Emiliano López Esquinca construye una biblioteca digital de poesía chiapaneca. Comparte su lectura de Oscar Oliva (1937).
A poco tiempo de que se cumplan cincuenta años de Estado de sitio Emiliano López Esquinca nos acerca a la poesía de Oscar Oliva a partir de una selección de sus poemas. A esta selección, se incorporan fragmentos del discurso, en 1990, al obtener el Premio Chiapas de Literatura.
El poeta Óscar Oliva nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en 1937. Fue miembro de La espiga amotinada. Entre sus libros destacan Estado de sitio (1972), Trabajo ilegal (1985), Escuchar el mundo (2000), Estratos (2010) y Lascas (2017). En 1972 gana el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes por Estado de Sitio, el Premio Chiapas de Literatura en 1990, y, recientemente, el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines / Gatien-Lapointe 2019 por Escucha del mundo / Tendiendo el mundo.
Emiliano López Esquinca
La poesía es capaz de reproducir lo atesorado por la memoria, haciendo infinidad de combinaciones posibles. Pero también la imaginación poética puede no estar sujeta a las limitaciones de la experiencia objetiva, como cuando nos propone lo inédito o cuando provoca una explosión del lenguaje. De una u otra manera la poesía siempre debe desarrollarse en imágenes, frases expansivas, que nos lancen en direcciones múltiples y desemejantes, que provoquen superposiciones de sentidos simultáneos…
La poesía nace de uno mismo, es la visión interior junto con la visión exterior que tenemos de todo lo que nos rodea; así, cada poema debe cumplir con una verdad auténtica. Por lo tanto, el poeta debe estar de manera entrañable en sus escritos, y cada poema debe tener una forma única. La poesía tiene que ser, como ha sido siempre, uno de los ejercicios de la libertad humana. El poeta sabe que siempre hay que dudar de todo, que hay que rechazarlos dogmas, las iglesias, las academias, todo lo que se dicta desde el poder. Diariamente debe recordar que Quetzalcoatl y Orfeo surgieron de la reconciliación intima entre la historia y el individuo, de la perplejidad y de los deseos fundamentales del hombre. También debe saber que hay algo más grande que la poesía, que se necesita pensar en algo más grande que la poesía para poder escribirla, por ejemplo (perdonen mi ingenuidad) pensar y soñar en el advenimiento de un hombre y una mujer nuevos, lo que no sería más que el desarrollo de todas las capacidades de imaginación y de vida, y para que, después de amarse, sentaran a la Belleza en sus rodillas y la injuriaran y la encontraran amarga, como Rimbaud la encontró en 1871, en las barricadas de la Comuna de Paris…
Creo que el poeta de fin de siglo podrá hacer poco si no sabe interpretar estos sacudimientos, los actuales y los que están por llegar, que hará poco si no marcha parejo la velocidad de la ciencia espacial y de los adelantos tecnológicos, si no sabe captar lo que la electrónica y la ciencia genética y nuclear están aportando para cambiar nuestra visión de la vida y de la muerte, del espacio y del tiempo, para que dentro de este movimiento pueda desatar con el lenguaje de la poesía lo espontaneo y lo inmediato, el movimiento de la materia, a aquellas fuerzas metafóricas inéditas aun. Todo esto para que el poeta se convierta en un cantor visionario, como los antiguos, y sea de verdad planetario, como lo ha querido y dicho Juan Bañuelos…
He vivido el cielo, muchos cielos de Chiapas. Desgraciadamente, uno se puede dar cuenta que lo que se refleja en estos cielos es la degradación de la naturaleza, que es también la degradación nuestra. Selvas taladas, montañas taladas. Tanto saqueo. Tanta explotación a los indios. Todo esto acumulado por cientos de años. Yo me pregunto: con la fecha ya tan cercana de los 500 años de la conquista por España de distintos pueblos que hoy llamamos México, ¿qué van a conmemorar los indios de Chiapas? ¿su pobreza?
El fin de siglo nos depara todavía cosas más sorprendentes que la revolución socialista de octubre de 1917, y que la de los viajes fuera del sistema solar. Como poeta trataré de ser un cronista de todo lo que sucede, sabiendo de antemano que la realidad es lo que no sabemos nunca. El mundo está abierto. Resplandece bajo las alas de un pájaro en vuelo.
Óscar Oliva. Discurso Premio Chiapas de Literatura, 1990.
TERCERA NATURALEZA
Ajena de todo cuerpo y ajena del vacío
La imagen que proyecto no tiene luz ni sombra.
Sea lo que ella sea es algo en sí misma:
Tangible como una eflorescencia aérea.
Si fuera una quimera terrestre o marítima
Entraría a formar parte de la cifra que
En el escenario vasto del mundo representa
A veces, la poesía
En casi un número fuera de la suma total
De tierras y mares en conjunción.
Si fuera intangible, imprecisa, no podría
Impedir que todas las cosas pasaran a través
De ella, hasta que yo mismo con casa y todo.
Sin duda es ese espacio al que llamamos vacío,
Al que hay que llenar de tierra a toda prisa,
Antes de que caigamos hasta el fondo, y nos ahogue.
IMPOTENCIA DEL PENSAMIENTO PURO
Es como si yo escribiera con la mano metida en la sangre.
A través del ojo del buey que está a punto de morir,
veo lo que acontece en mi interior: no hay ningún paisaje
donde dejar los labios enronquecidos de tanto andar,
no hay donde dejar la salud cansada de tanta iracundia.
(El papel me mastica en silencio, mugiendo, y acaba
por tragarme.)
Es como si yo escribiera recostado en la astilla
de una estrella,
que de verdad fuera irreal, insustancial improbable.
Entonces pienso en la palabra Samar,
que se me sale por todas las estrofas,
hasta que cae a mis brazos como una muchacha.
Samar, digo,
y Samar corre como una punta de flecha,
de puntillas
sobre la alfombra incierta de mi teatro,
digo,
y mis pinzas la aprietan como un lápiz,
sin saber a ciencia cierta si Samar quiere decir sombra,
o si quiere decir algo,
o es un planeta que vive en la sombra o un barco desprendido
de un sol reciente
que ha llegado a encallar en la arborescencia de un helecho.
En el espacio que me rodea se abre una ventana:
una mano atraviesa ese hueco y aprieta mi nuca.
Esto es todo.
La ventana desaparece.
Por unos segundos he visto y sentido
algo que está más allá del delirio.
Golpeo el espacio con una cuchara,
pero no hay muros ni ventanas
sólo materia transparente,
velo
cubriéndome a soplos.
Mirar me desangra.
Tal es que cada palabra que escribo se vuelve
contra mi pecho
me ensarta con una bayoneta de trigo airado.
Pongo una vara en la suite de las palabras para que no callen.
Es como si yo escribiera con un oboe metido en la sangre.
ASÍ AMANECE
Y escribo.
Escribo con una encía inflamable y punzante
que se incrusta en la mesa de madera,
desde un cuarto donde el fragor entra de rodillas,
sin saber qué goce.
Escribo, pues, para ganarle a la vida.
He pensado en un diamante que fuera un anfiteatro de arena,
donde pudiera correr en esquíes o en trineo o enterrarme.
Hundo la yema de mis oídos en tu desnudez,
escucho el diapasón de algún insecto entre tus senos.
Escribo, pues, para ti, mujer.
Sombra ardiendo en mis piernas.
Aljibe que se abre hacia lo inesperado.
¡Cuántos nombres, cuántas definiciones!
No importa.
Eres inagotable.
EN UNA SOLA LLAMA
A Sonia
No hay nada sino dos seres desnudos y abrazados
Un surtidor en el centro de la pieza
Manantiales que duermen con los ojos abiertos
Octavio Paz
Cuando el mundo sabe a dónde va
Tú y yo abrazados
En el centro del cuarto
Que es una nave quemada
A punto de llegar al lirio
De pie
En el lugar donde hubo un bosque
Una palabra
Nos encontramos
Anticipándonos a la gran carrera
Donde nadie ha de avanzar un paso
En tanta libertad
Mis manos bajan hasta tus nalgas
Tus senos quieren liberarse de ti
Incrustarse en mi pecho
Morderme
Tu mirada de niña
Galatea escondida bajo la falda del placer
Se llena de crecientes tentáculos
Abrazados
Proyectamos el mundo a cada paso
El mundo que ansiamos desconsoladamente
Herido en las fábricas y en las selvas
Arrastrado como un roble
Por elefantes que lloran
Aprendiendo a olvidar los pantanos
En tanta libertad
A veces me olvido que estamos en guerra
En tus pezones brinca un ciervo
Todo yo te recorro
Con aperos de agua erizada
Todo yo te respiro
Bailamos pianos con pies de potros
Mis labios en tu cuello son dos islas
En tanta constelación mareada de jazmines
Mis manos bajan hasta la empuñadura de tu espalda
Ahora voy a rodear de eucaliptos tu cintura
De semen tus eucaliptos verdaderos
De sol tus planos arquitectos
Oh tú que eres Boticelli en un ramo
Sor Juana entre mis piernas
Hoy es tiempo de amar
La policía no podrá detenerme
Si digo que hoy es tiempo de amar
Alrededor del cuarto han crecido acacias
De dos en dos
El olor del mundo es con nosotros
Sólo sentimos el rumor de nuestras carnes
Tu organismo es un estanque que resuella
En tanta libertad
Abrimos la piel como puerta o manzana
Mi camisa cae al suelo
Súbito paracaídas para los títulos de los libros
Deja esa sábana en su equilibrio de espuma
No la toques
Mira mis manos
Cómo suben espantando las avezuelas de tus muslos
Ven
Deja esa música en su velo egipcio
No la toques porque se derramaría
Voy a gaviar años en tu piel
Voy a escribir sobre ti
En tanta libertad
Mi pensamiento encima de tu pensamiento
Tus muslos al lado de mis caderas
Alegres
Y el jadeo
Nos movemos como en una gran carrera
Donde nadie ha de avanzar un paso
Todo yo te respiro
Mi lengua se humedece bajo el chorro de tu piel
Me siento vivir en todas las azoteas del mundo
Soy un coyote merodeando tu cuerpo
Un jabalí mordisqueando el maíz de tu vientre
Un quetzal en tu cuello
La cama es un valle
Un satélite de nuestro lenguaje
Es bella como trigal mecido por los cuervos
Por las olas de los cuervos que picotean
Granos enrojeciendo nuestros párpados
Algo se avecina en este movimiento
Soy un músculo más de tu garganta
Con un embudo de hojas
La palabra llega de rodillas al aposento
Abrazados
Abrazados
¿Qué reloj nos llama?
¿Cuánto tiempo ha transcurrido sobre nuestras
antorchas?
A mi lado izquierdo sonríes
Yo te beso maligno
¿Recuerdas la semana pasada?
Hemos recuperado el habla.
Mira el día
Asoma débiles garras por el resquicio del sueño
Y te beso
Aún en este mundo antiguo
DIBUJO A LÁPIZ (2)
Tapiado en este bloque de luz
Con los barrotes atravesándome
Yo no puedo gritar como Ayax
A veces buce en estas profundidades
Cuando encuentro una corriente favorable
Dejo
De bracear
Dejo
Que ese ritmo
Me lleve
A donde quiera su fuerza y su constancia
Y me siento dichoso
Cuando viajo en esta canoa o vena que nombro
“Góngora” o “Santa Teresa” por ejemplo
Y vuelvo a encontrar sentido a este encierro
En este viaje voy descubriendo paisajes
Que hace mucho tiempo había extraviado
Dibujándolos sobre una palabra
Con el rocío de un colibrí en sus extremos
Para perpetuarlos en mi cuaderno para siempre
EL SUFRIMIENTO ARMADO (I)
El poeta saluda al sufrimiento armado
César Vallejo
Frente a la tumba del comandante Marco Antonio Yon Sosa,
en Tuxtla Gutiérrez, escucho al crepúsculo resquebrajándose.
La tumba tiene el número 5582.
Sus compañeros, Enrique Cahueque Juárez (tumba 5581)
y Fidel Raxcacoj Ximutul (tumba 5584)
yacen como él, destrozados.
Los campesinos de Izabal
creían que no moriría nunca.
Engañaba a los soldados durmiendo
en el vientre de un caimán
o convirtiéndose en un racimo de plátano.
Una vez lo atraparon,
pero huyó encarnando en un venado negro.
No se puede andar mucho tiempo en armas,
junto a los campesinos, sin que uno proclame
la unidad del sufrimiento y de la rebelión.
Los asesinaron en una emboscada
cerca de la frontera con Guatemala,
en la boca del río Lacantún,
y a las 18:30 horas del 20 de mayo de 1970,
los sepultaron aquí, bajo este viento seco
y encalado.
Recuerdo que los trabajadores del panteón
y sus hijos, preguntaron:
“¿A quiénes entierran?”
No hubo respuesta.
Tres estudiantes arrojaron puñados de tierra
en las tumbas; depositaron ramos de flores.
Regreso a mi casa, en la ciudad de México,
repaso los periódicos que comentaron estos sucesos.
“México no puede ser santuario de guerrilleros
y tampoco puede permitir que grupos armados extranjeros
violen su territorio.”
El secretario de la Defensa Nacional
también dijo que los guerrilleros guatemaltecos
habían disparado primero. “En esas condiciones —añadió—,
nuestros soldados no van a contestar con flores y abrazos.”
Inclinemos nuestras banderas de luto
y alistémonos para nuevos combates.
¿Un crepúsculo resquebrajándose por mi espalda?