Presentamos una muestra de Elsy Santillán Flor (Quito, 1957). Poeta y narradora. Es autora de los libros de poesía En las cuevas ajenas de la noche, Aristas en el tiempo nuevo y Proscritas nimiedades, así como de otros libros de cuento, teatro y literatura infantil. Obtuvo el Premio Nacional Jorge Luis Borges en 1995, el Premio Nacional Pablo Palacio en 1998, entre otros reconocimientos a su obra literaria.
Todos vamos dejando sitios,
_espacios temporales_
donde quedan
invisibles huellas.
minucias,
hilachas
y partes grises de existencia.
La retirada se instala de golpe
sin darnos cuenta,
sin una lágrima,
un grito
o una luz de intermitencia opaca.
En estos sitios se dejan
verdades expuestas,
mentiras deshiladas
pliegues
de nuestro peregrino paso.
Perfume terroso,
estallido de vidrios que se trizan,
silencio que estremece al escucharlo.
Nada.
Ni un deseo encaramado en lontananza,
ni una voz que cante una copla de tristeza.
Nada.
Un vacío espectral,
una invisible sombra
un desnivel que aparece sin sentido.
Los sitios son eso
vacío,
nada,
desmemoria
A veces
solo a veces
sacrílego desdén de una mirada.
Atrás en la noche
quizás si fue un lobo enardecido
o un insomne vampiro en la tiniebla
que mordían y mataban
a indefensos seres
que no fraguaban nada,
ni entendían nada.
Cual ejecutores del averno
entraban en sus casas
sepultando en escombros la existencia.
Atrás en la noche
pudo haber un salteador en desbandada
que violaba a una niña de dos años
y asesinaba a la madre en su camastro.
Atrás en la noche
solo quedó llanto y gritos que rasgaron la tiniebla,
y el sonido abyecto de la piedra horrenda
cayendo en el abismo,
al fondo del ensueño
como caricia de procaz culebra,
o lamido de hiena malherida.
Así quedaron atrás en la noche
funesto exilio
junto al árbol inmenso de la vida,
con el llanto en brote,
la piel despedazada
y el dolor agazapado como un monstruo.
Las impolutas sombras
envuelven la existencia.
Me aparto
escapo de su abrazo.
Llegaron sorpresivas
sin permiso.
Instalaron en mi tiempo
su cuartel y su pertrecho.
Sombras amargas en amargos días,
amargos días de otros amargos tiempos.
El campo cultivado estuvo destinado
a ser desierto;
y el ojo de la luna
a ser abrojo
en la inconmensurable noche.
Amaste mujer
lo tuviste todo y sin embargo
vuelves a estar sola.
Tu paso dibuja en el camino
un espectro opaco
de una nueva pena.
Tu sonrisa desvanecida entre los días
no es la misma.
Tu cabello oscuro
ha crecido con la lluvia.
Memoria y nostalgia
se han unido
para rasgar tu corazón de seda.
Tu mundo dio un giro
y lo soportas.
El vendaval te azota pero no te hiere.
Guerrera de los días grises,
caminante de ásperos senderos,
tus pies de luna sangran
al roce de las últimas arenas.
Y pese a la hecatombe
tu boca conserva la sonrisa
y tu mente el deseo de salvarse.
Y lo haces.
Cada paso que das es nuevo reto,
cada estrella que divisas
un escudo que te cubre.
Soledades.
Agua y luna,
besos perdidos en la noche
tardíos anhelos en pasados redentores.
No importan ahora
van quedando cual papeles amarillos,
que de a poco irán saltando
uno a uno
a la basura.
El pasado es ya pasado.
Sonríe y mira a la naciente
claridad del sol.
Hay fulgores más allá de la maleza,
del invierno,
y de los muros.
La tiniebla cae.
Un renacer empieza
en tu futuro de céfiros
y
olvidos.