Poesía de Gales: Zoë Skoulding

Presentamos, en versión de Katherine M. Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez, algunos textos de la poeta británica Zoë Skoulding (Bradford, 1967). Es editora, traductora, músico, performer y profesora universitaria galesa. Ha publicado los libros de poemas Tide Table (1998), The Mirror Trade (2004), Dark Wires (en colaboración con Ian Davidson, 2007), Remains of a Future City (2008), y The Museum of Disappearing Sounds (2013). Sus poemas han sido traducidos a más de veinte lenguas y ha leído en los más importantes festivales de poesía del mundo. Fundó en 1994 la revista literaria Skald y editó entre 2008 y 2015 la prestigiosa Poetry Wales.

 

 

 

 

Habitación 321

 

Al entrar en la habitación estás siempre

en el mismo lugar siempre que otras habitaciones se olviden

de ellas mismas

repitiendo la distancia de la puerta

al lecho

de la silla a la ventana

de la ventana al piso

al espejo

 

Aquí te gana tu amor

por los espejos mientras el movimiento pausado

bajo la superficie se convierte en piel

 

En el campo de fuerza de las vidas posibles

das tres pasos hacia el centro de la alfombra azul

con manchas

 

Es aquí donde todo

ocurre dos veces

una en el cuerpo

y otra en las palabras que le diriges

y no hay

manera de escapar de esa canción en la cabeza

la

que estaba en la habitación y ahora está en ti

 

 

 

 

 

 

Habitación 201

 

Al entrar en la habitación él espera

los dos silencios

el interior

y el otro más allá de la ventana

el silencio del aire

quieto y asentado sobre la tubería y el ambiguo

del viento o del tráfico la manera

en que pelean por el oído

 

Si hay un

tercer silencio en el alto ronroneo

de la sangre él no le hace caso

 

Cada

célula canta el ayer

el lento dormir

de los números que se multiplican secretamente

en las yemas de los dedos

cada habitación distinta

es la de siempre y cada semejanza cambia

donde el sueño desabrocha el ojal

y revela

el ojo que se abre en la pared entre nosotros

 

 

 

 

 

Habitación 117

 

Al entrar en la habitación o al salir

la oscuridad no se queda atrás

 

Barridas de hojas de sicómoro marean al

viento con un olor a nueces

es otoño y las palabras

se apilan fuera de la habitación

 

Gemütlich

espanta el tocador

un chorrito de

agua de colonia 4711

la lengua de la tatarabuela

el fantasma de un fantasma de

un fantasma fuera del alcance al fondo de una

gaveta donde hasta la oscuridad se siente extraña

 

Du bist die Ruh

 

Toda dirección del

idioma es incierta con esta brisa que

me reverbera en el pecho

agitando las cortinas

de encaje y su tracería ósea

 

 

 

 

 

Habitación 401

 

Al entrar en la habitación de un recuerdo

que contiene una habitación más

 

y dentro de esa

otra que empequeñece

 

otra dentro más pequeña aún

 

hasta la célula del cráneo

más pequeña que se pueda imaginar

imposible de contener en

este pasaje que se expande con el brillo

de la pantalla con cada línea que intentas escribir

y que todavía no terminas de articular mientras el

principio de la oración se escurre

antes de que llegues al fin

 

Aquí espero

entrar en tu cabeza donde los segundos

quedan suspendidos y te sientas al escritorio

junto a la ventana mientras oscurece

 

 

 

 

 

Habitación 204

 

Al entrar en la habitación ya

la has cruzado en un arco que se completa

sin tu conocimiento

 

Los pasos laten digitales

este pie

ese pie sin memoria

mientras la mente barre analógica a través de las ondas de sonido

que rebotan en las cuatro paredes

 

Esta fue la frase que

recuerdas

cada nota altera la anterior

esta fue su cadencia que cae de mayor

a menor

el sauce sobre el agua donde las aves

cantan en ríos quebrados

 

Parece que eres

adicto a esta música sin importar

el esfuerzo que haces para no escucharla

 

El ave canta con sus dedos

 

Dos veces

 

El ave

canta con sus dedos

 

Dos veces

 

Repito

 

 

 

 

 

Habitación 207

 

Al entrar en la habitación vacilas

no

debes mirar hacia atrás pero lo haces

eso significa

que te desmembrarán en la antigua historia

o que te convertirán en sal

 

Partes de ti se doblan

en paneles de luz que cruzan las

botellas sobre la mesa

 

Al empezar una

y otra vez

se vuelve a armar la secuencia

 

Repetir

 

Tomamos de los bordes elípticos

mientras el sol que se hunde más allá de la ventana

ilumina una nota doblada en dos

 

Todas esas cosas todavía pasan en

la habitación

que es una página arrancada de un

cuaderno

que ya no se dirige

a nadie en particular

 

 

 

 

 

Habitación 221

 

Al entrar en la habitación encuentro que el día

que no pude ubicar se ha establecido aquí

 

Más allá de la ventana

los techos son más blancos

que el cielo en esta música que no

tiene memoria

el mismo patrón que nunca

viene por segunda vez

 

No nieva exactamente

pero los copos saltan del borrón entre las posturas

 

un final de fotografía o el principio

de un gesto repetido en el cuerpo

mientras las neuronas se lanzan en sucesión

conectadas con alambres

a través de las redes

un nombre montado sobre

otro

que se vuelve apenas perceptible mientras

el cielo se conecta a tierra por un momento

arrugado

roto en el proceso y amarilleándose

 

 

 

 

 

Habitación 35

 

 

Al entrar en la habitación te asomas

a la ventana

pero la luz no entra

cae contra los ladrillos y las salidas cerradas

aquí es donde la nada resiste

ahora te das cuenta que

te pierdes en un sótano donde no hay

intercambio solo repetición

las manos detenidas

en las ondas de unas frases que caen de un cuerpo

donde descendemos

a medio camino de esta vida un

bosque enmarañado

la piel blanca grabada contra el gris

mira

a la muerte siempre de prisa

ahora tratas de

moverte con lentitud

di todo esto en una lengua

que apenas entiendes

comienza

la bella oración que escoges

sin ver cómo en fin

 

 

 

 

Habitación 206

 

Al entrar en la habitación no puedo hacer otra cosa que

volver a buscar a quien acaba de irse

 

No hay más que sombra en el rincón y

algunos cables eléctricos sueltos ya perdidos

 

El sonido de las voces es un pulso que viene

del sótano como si uno de mis corazones

estuviera en alguna parte del edificio

 

La habitación está

dentro de la música

Bajo las tablas del piso

hay un dolor a la espera de un cuerpo que

habitar

 

Sus tremores recuerdan el

ritmo que se extinguió en los días

en las noches

en los días

las noches

los días que pasan

donde tú todavía caminas hacia la puerta

y yo hacia la ventana

 

 

 

 

 

Habitación 25

 

Al entrar en la habitación no le pido

nada

 

No tenía ni idea de lo que me

daría

me quitaría

 

Me entregué

a la sombra en las grietas de las sillas

a la oscuridad detrás de la puerta que esperaba

que mi silueta la traspusiera

y al amanecer

los trinos de las aves que no reconocía

se dirigían a otra

otra que

había entrado a la habitación la noche anterior y

que la había dejado para siempre

 

Ahora

los muebles

que todavía se ordenan bajo mis manos

en todas las frases esperadas

 

Aprendo

nuevos gestos de estas texturas de

madera y tapicería

las sábanas abiertas

 

 

 

 

 

Habitación 4036

 

Al entrar en la habitación bañada en flujos

de datos enciendo el interruptor mientras cuadros radiantes

caen en cascada por la ventana desde mucho más allá

del paso elevado

donde las formas de los trabajadores se mueven

en oficinas de luz y las figuras se deslizan

sobre pantallas en patrones rápidos

e ilegibles

 

Entras en la habitación en píxeles

ahora la señal es mala

no hay nada más que

decir tú te vas pero yo no sé cómo

irme de esta habitación

cuyas paredes de pronto

se expanden

 

Vago sin fin sobre

el olor químico de la alfombra nueva que

me lleva al lugar exacto

de lo que recuerdo que no pasó

 

 

 

 

 

Habitación 131

 

Al entrar en la habitación tienes una

llave en la mano

un número en la cabeza

que no tendrás mañana

 

Ya

es demasiado tarde para el patrón que se desdobla

por los bordes de una música que fue

pensada

fue la manera en que pensamos

el grifo

que gotea

 la lluvia que cae

un ritmo que nunca

pedimos pero que marcamos

nunca perdimos

uno

 

Cuál era el número de la habitación

de ayer

 

Esta es la llave de ayer y la de hoy

está en otra parte al fondo de un bolsillo

que se abre de una manera insondable

como si

pudiera alcanzar hasta el silencio que tintinea

entre los pecheros del armario vacío

 

 

 

 

 

Datos vitales

Bradford, Gran Bretaña, 1967. Poeta, editora, traductora, músico, performer y profesora universitaria galesa. Ha publicado los libros de poemas Tide Table (1998), The Mirror Trade (2004), Dark Wires (en colaboración con Ian Davidson, 2007), Remains of a Future City (2008), y The Museum of Disappearing Sounds (2013). Sus poemas han sido traducidos a más de veinte lenguas y ha leído en los más importantes festivales de poesía del mundo. Participa en varios proyectos que cruzan las fronteras de los géneros artísticos y es miembro del grupo musical Parking Non-Stop. Ha escrito letras para los compositores galeses Rheinallt H. Rowlands y David Wrench, y ha actuado con la banda anglo-galesa The Serpents. Fundó en 1994 la revista literaria Skald y editó entre 2008 y 2015 la prestigiosa Poetry Wales. En la actualidad trabaja como investigadora en la Escuela de Inglés de Bangor University, donde explora la relación entre poesía y espacio urbano, y coordina los cursos de extensión universitaria en literatura y escritura creativa. Para más información, visitar: http://www.zoeskoulding.co.uk/

 

 

 

 

 

 

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