Foja de poesía No. 076: Carlos Ortiz

Carlos Ortiz

El lector encontrará en la foja de Carlos Ortiz un poeta con diferentes registros y un insistente elemento narrativo que atraviesa buena parte de su obra.

 

 

(Poemas del libro Trenes para armar la nostagia)

 

¿A qué hora el tren?

 

¿A qué hora llega el tren?

Pregunta el niño

tomado de la mano de su madre.

 

No hay respuesta.

Sólo el sol que cae cortante

sobre el rostro del pequeño

que sujeta la mano de su madre

mientras pregunta sobre la llegada

del ferrocarril.

 

Por momentos el infante suelta la mano,

ve a lo lejos una vieja locomotora que atrasa su llegada.

 

Escucho, dice a su madre, el canto mecánico del tren,

suena como una estampida de búfalos,

una manada de lobos hambrientos.

Es el tren, grita.

 

La madre vuelve a sujetar la mano del pequeño,

y agitada aprieta fuerte,

lastima al niño,

que no sabe que en esa vieja ciudad

las vías del tren no llegaron a costarse,

y que a lo lejos lo que oye,

es el ruido del silencio.

 

 

 

 

11:25 la muerte se descarrila

 

En la diáspora hilada la palabra

vagón desmontado del verso

sostiene la irrepetible

boca de acero

a la sombra de la noche.

 

Minúsculo el animal a la distancia

es una serpiente, un opuesto, inasible

en la onda prisión del humo.

 

Descarrila la vértebra el mundo

entre las luces fugaces

y el semáforo ciego

su destino de luciérnaga

hambrienta la muerte.

 

Queda el vuelo

solitario de los murciélagos,

el coro de ángeles oscurecidos

por el romántico verso de la melancolía.

Diatriba del hombre

que dibuja sobre la arena

el casi destino de lo inimaginable,

en esa solitaria orilla donde se recuerda

la posibilidad del viaje entre los rieles de la negra máquina.

 

 

 

 

Existía el tren

 

“La vía férrea, sin balaste, se movía como un cuero de víbora. Al paso del tren el polvo se levantó arrastrado por el torbellino, se le metió en los ojos y le nubló aún más la visión.”

Ignacio Trejo

 

A veces es el recuerdo lo que habita en tus ojos,

un poco de polvo arrastrado por el viento,

el laúd salaz de la locomotora nublando la vista.

La muerte espera del otro lado, vestida de gato,

espera sobre la venta el azul abstracto,

el fin de la carrera tras su cola gatuna.

 

Existía anhelante la flecha de metal,

la serpie redimida,

el carbón calentando la tristeza,

la guitarra incurable afilando el aire,

cortando la plaza,

con su conmovedor canto primigenio.

 

El tren pasó tarde,

a decir por el sol,

por los amores cortados en racimos,

por la exactitud de las hormigas

que detienen su trajín.

La vastedad del mundo no rinde

para ordenar por catálogos las líneas del tren,

las risas de los niños que corren persiguiendo sus caireles negros.

 

 

 

 

Nostalgia

 

No hay dioses, sólo hombres,

tan comunes hombres como bestias mirando el atardecer,

adormilados por el canto de las máquinas,

por la idiota idea imaginaria

 

Suben a los vagones y se descarrilan en la noche,

el vapor baña sus rostros,

es el hollín de la tarde entre las uñas,

la falta de la pitanza de vitualla.

 

No hay hombres, sino hay dioses,

tan terribles como la nostalgia del tren.

 

 

 

 

Sólo la mirada

 

“La partida es la mirada de alguien que se despide.”

Elvia Navarro Jurado

 

La mano dibuja un adiós

en la estación el vapor,

los rieles desnudos

el movimiento de la mano en silencio.

Se desplaza la máquina

hasta convertirse en un punto

una coma, un vacío,

un aparte, una despedida

la trampa fatal de la certeza.

 

 

 

 

Mirándola dormir

 

Estás tan cerca, curiosa brasa tu carne,

eterno paisaje lleno de preguntas tu cuerpo

tanto tren tus piernas, boca tan tuya un tren.

 

Remota lluvia guardas como finísimos dardos en tus dedos

gracia plácida en el catástrofe duermes,

como pequeña niña que guardo en mi memoria.

 

 

 

 

Otras voces, otras palabras

 

Tanto tren con tu cuerpo,

tanto tren; tanto tren con tu boca,

tanto tren; tanto tren con su ojo,

tanto tren. (1)

tanta ceniza de la hoguera,

tanta palabra imposible,

marejada de voces tu boca,

después, tal vez,

debas de regresar a casa,

sabes

siempre estoy por llegar

a la estación del tren,

al embarcadero,

a la montura del caballo. (2)

cerca de tu nombre,

de diáfano corazón,

la amargura inevitable,

entre las hojas del libro

un viejo boleto de tren.

Siguen los trenes solos rodando con la lluvia (3)

persistente la gota golpea el cristal,

incurable el silencio arropa,

la noche no es más una boca,

la sombra duda de tu cuerpo,

… tu casa todavía

es tan grande, que el tren va por la vía

como aguinaldo de juguetería. (4)

es el olvido la tierra que nombras

alegato persistente de la suavidad,

patria extinta de la fragilidad de tu piel;

caballito de feria, dulces de algodón

pólvora que se hace bala

sangre iracunda,

solos en el anden

un tren por la gran vía.

Mi corazón es una tarjeta postal…, un túnel sin tren,

un fin de mes; todo eso es mi corazón (5)

pero también una aguja sin dolor

una mujer escribiéndote una carta en el desayuno,

exiliado cuerpo esperando la sentencia,

indocumentado hombre en acecho de la muerte.

______________________________________________________________________

(1) Nicolás Guillen

(2) León Guillermo Gutiérrez

(3) Pablo Neruda

(4) Ramón López Velarde

(5)Armando Alanís Pulido

 

 

 

 

(Fragmentos del libro Hombre mirando desde su venta)

 

3

 

No hay forma.

No existe la formalidad.

La caída no cesa,

el grito no para

los trancazos persisten

la sangre escurre

la lágrima acaricia el rostro

el cadáver sobre el pavimento

la noche se hace ruido de luces rojas,

la madre se tira para abrazar el cuerpo.

Dos hombres la sujetan

de los brazos

mientras en el suelo

anónima se encuentra la muerte.

 

 

 

 

6

 

Siempre será mejor estar de este lado.

Tengo la seguridad que llueve,

afuera hay tristezas.

Gotas pequeñas que golpean el vidrio.

 

Es mejor estar de este lado

una delgada capa de ceguera invade la ventana.

con la palidez del cuarto ignorando el burdel de enfrente,

calles interminables, muchachas con rostros de peces,

cíclopes nocturnos bebiendo sol por la tarde

puentes donde los amantes ponen el punto final al amor.

 

Escribo con el dedo solitud, una y otra vez.

El vaho comienza a borrar la imagen de la ciudad.

Seguro de este lado llueve nunca.

 

 

 

 

10

 

Ahí entre la hierba escondido,

tras el poste de palo,

el pequeño David.

Se oculta del abuelo

que arrastra sus pies,

apoyándose siempre en sus muletas.

El callejón es sucio,

con olor a orín a soledad.

El perro ladra,

dice, aquí tras el poste entre la hierba

se encuentra David,

que corre y no para,

no para y se pierde

quizá para siempre

Para más tarde.

 

 

 

 

Las preguntas del que mira tras la ventana

 

¿Existe el hombre tras la ventana?

¿Qué observa?

¿Cabría preguntar si acaso también existe la ventana?

¿Porqué hay una venta y un hombre?

Seguramente esto se cuestiona el conductor del auto

que pasa por el edificio

a gran velocidad.

Tras la ventana alguien corre las cortinas,

la oscuridad disipa las dudas,

no hay dudas,

no hay hombre,

sólo la ventana ciega

 

 

Datos vitales

Carlos F. Ortiz Zúñiga, Su trabajo ha sido publicado en las antologías Ríos interiores, poetas de Guerrero, editado por el Ayuntamiento de Chilpancingo (1999), la Antología de poetas jóvenes editado por CONACULTA (1999), Poetas y narradores de la selva cafetalera editado por Fábrica de letras (2000). La Universidad Autónoma de Guerrero le publicó el libro Sueños prosaicos, también presenta el libro Poebrio, editado por La Tarántula Dormida (2000), aparece en la antología de poesía Más vale sollozar afilando la navaja (2004), en la Recopilación de poetas jóvenes del Fondo Mexicano de Escritores (2004), y en las revistas Tierra Adentro, Mala Vida, Pasto Verde, Cuiria, Lenguaraz, Fronteras entre otras. En 1999 ganó el primer lugar en el Concurso Estatal de Poesía del estado de Guerrero, obtuvo mención honorífica en el concurso nacional Para cantar en las barcas de Tabasco en el 2000, en el 2003 recibe mención honorífica en el área de cuento en el concurso de poesía y cuento María Luisa Ocampo, en el 2005 y 2007recibe mención honorífica en el área de poesía en el concurso de poesía y cuento María Luisa Ocampo. Es editor de la revisa Atrás de la raya que estoy escribiendo, de Chilpancingo; Guerrero, y coordinados del grupo cultural La Tarántula Dormida.

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