillante traje

de pulcro licenciado fumando pipa

en la secrecía coludida del despacho,

el que signa la sentencia, el que enriquece

sin explicaciones la chequera, el que vive

en la opulencia lo indebido

y la lesa explotación, el que desde el pulpito

sepulta entre dogmas y letanías la razón,

el que no abre la ventana para que brille el sol.

 

Entre lágrimas parten para ser alguien

y tragados son por el monstruo

ignorante que dobla las campanas

de la habitación, por ideas

de muerte y destrucción, por la corona

del poder y la ambición adicta

de la copa de alcohol, enervantes sueños

y la cuerda suicida y la mano que persigna

y bendice la cantera extraída del linaje

y la boca que delega a la falacia idea

un sol paternalmente benefactor. La bestia

que galopa sobre vías 

historias de lágrimas surrealistas,

la novela de miseria y la incertidumbre

de alcanzar el sueño y no ser secuestrado

y yacer en una fosa de declaraciones

y el expediente archivado. El sueño sacrificado.

Entre lágrimas parten para ser alguien.

La opalina tarjeta de presentación

el auto más veloz, el jet, el yate y la mansión,

la alcurnia del aparador, el cliente

de distinguida sangre vip

masturbado por la firma y la dulce adulación,

más adentro tragados en vida

por cuervos que picotean

los ojos que llueven soledad, jaurías

que aúllan en la frente el sufrimiento

y cuchillos clavados en la sed

de la ansiedad, gusanos que hierven

en la frente enfermedad mental

y serpientes que miran y pregonan

el triunfo y la mediocridad,

los buenos tiempos y el lamentar

no haber sembrado en campos

orquídeas en las manos de ayer,

aves migratorias de ausencia

y la nostalgia y la copa y el vino y el humo

de la melancolía y los rescoldos

del erotismo y la sexualidad.

 

En el periplo sueños de manos son perdidos,

el viento diluye la fuerza que en vida es río,

el miedo cubre el plumaje

y jamás alas atreven a volar,

pesa el miedo como las cadenas

y el escepticismo mata como la espada

y la serpiente más temida y venenosa. La rabia

y la desolación habita el viaje

convertido en cruel martirio.

 

La nave encalla en las ideas

que ensambló el astillero del linaje y el rumbo

incierto del capitán que tripula

sin instrumentos hacia puerto desconocido.

 

Entre lágrimas parten para ser alguien.

Más no saben, no descubren la flor suprema,

la sublime creación, el receptáculo

de fragante inteligencia, el diamante

puro de razón, la sinfonía de libertad,

la luz de sol.

 

No saben que existen otros astilleros

de majestuosos constructores y bellas naves,

no saben de otras agencias de viajes

y otras formas dignas de viajar, no saben

que el contrato signado al nacer

puede rescindir la voluntad.

 

 

 

 

EL SABOR DE LA PALABRA

 

No amo mi patria.

Su fulgor abstracto

es inasible.

Alta traición.

JOSÉ EMILIO PACHECO.

 

 

A quema ropa percuto el gatillo

hiriente de mi boca, da en el blanco

la munición verbal, furor brota

y mora para siempre en la memoria,

 

es la grandiosa palabra que todo

nombra y canta, la fuente y la manzana,

brisa y fragancia, el sabor en la mente,

la copa amarga, la mordaza en sed,

el cuchillo clavado por la espalda,

la ampolla, la espina sembrada al pie,

la sentencia al inocente,

                                         la antorcha,

 

la palabra amorosa frente a tí

inmersa, el temblor del cuerpo y la voz

entrecortada y urgente y la verdad

de amar rocío expele en el crepúsculo

cuando los labios vierten en tus ojos

la razón entrañable de los míos,

cuando se decir te amo y hace frío

y te abrazo y te cubro entre mi abrigo

y caminamos por el parque y dices,

hace calor, tengo sed, nos besamos

como si fuera del ósculo el último

latido, abrazados como el brocado

de dos hilos que se unen para tejer

el paisaje de vida, bajo el cielo

nublado de violáceo palisandro

tu voz sangre convencida perfuma

de tu boca la mía cuando ofrendas

la ambrosía –quiero ser tuya– mudo

te abrazo, viajamos en el silencio

más amoroso del espacio, en llamas

esculpimos sueños en el futuro

que ya es en nuestros labios, nos miramos

en la consorte imagen, en la nupcial

noche derrochados y, las arrugas

en el tiempo sellamos en el tallo,

cómplice y testigo, el árbol,

                                              campanas

escuchamos, un trino de sabores

y cantamos al unísono, nieve,

reímos mientras probamos el sabor

de la que más te gusta, de cerezas,

de chocolate, vainilla, de vida,

de besos y de rosas, de colores

mariposas el tiempo compartimos,

el sabor de tus labios en mi oído,

la melodía y la gran interprete

de voz maravillosa, tú y yo

frente a frente, bajo la fronda púrpura

y mi madre en la cocina prepara

agua de limón, del vaso elegida

y de mi boca, chiles en nogada

y rico mole y círculos maizales

y la poesía y Neruda y la décima

musa y la majestad de Macondo

nombrando con otro nombre a los nombres

y los fantasmas yermos de Comala

y los muertos que ya no viven y hablan

en vivos fantasías evocadas,

el drama y la imaginación, llama

que consume la sangre, tan temida

y tan nombrada, la muerte, la gesta

y las batallas, Don Quijote y Dulcinea,

nombre y palabra, lumen de la vida

la realidad imaginaria, el cetro

y la ínsula prometida a Sancho

Panza y Jesús arrojando del templo

la escoria que masturba la mirada

y la ciudad de Mutra en su grandeza

edificada en luminosa pluma

de Paz, apiñada en la arquitectura

del lenguaje y la palabra, tallada

sobre cimientos de diamante y columnas

y muros y murallas que la verdad

de sí levanta en la comprensión

del río, el canto, el ojo y las cascadas,

los niños que hablan la primer palabra,

los primeros pasos y las sonrisas

del angelito y las vocales letras,

las primeras sílabas, la palabra,

todo lo nombra la palabra, somos

génesis de palabras, todo sabe

a palabras, sabe el sudor a sal,

sabe al canto del niño la palabra,

sabe a la fuente amorosa, al regazo

y al reboso celoso de su crío,

 

sabe a la noche mágica y mentida

en la inocencia frente a su juguete

que el rostro escribe y juega para reyes,

sabe a magia volar el papalote

y ganar en el juego las canicas,

sabe a niña que juega con su padre

a la cocinita, sabe a señora

piñata que asaltada en su castillo

por el palo de la escoba festeja

con regalos a los golpistas niños,

sabe a la orgullosa madre que escucha

el nombre del amado hijo tomando

en las manos el diploma de alumno

distinguido, cuando el bautismo, cuando

los quince y el título, cuando el ojo

el número de billete premiado

es y revierte la desdicha, cuando

pan hay en mesa, agua y postre y vino

y las manos de apetitoso niño

baten la papilla y comparte al gato

el hígado y la sopa, el primer llanto

del cuerpo ensangrentado cuando llega

al mundo como herido y la sonrisa

encantada que al partir se despide

en la festividad del trenecito

que vueltas da en la emoción de un círculo

y la feria que excita la alegría

y la algarabía y dulces antojos

y los novios y el disparo violento

a hombrecitos muñecos de metal

y el dardo que muere al globo por sed

de poseer lo que valora la sangre,

 

la máscara, el castillo, la alcancía

que guarda los pilares de la vida

y el grito hipnótico que sube y baja

como títere la sangre mareada

y doliente de la vida, la rueda

de la fortuna, la corona al hombre

por breve tiempo en astas de la luna,

en lo mortal del precipicio, atado

al mundo del materialismo, el cetro

lueguito pierde brillo y la mirada

sumida en territorios de vacío,

en castillos donde no emerge sol,

 

mejor estar a ras de tierra, en tierra

firme, sobre la tierra del yo soy

y no sobre el poder de las murallas

del yo tengo, la vida es mejor vida

cuando se vive desde dentro, sabe

a libertad, sabe al viento que amante

corteja la fragancia de los pétalos,

sabe la palabra al sembrador, al amor

que todo lo comprende, al sol que irriga

el surco, sabe a lluvia y al olivo,

sabe a su creador, líquida palabra,

sabe a gloria el agua que del manantial

lleva la mano a la sed, sabe a agua,

sabe a bálsamo la palabra, a salmo

en oídos del caminante sin paz,

sabe al beso, al cuerpo que refugiado

bajo la cueva del cobijo ve brillar

detrás del ventanal un bosque níveo,

 

sabe el hambre a pan y sabe la rabia

amarga como el ajenjo en la boca,

sabe a la agonía en colinas líquidas

antes de aceptar morir, sabe a vértigo

retar la gravedad mural de un sueño,

sabe al resabio picante que incendia

la ciudad culinaria de los tiempos,

sabe a los ejércitos allanando

la mujer y sus niñas y sus anos, 

sabe la violencia a violentas fauces,

a sangre que brota como una fuente

de miseria, grieta que no se sabe

borrar, sabe a venganza, traición,

cuentas por cobrar,

                                  sabe a decadencia,

sabe a devastación la palabra,

nos devoramos, somos la catástrofe

del árbol, nuestra sangre es filo, es tajo

que borra un árbol, es polución

que nubla el miravalle, es el plumaje

cantico del pájaro en el futuro

extinto en copa del ciprés, del sauco,

somos el vampiro, nos devoramos,

herido viaja el ser humano, mito

encarnado, investido de palabras,

pensamos, volamos en vilo, somos

en la palabra lo que pienso y canto,

 

somos en nubes sentados leyendo

un poema sobre los peces atlánticos,

somos en la mente del prodigio salto

cuando se desata el nudo de un sueño

imperioso y diáfano, el ocular

observante, el fiel revolucionario,

el tren, el faro, la vía y la rueda,

árbol benefactor,

                              el sol filántropo,

el que esculpe en el pensamiento y viaja

más allá de la carne, el que barreras

rompe y va mas allá de multiplicar

el cuerpo y rumiar y esperar la muerte

sentado en la miseria de los labios,

 

el que canta y el que ama la palabra,

el digno de epitafios, el que vuelve

a la tierra y vive en la frente de otros

labios, el que la vida es trampolín

de otro salto, el que muere fusilado

con la frente en alto, el que flor la muerte

es y semilla en surcos de otros labios,

 

sabe la palabra a sangre agraviada,

sabe al llanto de la madre buscando

los fragmentos de su hijo, ajenos gritos

de cuerpos que desangran los cuchillos

y el disparo y la granada y las ráfagas

y la voz implorando -no me mates-

entre cuerpos cercenados y lágrimas

y lamentos de auxilio, paramédicos

y sirenas en vilo y la cruz roja

y la madre aturdida -pronto, es mi hijo-

fue un retén -malditos- hay niños muertos

y heridos, cementerios clandestinos

sin flores en baldíos, sepultados

con el tiro en la frente, la guerra frente

a frente, el libreto de una tragedia

anunciada en la boca de un príncipe

delincuente, que para legitimar

la fechoría eleva el estandarte

de la guerra, la ambición violenta

del gran título engendra en el espejo

tragedia y luto y pena, cruel libreto

insinúa el príncipe de la pluma

maquiavélica, el poder por el poder,

la caterva coludida y el cohecho

y el oprobio de las bestias que orinan

la desdicha de la sentencia, -el fin

justifica los medios- -haiga sido

como haiga sido- la sin razón

del príncipe gobierna y desgobierna,

 

el títere de la caterva, el líder

que prescribe la violencia, el que sirve

en copa de cristal al extranjero

y al distinguido rostro que somete

a voluntad los ojos de su tierra,

el que escribe con grafías de sangre

la tragedia, el que gobierna con spots

y la comedia, el que vende al receptor

mentiras maquilladas de indulgencia,

el príncipe que corona la faena

con racimos de muertos y festeja

las altas ventas de fúnebre empresa

favorecida por la sangre muerta

en combate de los hijos nacidos

en la fértil grandeza, en la miseria

inducida por la frente sin brújula

y sin sapiencia, gobierno de tierra

coronada de riquezas, pobreza

ha sembrado en la nación, cerrado

puertas al pueblo y violencia y adicta

juventud y corrupción y guerra

legado ha la visión estratega,

el que sabe poner cara de cínico,

el que gobierna sólo con su dicho,

el que ya no sabe andar solo en calles

y va entre rifles muros protegido,

el que hace teatro y set de los deberes,

el que no escucha

                               el grito de auxilio,

señorita, mi hijo se me va -espere,

no aparece en sistema, no ha saldado

la cuota, por tanto, tiene derecho

a morir, quizá otra unidad- -camas

no hay, no hay médico y además hay cambio

de turno, lo lamento, vaya a torre

de cristal- -firme este pagaré- -pronto,

una camilla- sano el niño, con agua

fría y una tina y una compresa

y una aspirina, importe de factura

la noble cantidad -su casa es nuestra

el saldo y respectivos intereses

fijará su excelencia la justicia

junto con el honorable bufete,

desgraciados,

                      sabe a grandioso México

la palabra, sabe a corrupta sangre,

a influencias apreciables, sabe a muro

burocracia, sabe a firma que sabe

el contrato y el permiso es ilegal,

sabe a modesto funcionario, nuevo

rico, sabe a lucro y productividad

de la curul voz que eleva su voto

empinando a la miseria al hermano,

sabe a migajas que de limpias manos

seres predilectos en los castillos

acopian los diamantes que el trabajo

de las manos esculpe de la máquina

y el buril, sabe a lamentable vivir

burlado, sabe a treta, sabe a rabia,

sabe a alzar los puños y no vivir

callado, a reivindicar la palabra

y hacer virtuosos los actos,

                                             la vida

sabe al hombre que va en el auto frente

a tí, mentando madres, inmóvil

en el tráfico de la indiferencia,

sin mover un dedo, echado en la hamaca

tejida de egoísmo, sabe a México

la radiografía de este ir y venir

de la palabra,

                        sabe al noble México

que venera con fervor la memoria

de los muertos, sabe al México unido

en la tragedia, sabe a los platillos

selectos, sabe a enchiladas, sabe

a pan de muerto, sabe a campo agave

y a tequila, sabe a sandía, sabe

a fiesta, a la virgen morena, a mañanitas,

sabe a peregrinos rumbo a la villa,

sabe a la palabra en doble sentido

y al revire follar lo dicho, sabe

a la música, al mariachi y la tambora

y las guitarras, el cielito lindo,

el rey, dios nunca muere, un buen tequila

tapatío, la letra del corrido,

la danza de los viejitos, el vuelo

desde la cumbre del mástil en círculo

de los hijos de Papantla, los charros

investidos de selecta elegancia

y el floreo de la reata y el talento

artista forjado en telar y manos,

el amoroso reboso y el cántaro

sol en la cumbre erótica del amor,

 

la palabra sabe a bellas pirámides

y otros vestigios, sabe a pulque, sabe

fiestas patronales, sabe a hermosos

fuegos artificios, sabe al efluvio

de los tianguis y mercados y sabe

a las mujeres y a sus hijos, sabe

a tí, a mí, a ellos, nosotros, a ella

y a los niños, a la novia, a los ríos,

a los níveos volcanes, a la flora

y a los bosques de pinos y las águilas

y los jaguares y los ritos, sabe

a la nostalgia de los hijos cuando

habitan otras tierras, sabe al pueblo

ufano y nuestro, al nombre de las calles

que ven morir el sueño de los héroes,

a Hidalgo y Juárez, a Villa, Zapata

y Madero, las arterias vitales

de todos nuestros pueblos, toda calle

lleva al centro, al mismo rostro cautivo

en cada pueblo, al kiosco y el globero,

los novios y los besos, la palmera

y los jardines, una fuente, un perro

y frente a frente el clero y el gobierno

y el mercado aromado y la señora

de los nopalitos y otros manjares

que fluyen de los ranchitos al centro

de nuestro pueblo, sabe al pueblo el rostro

distante de su pueblo, sabe a pronto

vuelvo, sabe a regresar vivo o muerto,

sabe a piel estremecida y los ojos

invitados al imperio de lágrimas

cuando un soldado del himno las notas

escucha en tierra donde es extranjero,

sabe la palabra al rostro de sueños

y míticas creaciones, sabe a bellos

alebrijes que rondan fantasías,

sabe a la oral memoria de los pueblos,

sabe la palabra al pueblo y sus gentes,

sabe a los poetas, sabe a Pedro, al señor

Juan, sabe a Monserrat, sabe a Justina

y a María Eduviges y don Próculo

el tendero, el doctor y el carnicero,

sabe a préstamo de barrio, al perejil

y los frijoles, los chiles curados,

la flor del panadero, el padrecito

y el maestro, la partera, el curandero,

el brujo del pueblo y el carpintero,

la casa de los muertos, la cantina

y el teporocho que fue distinguido

en remotos tiempos, el caballero

y la dama de sombrero, el mendigo

y la señora virtuosa que arrastra

entre sus curvas el ojo y los deseos

húmedos de las sábanas,

                                            la esencia

del barrio, los amigos, las muchachas,

la sangre del barrio, los personajes,

los sueños que volaron de las calles,

el doctor más eminente, portero

que voló y alcanzó el cetro, Carlos

el que vendía en el recreo su almuerzo,

ahora mercader, el pelos, el cantor,

el ganadero, el bohemio, el político,

el que envolvía a todos, el orador,

el que todos le teníamos miedo,

lo mataron cuando asaltaba un pobre

obrero, el mudo, el que siempre ganaba

diploma y cuadro de honor, la eminencia,

el Robert, amigo, siempre bonachón,

el actor, la estrella de festivales,

el payaso, el artista y el bufón,

el santurrón, el misionero, el cura,

el embajador pendiente del diezmo,

el magnate, el que disparaba a todos

el cine, se casó con doña blanca

y de un pasón quedó tarado, muerto

en vida en los jardines psiquiátricos,

íntegro presidente autonombrado,

 

duele volar del barrio, la otra semana

vuelvo a platicar con mi peluquero

don Rufino, amante de la palabra,

de la palabra que se alarga y larga

el tiempo, la oral memoria del viejo

que funda de la palabra un remanso

sobre la voracidad silenciosa

del desierto, las dunas grafiteadas

de las paredes de mi barrio, sabe

el barrio al caló del barrio, brota

la palabra del barrio y se apiña

y encarna en la sangre del barrio, barro

es el barrio de la identidad, verbo

la palabra, cuerpo y significado,

 

sabe también a mi lujoso auto

y mi chofer y mi fiel gato, al jet

y mis calzones orinados de heces

diseñados, el último suspiro

de la moda en mi corazón de roca

y la pulcritud luz de mi elegancia

y mi boca de culebra adulante,

es mi rostro prepotente, humillante

sobre alfombras que sirven mis caprichos,

 

vuelo a las Vegas, necesito verdes,

sobre ruedas lo convenido, sueño

el casino, sustanciosos los viáticos,

yo firmo, yo cubro el tajo, me lavo

las manos, sabe la palabra a manos

limpias, sabe a valentía si dicto

a mis amaestrados perros frustrados,

-rómpanle la madre, por osar cruzar

mi aire trayectoria-

                                 cretina escoria

que denigra la palabra, la vida

en el club, la raqueta, el golf, la fiesta,

el nuevo auto, el viaje ilustre al longevo

continente y las luces de los antros,

el desmadre y la embriaguez estúpida

de los labios, el club y mis amigos,

el que abusó de la chica y de premio

lo enviaron a Suiza mientras el río

vuelve su cauce, el amigo de gusto

refinado y ojos vanos catando

las delicias de un chateau y el cuerpo

espumoso y ácido del champagne

en las alturas de Manhatan, frente

a las turquesas aguas, la ribera

maya, la elegancia y el distintivo

de ser príncipe y sangrar el erario

y la cuenta en las espaldas de rostros

que tributan lo justo, sabe amarga

la palabra, sabe a encono, a juicio,

sabe a sangre sin humanidad, sabe

a sueños de grandeza animal, sabe

a ignorancia, a miedo a volar, a esclavo,

a pájaro sin libertad, a barca

sin velas, a pez sin mar, sabe a todo

la palabra

                   y sabe intensa a tí,

a tí que lees este verso y el próximo

y los siguientes, la palabra vive,

encarna en la razón y la conciencia,

emerge de tí, se escucha en tí, sabe

a tí, es del color de tí, la fuerza

tiene y la verdad de tí,

                                      es el manjar,

hay que saber el platillo degustar,

es miel, es fruto en la mesa, es la llave,

la que abre puertas, la que tiende puentes,

la que sabe hacer amigos y sabe

consolar al que sufre, la que calla

cuando es debido, la que sabe notas

y entra como los violines, precisa

en el soneto, amorosa en la cuna,

explosiva en las sábanas, ardiente,

revolucionaria, sabia en parábolas,

luminosa en la patria filosofal,

vertical en la ética, objetiva,

justa, sublime, humilde, libre, intensa

en el saber del erotismo, en música,

en poesía, en vida, la musa bella

del poeta,

                  la hechicera de los labios,

la invitada de honor, la magia en teatro,

la actriz y la dramaturga, la niña

que declama y hace florecer lágrimas,

la que vive para ser, la que no

busca perlas de felicidad, porque

la felicidad corona la frente

colmada de diamantes y fragancia,

la que no vive del aplauso, vive

para sí, la que no canta por pesos

devaluados, la que ama la palabra,

la que muere en su escenario, la digna

de dorados epitafios, la novia,

la hermana, la desposada, la amante,

la concubina, la que sale a vender

su sexo, la madre abnegada, voz

mujer que no calla, la fuente láctea

de sangre angelical, la fuente de amor

que amamanta los deseos de la vida,

la que de arrugas el tiempo ilumina

con diamantes de serenidad, de luz

en la fiel mirada, la que reúne

la vida en la palabra, la oportuna

palabra, la que no distingue razas,

la que brota del mismo color sangre,

la que cantan todos

                                   y sabe a tí

y sabe a mí, la que sabe a mi cuerpo,

la que sabe al falo donde descienden

los deseos y la rosa de tu cuerpo,

la que sabe a la princesa amazona

cabalgando el abdomen de mi cuerpo,

la que sabe al efluvio de tus pétalos,

la que recorrió mi geografía

con ramilletes de labios y fieles

aves cantando eróticos lamentos,

la que sabe a tu cuerpo, la que sabe

a cerezas de tus senos, a uvas

de la tierra de tu sexo, a manzana

prohibida y ansiedad cuando no suena

el teléfono, a desvelo y celosos

libretos, sabe a -que pendejo- sabe

a sangre, a tierra fresca, a flor de fuego

ofrendada al beso,

                                sabe al instante

pez que en manos se fuga del horario

forastero, sabe a elipse órbita

que mastica los años y los días

y las horas y la frente rugosa

y la espina que no luce vertical

como en las ardientes horas de ávidos

abriles y la nostalgia que llueve

como en los mejores tiempos anclada

en un bastón de pausado caminar,

sabe al ayer la tarde y el futuro

a polvo, a vestigios y viejas fotos

raídas por el tiempo y cobijadas

por la reminiscencia de dos o tres

generaciones, sabe la palabra

al pincel que relata la memoria,

sabe a todo y mucho más,

                                            sabe a muerte,

sabe a gélido hierro que prostituye

el criminal, la ignorancia, el dictador,

el que pone la mordaza, el que calla,

él y los que siembran infiernos, ellos,

los violáceos peldaños que detentan

los diamantes que brotaron en tierra

de pesebre, cofradía que bajo

subterráneos de pulpito sepulta

la verdad y los manjares de un hijo

de padre carpintero, vendedores

de ignorancia a precio de vivir muertos,

bajo lápidas, los que abusan cuerpos,

los que adoran el yeso convertido

a santo, los que compran indulgencias

y doctrinas sin verdad, los fanáticos,

los que profanan la palabra -humano-

la palabra del hermano, la sangre

del hombre, la palabra de los labios,

la que vale mucho más que todo oro,

la palabra de diamante, la llave

de toda la verdad,

                                la que condena

y prostituye y lanza el primer dardo

de lamentos, la que incendia con pólvora

y espinas el linaje de la rosa,

la fruta enferma que contagia el sabor

y el rostro de la vida, la violenta

sangre que no tolera la distancia

verdad de otro poema, la partitura

de otra pieza, la grandeza de otra idea,

la sangre que depreda, que no sabe

construir en la palabra el puente, bestia

que edificar no sabe, que persigue

la imagen reflejada en el espejo

donde abreva, la que mastica miedo,

 

la serpiente boca que prostituye

el sabor de la palabra, el obsequio

legado por el tiempo,

                                     el gran imperio

de crueles bestias despliega la guerra

en la sangre de la tierra, metralla

intensa separa de las paredes

consanguíneas columnas de miseria,

la muerte ronda, la herida del polvo

mismo que dispara el dardo que aflige

el rostro en la trinchera, atormentada

tierra ante el festival de la ignorancia

canta desértica, sólo la sólida

montaña aleja con inteligencia

de la vida la vileza y el eco

destierra las humillantes raíces

que agrietan la belleza de la piedra. 

 

 

 

SENDAS DE ROSTROS

 

Sendas de rostros que iniciaron viaje

en las llanuras africanas

convergen en la piel de la distancia,

entre símbolos y dioses

reconocen en el sexo la flor de su linaje,

 

enfermedades hacen primavera

la empática geografía de carne,

la arquitectura biológica

levanta en vilo la flor del mestizaje

y las pirámides y los templos

provenientes de la sangre, del fuego líquido

y tangible en la cantera y el estuco y

el filo de los dioses y los cuchillos

de obsidiana y el hierro forjado al rojo vivo

y la razón equidistante del sincretismo

apiñan en la catedral

y el crucifijo, bajo la tortura cruz

pronombre sangre,

el plumaje réptil y tonantzin y las rosas obsequiadas por el pincel al elegido y el mito

y los multitudinarios sacrificios y

la confesión y el bautismo

y la frente persignada

con artilugios de martirio

y la lección ritual del catecismo y

el cuerpo y la sangre de cristo,

y yo escribo en la ribera de mi nombre

mi destino y me rebelo y digo,

no soy mestizo, no soy indio,

no soy europeo, no soy negro,

no soy eslavo, ni asiático,

ni esquimal, ni americano,

simplemente -soy un hombre-

-soy un ser humano- de ojos que no saben

de birretes y títulos nobiliarios,

de opulentos palacios y carruajes sacrosantos,

somos de precisas circunstancias

y nobles geografías,

del mismo planeta, de la misma tierra,

del mismo origen volamos

la estirpe del árbol,

 

mi sangre es del mismo color de tu sangre,

no tiene linaje que denigra y atropella

la tintura y la apariencia de la carne

o el tejido de la túnica o la pulcritud del traje,

 

somos hombres del mismo sol,

de la misma agua que viaja en el río

la sed del peregrino, del mismo artífice

la fiera, del mismo ojo la luna

y las estrellas, de la misma boca

la fragancia de las piedras,

de la misma sangre los faros

y la sangre sumida en la miseria,

del mismo surtidor el don de la grandeza,

del mismo surtidor el escultor de las ideas,

de la misma mente el drama

de mi herencia, los mitos, las creencias,

los dioses de piedra, el hechicero, el alquimista

y la ciencia, la filosofía y el poema,

el Olimpo monte, la zarza en llamas,

la sangre vertida en templos de deidades

y el imperio Azteca y la modernidad

y el chip y la enajenación y la cibernética, 

 

vuelvo al polvo los dioses heredados,

los admiro en la curaduría de museos,

los envuelvo en papiros de historia,

los despojo del poder sagrado,

quemo crucifijos, fetiches, ídolos

y lugares santos, redimir al árbol,

no más clavos en la muerte,

ni muletas en la frente, ni engaños en labios,

entierro al dios que me engañaron,

quemo las alas que no vuelan,

zarpo de mi nave, viajo en la frente

territorios jamás imaginados,

la evidencia de lo que lejanamente

mi árbol ha soñado,

descubro nuevos continentes, lugares

mágicos, amorosos soles,

vetas de diamante, luminarias, altos faros,

labios de luz, manantiales diáfanos,

cascadas de saber, la grandeza del hombre,

la ciencia introspección del ser humano,

cultivo el milagro en las tinajas

de la frente, el mejor vino

servido en las bodas de Canaán

degusta la palabra de mis labios

y los ojos extasiados en los jardines comprensivos de Buda

y la filosofía, rocío en la fronda

y lunas en océanos y estrellas

en el cielo de real humanidad,

 

el cuerpo es carne,

polen, flor y canto,

razón, inteligencia y vastedad

que no corrompe el ciclo

del viaje por la sangre, los pasos

del linaje describe el timón del albedrio,

las manos poseen la dote

para sortear escarpadas cumbres de latidos,

incansable peregrino

continúo el éxodo en la distancia,

soy el futuro de sendas de rostros

que partieron un día por la mañana

de las llanuras africanas,

 

voy más allá del futuro que me abreva

y me incendia y me desangra

en el presente y la nostalgia,

 

me dirijo en otra piel a otras realidades,

voy más allá del horizonte y los rubíes

de carne, soy caminante en el bosque

profuso de estrellas y sueños de luciérnaga,

existo en la imaginación,

me encuentro en la conciencia,

soy de luz y de materia, soy del tiempo

primavera, soy de lo sublime

parte de la esencia, fruto de inteligencia,

 

la metamorfosis del capullo en las aceras,

el código de la semilla,

la florescencia.

 

 

 

 

¡DEUS!

 

Mi sangre arde intoxicada de tu nombre.

Postrada, hincada

sobre indignos lodazales y columnas

de violentas jaurías de ansiedad,

entre plagas que nublan hermosas cúpulas

y sorben de flor -humanidad, ambrosía, paz- Parvadas de cuchillos homicidan

las semillas, el roble de cristal.

 

Lluvia las praderas fauces

sangre tempestad.

 

Agitados los vitrales

miran del rostro gestos que enturbian

del río la claridad. Las palomas

que defecan la testa de yeso santidad,

el cura que cura sus deseos

la radiante primavera de los seminaristas

y las eróticas vírgenes sentenciadas a callar

entre tumultos que aturden el muro

de las lamentaciones, la Meca

y las redes de hiedra Tepeyac.

 

Tu nombre es paja que pisotea

el forastero que perdió de mente libertad,

los diamantes, la luz,

la razón obsequiada al animal.

El hombre que en tu nombre siembra

la perversidad, el dictador que rapta el cetro

y jode y calla la verdad,

el que yergue en mármol castillos,

murallas de miedo, emblemas de poder,

ejércitos y monedas,

versus,

las fragantes rosas,

el rocío y la razón que del alba perfuma

el sol que ríe al mundo infantes cantos.

 

La ficción de espejos

que destellan príncipes del celibato,

infiernos de labios,

columnas de robustos castillos

e inexpugnables conventos

macabros, fetos arrancados, vidas apagadas

masturbando la vida en cavernas

de utopías y héroes fantásticos,

rostros crucificados en la ignorancia

de sótanos y sotanas de un árbol

de mitos y dogmas, retablos dorados

sobre el filo de tu nombre

levantados, reyes intoxicados

que intoxican la sangre,

rostros que aúllan en la fronda

el sufrimiento de miserables cantos,

mendigos suplicando de tu mano

racimos de favores, clemencia, auxilio,

el nirvana no encontrado,

rostros que perfuman

tabernáculos, pulpitos, plegarias

que visten de explosivos, fanáticos

que en nombre de quien no conocen

ofrendan la perversidad de sus delirios,

la explosión de los malditos cuerpos artillados

arrojando sobre sueños arquitecturas colapsadas, multitudes confundidas, sangrantes, desmembradas, heridas madres

y sirenas indignadas, extremidades mutiladas,

mujeres ultrajadas, niñas violadas, casas incendiadas, frentes con el tiro de gracia,

guerras santas, santas maquinarias

de tortura, cruzadas, guerras cristeras, lanzas,

santas cuentas bancarias, ramilletes

de ambición, plegarias de dolor,

plagas en peregrinación, teatro y flagelación

y la crucifixión de la verdad

y la razón que aroma el verbo, mutilada,

sangre elegida, sangre que discrimina

el color y la fachada,

 

sangre de piraña que muerde y se desangra

y arranca del ser el portento de las alas,

la libertad del pez castrada, asfixia

la palabra, la homilía sumergida en libretos

de infiernos, paraísos sin tragedias, macabras

escenas de muertos levantándose

del polvo de sepulcros olvidados por el tiempo,

cuerpos ardiendo eternas llamas.

Deus.

De tí -sólo el nombre pronunciamos-

Del prodigio de tus manos

sólo guerras, flechas y misiles pensamos.

De tu grandeza

sólo sufrimiento, violencia, rabia, holocaustos

obsequiamos a la sangre. Abdicamos

el vuelo, renunciamos la vida. Del cuerpo

hacemos precipicios de hienas

y urgentes ciudades de gusanos putrefactos.

Amputamos el humanismo, el arte, el prodigio de las manos hace leño nuestro árbol.

 

Sonámbulos viajamos, muertos, caminamos

entre jaurías de cuervos insaciables

y el relámpago, entre la locura y el trueno.

 

La primavera viste de gala

el campo, la noche unge de estrellas

la mirada de los enamorados, el día

embellece las orquídeas, los peces

pulen los cristales, el diáfano miravalle.

 

Llueve: bajo el arcoíris -festeja la vida-

el concierto de los pájaros.

 

 

Datos vitales

Sergio Alarcón Beltrán (Tianguistengo, Hidalgo, 1967). Es poeta y narrador. Ha escrito los poemarios Imperio de miradas, Piedra de todas las edades, La flor del cáncer. Escribió la novela Al borde del orgasmo.  

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