Presentamos, en versión de la poeta y traductora venezolana Erika Reginato, algunos textos del poeta, dramaturgo y ensayista italiano Loretto Rafaneli (Bolonia, 1948), pertenecientes al volumen “Caminos del Agua” editado por Monte Ávila. Uno de sus poemarios fundamentales es I confini del Viso, publicado en 1987. Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y ha recorrido diversos países en festivales internacionales de literatura y poeasía en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.
El Hielo
1.
Cruces, cruces extendidas, extendidas
en las calles, en las desembocaduras, sangre
sangre como huella exhausta,
los pájaros que se desvían de las tierras
negras donde el fango sepulta
a los niños, seca tierra como
los labios de las invocaciones
que refractan en las llanuras sin
cosechas, los unos y los otros
divididos en el lumen de la muerte.
El rojo árido de los atardeceres
y de los amaneceres, las viejas
en sus remordimientos de madres,
padres lacerados en las guerras
que corta neto los pinastros, mudos
en los fosos rezan, en el recuerdo
ciego a las ventanas. Hay un frío
espectral en estos blancos
Balcanes, un hielo híspido de nombres.
2.
Un hielo híspido de nombres
y los viejos, y los niños todavía
paralizados en el lento esperar.
Los brazos en el barranco, en la planicie
vacía que llega al mar,
en una tierra amarga sin
pupila con el pan seco
en mis labios, y se sosiega
la mirada en los ojos de los hermanos. No regresa
la nieve, ahora arrasa y derrumba
el gregal los cuerpos. Las mujeres
en el silencio de la maternidad
que destroza, en la mano
que ensangrienta los ríos,
y todo el campo
es una plaga de mármol.
3.
Una plaga de mármol en los silencios
de los hombres ciegos del frente.
Bizancio adolece de barro
en las ciudades donde la peste asedia
las lágrimas. Las llanuras
están colmadas de ojos de lama.
Las montañas no tienen
más árboles para escavar la tierra
de los muertos en la borde de rojos espinablos.
El invierno llega a nuestras manos
con el blanco de hombres lejanos,
días que congelan las rodillas
de los hijos y en las calles
los disparos se pierden en las voces.
El silencio blanco de los nombres
El canto de madres alcanza
la cima del tiempo y las trenzas
de las muchachas se hacen velo desgastado.
En las envueltas sábanas, en una luz
de vidrio, los jóvenes están en orden
e inmóviles en el viaje que desde el malecón
alcanza al sueño perenne.
En el recuerdo extremo de las voces.
En las noches los hijos vestidos
de blanco peinados por los muertos,
nosotros temblorosos al buscar un amor
en un silencio que amuralla
las apariencias de los nombres. Tu rostro
pesado de frente al malecón
alto que el agua
cancela en cada estación.
Y vives mudo como un exiliado
en la ciudad desierta, en el surco
de las carnes, y me dices de ti,
de tu final y me miras.
La sonrisa de los padres
Las voces, padre, las sientes en la noche,
o en esta hora de la vigilia,
cuando miras es más allá del mar
las mujeres esperan tu
amor. Es una noche en la cual las madres
desatan los cabellos y en las camas
abrazan los blancos vestidos
de los matrimonios, solas en las orillas largas
donde los hijos han pasado
y van ahora con sus hijos a buscar
sobre las riberas de los ríos la sangre
de los padres, pobres, siempre,
más pobres, con estos panes negros,
insaciables, en aquel olor fuerte
de aquel verano. Tú la recuerdas,
padre, era temprano en la mañana
y la mano estaba cerca.
Luces segadas
Existe un silencio mudo de ojos
y una voz asignada al hijo,
es difícil pensar en el tiempo
que arrasa la luz pesante
de una nieve que después desaparece.
Y el salmo nocturno consterna
y hace temblar las bocas perdidas.
Pero el padre que más puede decir
si no inducir a la oscuridad de una noche.
“¿Dónde estás?”, me dice el pequeño,
y el mutismo se hace precioso como
el aceite santo para el moribundo.
Huellas
Sombra se hace el tiempo y huella
tras huella como piedra
los cuerpos devasta.
Y las trenzas extendidas sobre las noches
son diminutas llamas
que vagan en el viento,
esperas infinitas, lugares sin paz.
Los niños corren en los campos
y las mañanas fluyen
en una desnudez sin palabras.
Un horizonte de nieve
Se apagan en un horizonte de nieve
los cantos de las mujeres que invocan
con ojos de sal.
Y el pan de la noche, de los hombres,
de las voces cercanas, vigilar
en una carne abandonada,
entre los campos sagrados y solitarios,
en el viento que lleva los nombres
de un tiempo en una oscuridad amiga.
En el silencio que se encubre entre las curvas
rosadas de finales de verano, en los ríos
lejanos que los seres vierten
en las amplias llanuras. En el canto de mujeres
blancas de la vida. En los recuerdos
que deja el umbral carente de luces.
Guerra
El Occidente se extiende en la urna
de su tiempo y borra el canto
que la Navidad trae
en los ojos. Y atraviesa
sus heridas sin nombres,
en calles cerradas
y en las iglesias apagadas de sus
llamas antiguas.
En las manos de los hijos los miembros
desnudos de tierras lejanas,
un coro de agonía desolada
y en nosotros la vil pena de un desasosiego.
Poemas de Loretto Rafanelli de El silencio de los nombres (ed. Jaca Book, 2002)
Traducciones de Erika Reginato publicadas en la antología Caminos del Agua.
(ed. Monte Ávila, Venezuela, 2008) .
Datos vitales
Loretto Rafanelli nació en Porretta Terme, Bolonia, Italia en 1948. Poeta, dramaturgo y ensayista. Publicó “Los límites del rostro”, (I confini del Viso 1987). El libro de ensayo, prosa y aforismos “La sangre de la memoria”, (Il sangue della ricordanza, 1994) con la editorial “I Quaderni del Battello Ebbro”. La obra de dramaturgia “En las oscuras habitaciones”, (Nelle buie stanze, 1997). Realizó diversos proyectos de arte y poesía, entre estos, lecturas poéticas para la Bienal de Venecia (2001, 2005, 2007, 2011). El libro de poemas “El silencio de los nombres” (Il silenzio dei nomi, escritos durante el periodo 1987-2001, editorial Jaca Book, 2002). En el año 2005 se publicó “Las voces de Filadelfia,” (Le voci del Filadelfia. Il Grande Torino, I quaderni del Battello Ebbro), inspirado en los sucesos contra el equipo de football en Turín (Italia) en 1949, sigue “El tiempo de la espera” (Il tempo dell’attesa, Jaca Book, 2007), Su libro de ensayo Las voces, el coro’ (Le voci, il coro,2008) constituye uno de los más importantes aportes críticos para comprender las características y caminos por los que ha discurrido la poesía italiana y mundial en el siglo XX. ‘Artemisa. El fuego sagrado de la pasión’, (Artemisia. Il fuoco sacro della passione, 2010). En Venezuela se publicó una selección de sus poemas en “Caminos del agua. Antología de poetas italianos del segundo Novecientos” (Traducción y selección de Erika Reginato, año 2008, Monte Ávila Editores latinoamericana). Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y ha recorrido diversos países en festivales internacionales de literatura y poeasía en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.