España en su poesía: Luis García Montero

Iniciamos, con algunos textos de Luis García Montero, un dossier de poesía española contemporánea, una radiografía plural y enterada de lo que hay que leer en la actual poesía de la península. García Montero (Granada, 1958) es uno de los poetas más significativos de España y uno de los más leídos en América. Mereció el Premio Nacional de la Crítica en 2003 y el Premio Poetas del Mundo Latino 2010, entre otros. Escribe también excelente ensayo sobre poesía.

 

 

 

 

 

Habitaciones separadas

 

Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.

Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.

Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.

Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.

Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.

De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.

No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.

Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.

Tiempo de habitaciones separadas.

 

 

 

 

 

Irene

 

Así amanece el día
Claudio Rodríguez

¿Conoces ya la tinta meditada
de la primera luz?
Mira el esfuerzo
que en la copa más alta del bosque más oscuro
raya un momento, avisa y mientras cae
forma la claridad.
Así comienza el día.
Así también, contigo,
cobran todas las cosas
un impreciso afán por empezar de nuevo,
por ser tu compañía
cuando el tiempo aparezca.

Y no es el mecanismo
oxidado de un tren lo que se mueve,
ni las maderas de la barca
están secas aún. No en todas las historias
el tiempo necesita la nostalgia.

Pero tiene la luz recuerdos que son nuestros.
Van a bajar los dioses de sus libros,
alguien descubrirá que el mundo es navegable,
habrá días y noches, y en la luna
de lo ya sucedido
respirará la fábula blanca del calendario.

¿Qué haremos de nosotros
ahora que los espejos todavía
no tienen una sombra que llevarse a sus láminas
y los recuerdos nacen aprendiendo
a contar hasta diez?
¿Qué podemos hacer con lo que nos han dado?

Como una insinuación, como la piedra
interroga al estanque,
cae la luz en el sueño de la casa.

Y la distancia,
esa divinidad que medita en el agua
de los puertos,
vuelve al pasado, busca entre sus mitos
un ángel sin heridas,
una nueva metáfora,
algo que no es tu nombre,
pero que yo pronuncio desde el fondo
abierto de tus ojos.

 

 

 

 

 

Merece la pena

 

Trist el qui mai no ha perdut
per amor una casa
Joan Margarit

 

 

Sobre las diez te llamo

para decir que tengo diez llamadas,

otra reunión, seis cartas,

una mañana espesa, varias citas

y nostalgia de ti.

 

Sobre las doce y media

llamas para contarme tus llamadas,

cómo va tu trabajo,

me explicas por encima los negocios

que llevas en común con tu ex-marido,

debes sin más remedio hacer la compra

y me echas de menos.

El teléfono quiere espuma de cerveza,

aunque no, la mañana no es hermosa ni rubia.

 

Sobre las cuatro y media

comunica tu siesta. Me llamas a las seis para decirme

que sales disparada,

que se queda tu hijo en casa de un amigo,

que te aburre esta vida, pero a las siete debes

estar en no sé dónde,

y a las ocho te esperan

en la presentación de no sé quién

y luego sufres restaurante y copas

con algunos amigos.

Si no se te hace tarde

me llamarás a casa cuando llegues.

 

Y no se te hace tarde.

Sobre las dos y media te aseguro

que no me has despertado.

El teléfono busca ventanas encendidas

en las calles desiertas

y me alegra escuchar noticias de la noche,

cotilleos del mundo literario,

que se te nota lo feliz que eres,

que no haces otra cosa que hablar mucho de mí

con todos los que hablas.

 

Nada sabe de amor quien no ha perdido

por amor una casa, una hija tal vez

y más de medio sueldo,

empeñado en el arte de ser feliz y justo,

al otro lado de tu voz,

al sur de las fronteras telefónicas.

 

 

 

 

 

Life vest under your seat

 

Señores pasajeros buenas tardes
y Nueva York al fondo todavía,
delicadas las torres de Manhattan
con la luz sumergida de una muchacha triste,
buenas tardes señores pasajeros,
mantendremos en vuelo doce mil pies de altura,
altos como su cuerpo en el pasillo
de la Universidad, una pregunta,
podría repetirme el título del libro,
cumpliendo normas internacionales,
las cuatro ventanillas de emergencia,
pero habrá que cenar, tal vez alguna copa,
casi vivir sin vínculo y sin límites,
modos de ver la noche y estar en los cristales
del alba, regresando,
y muchas otras noches regresando
bajo edificios de temblor acuático,
a una velocidad de novecientos
kilómetros, te dije
que nunca resistí las despedidas,
al aeropuerto no,
prefiero tu recuerdo por mi casa,
apoyado en el piano del Bar Andalucía,
bajo el cielo violeta
de los amaneceres de Manhattam,
igual que dos desnudos en penumbra
con Nueva York al fondo, todavía
al aeropuerto no,
rogamos hagan uso
del cinturón, no fumen
hasta que despeguemos,
cuiden que estén derechos los respaldos,
me tienes que llamar, de sus asientos.

 

 

 

 

 

 

Morelia

 

                       A Marco Antonio Campos

 

Soy cobarde.

Pero también mantengo la dignidad. Procuro

no vender la sonrisa

que los fuertes esperan.

Por eso corro hasta mis versos

como el niño que huye hacia su cuarto

cuando empiezan los gritos de la casa.

Me duermo y amanezco.

 

Ya da el sol en las piedras de Morelia.

Me levanté muy de mañana

a caminar las calles

de una ciudad que ha sido

ese recuerdo en el que nunca estuve.

Tampoco estuve nunca en el Madrid bombardeado,

pero crecí mientras buscaba

una verdad en la memoria.

 

Más que la tierra limpia,

me emociona el paisaje de cultivos,

la piedra que las manos edifican,

paredes que comprenden

un relevo de vidas cotidianas,

de cuerpos, de murmullos, de tacones

que bajan la escalera,

de peldaños que corren hasta el sótano

antes del bombardeo.

 

1939,

tal vez, o 2005,

es la historia del agua,

la lluvia repetida en el invierno

como una condición de la miseria.

El sol abre los ojos

y puede ver la infancia de un país

que huye de la guerra,

que cruza el mar,

que desciende del barco,

como la historia, en fila,

muy peinada la historia

con su maleta de cartón,

con sus recuerdos

sin estatura y para siempre,

mientras ordena el equipaje

en la ciudad que la recibe.

Valladolid. Morelia.

Suave patria.

 

Miro la catedral, el internado,

los edificios nobles,

y en la imaginación,

donde se viven los recuerdos

para que las historias generales

puedan gozar de intimidad,

agradezco la luz al descubrir

una nobleza humana

más alta que las piedras y los bosques.

 

Poco a poco la gente ha invadido las calles.

Estoy acompañado y solo

en una plaza de Morelia.

Pero siento que corro hasta mi habitación,

siento que me refugio

de los años, del agua, de la muerte,

de todo aquello, frío y desarticulado

como un juguete roto,

que me fue separando de la infancia.

 

 

 

 

 

Datos vitales

Luis García Montero (Granada, 1958) escribe poesía, ensayo y narrativa.  Entre sus libros de poemas pueden destacarse Y ahora ya eres dueño del Puente de Broklyn (1980), Tristia (en colaboración con Álvaro Salvador, 1982, Hiperión 1989), El jardín extranjero (1983, Hiperión 1989), Diario cómplice(Hiperión, 1987), Las flores del frío (Hiperión, 1991), Habitaciones separadas (Visor, 1994), Completamente viernes (Tusquets, 1998), La intimidad de la serpiente (Tusquets, 2003), Vista cansada (Visor, 2008) y Un invierno propio (Visor, 2011). Su poesía juvenil fue reunida en el volumen Además (Hiperión, 1994). Ha reunido también una selección de su obra en Casi cien poemas (Hiperión, 1997), Antología personal (Visor, 2001), Poesía urbana (2002), Poemas (Visor, 2004) Poesía. 1980-2005 (Tusquets, 2006), Cincuentena(2009) y Ropa de calle (Cátedra, 2011). Se le han concedido los Premios Federico García Lorca de la Universidad de Granada (1980), Adonais (1982), Loewe de Poesía (1993), Premio Nacional de Poesía(1994), Premio Nacional de la Crítica (2003), Premio de la Crítica de Andalucía (2008) y Premio Poetas del Mundo Latino (2010). Se le ha concedido también la Medalla de Oro de Andalucía y el título de Profesor Honorario y Académico Ilustre de la Universidad de Mar del Plata. Como ensayista ha publicado El teatro medieval. Polémica de una inexistencia (1984), Poesía, cuartel de invierno (1987, 1988, Seix Barral, 2002), ¿Por qué no es útil la literatura? (en colaboración con Antonio Muñoz Molina, Hiperión, 1993), Confesiones poéticas (Diputación de Granada, 1993), El realismo singular (Libros de Hermes, 1993), Aguas territoriales (Pre-Textos, 1996), Lecciones de poesía para niños inquietos (Comares, 1999), El sexto día. Historia íntima de la poesía española (Debate, Madrid, 2000), Gigante y extraño. Las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer (Tusquets, 2001), Los dueños del vacío (Tusquets, 2006), Inquietudes bárbaras (Anagrama, 2008) y ediciones críticas de Federico García Lorca ( Poema del cante jondo, Espasa Calpe, 1992), Rafael Alberti (Obras completas, Aguilar, 1988), Luis Rosales (El náufrago metódico, Visor, 2005) y Carlos Barral (Cuaderno de Metropolitano, Cátedra, 1997). Es también autor del libro de prosa narrativa Luna del sur (Renacimiento, 1992), de la novela Impares, fila 13 (Planeta, 1996), escrita junto a Felipe Benítez Reyes, y de Mañana no será lo que Dios quiera (Alfaguara, 2009), una biografía novelada de Ángel González a la que se concedió el Premio del Gremio de Libreros al mejor libro del año 2009. Ha publicado también Una forma de resistencia (Alfaguara, 2012) y No me cuentes tu vida (Planeta, 2012). Colabora como columnista en el diario Público e infoLibre. Ha recogido selecciones de sus artículos en los libros La puerta de la calle (Pre-Textos, Valencia, 1997), La casa del jacobino (Hiperión, Madrid, 2003) y Almanaque de fabulador (Tusquets, 2003).

 

 

 

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