Foja de Poesía No 121: Mario Calderón

Mario Calderón 3

Mario Calderón (1951) es poeta, narrador y ensayista. Autor de poemarios como Después del sueño (1976), Trueno de temporal (1996) o Hálito del origen (2001) es creador de un método para descifrar el presente, el pasado e incluso del futuro de los individuos analizando los símbolos de su entorno.

 

 

 

Zumo de lenguajes, poesía en los años

 

DESPUÉS DEL SUEÑO, 1976

 

 

Fuga en do mayor

 

Llegaré diez minutos tarde a la clase

me sentaré donde mismo

pero a ella no voy a mirarla.

Alguien me dirá que estoy triste

pero yo no les diré por qué

ni que me dañó como  lima

 y  me deja morir

ni siquiera que su verdadero nombre es re-a –li-dad

aunque  deba callarme

que en su talle la firma de Donatello

resulta posible

o que soy  buzo

y como a coral procuro sofisticarla por las noches

o que igual a  Quevedo

                                       ¡la amo y la odio!

o que en definitiva soy  protestante

aunque comprenda

que al llegar a su entrepierna

la noche de San Bartolomé

se me oscurece.

y en el Templo Mayor

la pongo al vivo rojo

la desalivo

la desgañito

y a punta de pedernal

araño por su vientre

para arrancarle el corazón

caliente

y correr por las calles

 celoso

 amante

desenfrenado por la Avenida  Independencia

por Paseo de la Reforma

y llegando al monumento de la Revolución

le doy vueltas

y levantando los brazos

                                      se los ofrezco

y les digo

que ese es mi cuerpo

ésa mi sangre

y que así todos los viernes

hagan lo mismo en mi memoria

¡ah! pero soy tan sentimental

que  seguramente

el dos de noviembre

entre la mariguana

voy a bailar

en su memoria

un rock fúnebre

al ritmo de Eric Burdon

y los animales.

 

 

 

 

 La suite de los caramelos

 

Entre mis bombas de neblina

-un día sábado, por cierto-

buscando mi credencial permanente

de eudemonista

caminé por mueblerías, correccionales,

enciclopedias,

y como es costumbre

caí en la misma discoteca.

Allí el tequila me envolvió en el Caballo de Troya

mostrándome a la deriva las circunstancias

que se ocultaban en mí llamándome hermano

ante la mirada promiscua

de los hombres.

Ellos estaban mutuos alabando y digiriéndose,

yo sentí deseos de abortar la muerte,

pero siguió guiándome Virgilio

y vi los bikinis de Acapulco,

la cama en permanencia voluntaria

hasta las doce,

las montañas de manzanas, los helados

y todos los bosques de Viena entre las coca colas.

En resumen, compañeros,

buceé en el subconsciente;

pero tampoco allí estaba el paraíso.

 

 

 

VIAJE A LA OTRA PARTE DEL MUNDO,1980.

 

 

El verano del 75

 

Al contacto de otras vidas olvidé la mía,

mis montañas nevadas

y lo inmaduro de mi higo

para ser un solo cuerpo: la familia.

 

En la familia igual que entre las mantas

sin reparar como sólo en algunos hechos

me incluían, cómo lo determinaban,

o cómo sucedía el como

me dejé caer hasta la altura del nirvana.

 

Y dormía ya en el alba

para sentir en mis brazos

la tibieza

de los sueños de alguna muchacha

con el cuerpo de calabaza tierna;

me tenía sujeto por la ilusión la naturaleza.

 

 

 

 

Crónica de un día

 

Vi  a la izquierda: blusa blanca frágil dorso. En ella leí  futuro por hallarla arteramente acogedora. De inmediato puse el disco: tengo el sol, necesito acariciar. En su interior debió sentir “Compasión por Satanás”. Miré sus ojos y supe que no sorbía el ron blanco que para mí era el día claro.

            Sólo al sentir que el crepúsculo,  coca-cola, disminuía el instante, aceptó el trago y se entregó a las caricias.

 

 

 

 

Melibea, Calixto dice…

 

Con amabilidad una invitación al cine,

una caricia luego de manera cortés

y al final cortésmente el regalo de la cama.

Nosotros, Melibea, seres del siglo XX,

somos los inventores del sexo cortés

y Calixto no lo sabía.

El sólo habla de los ojos azules

y de tu pelo negro,

de la feminidad escrita en tu talle

y de cómo te regalaba geranios

o se masturbaba en honor a tu persona.

Cuenta su caída de una torre

y sus vivencias del estado de coma;

son las tres y media y él te grita,

pero tú eres la vagina cortés de otro hombre.

 

 

 

 

El más allá

 

Largo tiempo ante la sombra, duda el ánima y se asombra

y medita, y sueña sueños que jamás vivió un mortal.

Poe.

 

En el tiempo que nuestras órbitas

crearon eclipse azul sobre los objetos,

entre tus ocurrencias de niña linda

dijiste que dormías bien cubierta

por temor a las criaturas del más allá.

Yo sin precaución ni malicia

solté una carcajada hueca

y advertiste que aún de mí tendrías miedo

cuando fuera un hombre de ultratumba.

Vino luego la separación,

tú con tácita alevosía

sin un certificado y sin funerales

inhumaste mi cadáver en el jardín de la soledad.

Si hoy ante la gente que pregunta

y a tu conciencia quisieras negar aquello

dime entonces ¿Dónde quedaron mis 19 años?

¿Sobre qué piedra olvidé mi adolescencia?

¿En qué hotel quedó mi ingenuidad?

Ahora reconociendo que amo la muerte,

 sintiéndome por fin austero

y al ver a unos niños

que temían sentarse junto a mí en el autobús

supe que ya vivo en lo que tú llamabas el más allá.

 

 

 

 

LASCAS Y POEMAS 1984

 

 

Franklin

 

Para tranquilizar el enojo de Inglaterra con las colonias norteamericanas, Franklin aconsejó la restitución del té (era el inventor del pararrayos).

 

 

 

 

Expropiación 

 

México nacionalizó luz y petróleo:

se vislumbró progreso.

 

 

 

TRUENO DEL TEMPORAL, 1996.

 

 

La noche

 

Salí a la oscuridad

                                          del huerto

a buscar de la noche

                                     lo que desconozco.

En mis oídos crujía

                                     un velo.

Me moví tras algo.

Humildes

                  las hojas

guardaban silencio.

Arriba

              los topacios

parecían saberlo.

De pronto

                   subyugó lo etéreo:

 

Quedé en tinieblas.

 

 

 

 

Cuadro

 

En el cuamil

la familia disfrutaba de un paseo

                                                              una mañana.

Saltaban los conejos

                                      entre los pajonales.

Las parvadas de tordos

Tupían los cazahuates de alcatraces blancos.

Y en un cuáquil con capullos

un titibirrí, ti-ti-bi-rrí ti-ti-bi-rrí cantaba.

“¡Aquí nos rodea Dios!

-de súbito nos dijo mi padre.

“No existe y nos rodea en este cristal”.

Recordé la vez que me enseñó

                                                           a conocer en el espejo

y contesté de igual manera:

Mi padre se rasuraba frente al espejo

                                                                       en el portal

y yo decía: “¡ahí se ve el pretil-

                                               y las malvas y las buganvilias!”

Mi padre contestó –“¡Eso es sólo el decorado;

La escultura eres tú”-  y me señaló el pecho.

 

 

 

 

 Con brisa en la piel

 

Fui destinado para desearla.

La imagino igual a mi terruño:

regreso luego de muchos años

penetro entre los árboles

recorro senderos viejos;

es el mismo paisaje.

 

Con  brisa en la piel

jugaba en los arroyuelos

en los paninos

o en su sabana

iniciaba en las laderas

subía a la elevación más alta

-De ahí se dominaba la comarca-

y mientras mis cabritos pastaban

entonaba una estrofilla

con una flauta de carrizo.

 

Gozaba su cabellera esparcida

su sembradío de tierno elote.

 

Me alejaba, sufría el despegue

y de nuevo me saciaba en sus ojos de agua.

 

Apreciaba sus montañas

conocía sus depresiones

y cuando las ranas

anunciaban la lluvia

en los estanques

adivinaba de donde provenía el aire.

(Tenía para mi la fe de hermanita

y yo la conservaba mimada)

 

La cogía de la mano

y ascendíamos el monte

-con nuestros jugueteos

se elevaban los pájaros-

le hacía las cosquillas

y soltaba carcajadas de cántaro.

 

Sentíamos miedo de llegar tan lejos:

Entre madroños y encinas

se perdía el horizonte

-Estábamos en la orilla del mundo-

Conocimos al sol naciendo

otra luna roja y enorme.

 

Era improbable en nuestro barbecho

encontrar alguna víbora.

En nuestras salidas recogíamos sólo violetas

paloma, boquita de pitahaya:

La tengo consentida.

 

 

 

 

 Salvatierra

Para Herminio Martínez.

 

Conversé con los labradores y supe que el cielo aún es azul en Salvatierra. Vi los guayabos y aguacates henchidos de frutos en sus frondas. Los laureles, malvas y rosales conservan su alegría de vivir, y los papayos proponen diez y hasta veinte papayas. Me tropecé con matas de jitomate, frijol, melón y chile, pero conocí un Eúfrates al que los nativos llaman Lerma. Con una flauta de carrizo bailé celebrando al sol y a la luna bajo la noche. Loado siga siendo Alá, el de los montes y el de las planicies, el de los pájaros y el de las abejas.

Me fui de Salvatierra, señor, por esa mujer que tú me diste.

 

 

 

 

La bisabuela

 

El piso del jacal

                                   de mi bisabuela

era de tierra roja

pulida

su cariño un estanque

de agua con lama

                                   y tibia

naranjo  granado

y limonero lo sombreaban

y  al pie de la cerca

cilantro  mirto  rosas de Castilla

y el rocío de mañanas  claras

en  alcatraces

y siemprevivas.

Cultivaba  ahí las flores

que ofrecía luego a la iglesia:

hortensias y tulipanes

aretes  orquídeas  maravillas.

 

Con admiración yo la quería

y al verla atar los ramitos

conocí en su semblante

el muy castizo linaje

de la familia.

 

 

 

 

HÁLITO DEL ORIGEN,2001.

 

 

Cobardía

 

Eran los últimos días del cielo

cuando reveran los labradores

“Mucho granjeno, año de frijoles”

porque se ven cosechar su augurio.

 

Peones cortaban frijol peruano,

sus niños traían los bastimentos

a la parcela de los Arroyo

por los encinos de su venero.

 

Mientras buscaba las vainas sueltas

entre los surcos al pie de cañas

vi a una chiquilla de breve falda

con la belleza junta en sus piernas.

 

Aprecié entonces la tierra roja

las amapolas y los aretes

entre pochotes silbaban aires

y se elevaban tordos y alondras.

 

Vimos de pronto oculta una víbora

entre la hierba y gigantes peñas,

sentí morirme con mi lascivia;

los peones gritan ¡Es coralilla!

 

Y se escondió aquel maligno instinto

lo preservaron hojas y riscos

recuerdo ahora aquella muchacha:

todo el misterio tenía en sus muslos.

 

 

 

 

El pico de Orizaba

 

A Raúl Hernández Viveros 

Anhelando algún mensaje

del inicio del mundo

ascendí el pico de Orizaba

cuando el ojo divino

de nuevo lo develó de plata.

 

 

Bajaban planeando los pájaros

sobre la transparencia del viento

y en la palidez del pasto

vi quebrado un espejo de hielo.

 

 

Las palmeras abrían sus brazos

ofreciendo sus flores blancas.

Las nubes altas del cielo

lucían imágenes de la tierra.

 

 

Desde la cima miré el paisaje

y sentí el amor en su quietud

algo intangible me había enervado:

Un día es una mirada de Dios.

 

 

 

 

Mi mujer

 

A Rosa María

 

La observé cerca:

mujer de trazo leve

y con gracia.

Su semblante

un espejo lucía

de agua.

Y en claroscuros

del momento

la vi reverberarse

tierna

y soñadora

y comprensiva.

Parecía hermosa

y cuando la poseí

constaté que lo era.

 

 

 

 

 

Otro conocimiento 

 

“Nada estaba junto ni ocupado,

lo de abajo no tenía semejanza

con lo de arriba.”

Popol Vuh

 

 

A José Pascual Buxó

 

 

Intuía nueva vida

bajo la luz del día

y mis ojos hurgaban

tela firme y traslúcida.

 

Pronto fue nuevo el aire

y el humus del terreno

exigía sólo aliento

para mudar en carne.

 

Vi restallado el vidrio

y un cambio equivalía a una grieta;

las flores eran los éxitos

y un problema, una piedra.

 

¡Lenguaje de Dios!

¡Las cosas de mi medio,

del macromundo signos!

E igual que entre los mayas

“Como arriba era abajo”.

 

 

 

 NATURALEZA VIVA, 2002.

 

 

  Re-creación

 

Remodelo cada noche

el cuerpo de una muchacha.

 Me reconozco hombre

sólo al acariciarla.

Los dos formamos algo

redondo al abrazarnos.

La sigo constante

por mis instintos

-inteligencia-

de la naturaleza.

Y recorro cada día

sus detalles más íntimos

¿Recordaré en alguna caricia

la clave del arquitecto?

 

 

 

 

  Ehecatl Quetzalcoatl

 

Vino el aire frío

a las laderas

del Popocatépetl

y con albas plumas

aletea en el bosque

          Quetzalcóatl

en el modo de la nieve.

Se desvanecen las huellas

del verano

y el otoño

en la textura roja

de este suelo

y dentro de sus casas

de piedra

los aldeanos reciclan

la historia

al encender teas,

teos, teotl:

el fuego, la energía,

la vida.

 

 

 

 

DELETREO DEL MUNDO

 

 

Medio día 

El medio día

brilla

en la playa

y se perpetúa

en el júbilo

de bañistas.

 

 

 

 

Coherencia de novela

 

El año dos mil seis

en el espacio semántico

americano

fueron reelectos dos gobernantes

de izquierda

Hugo Chávez

y Luiz Inácio Lula da Silva.

Murió Milton Friedman

promotor de los neoliberales

y Augusto Pinochet

ex dictador de Chile

éste el once de diciembre

celebración mundial

de los derechos humanos.

 

 

 

 

Colon-izar

 

Por ímpetu del des-tino

del puerto de Falos

partió Cristóbal Colón

–paloma que lleva a Cristo–

a inseminar América.

Y un trece de agosto

día de Diana diosa

de la fertilidad

fue forzada Tenochtitlan

y parió una nueva raza.

 

 

 

El cambio

 

En nuestra clase, reducidos a tercera potencia, sabemos que la vida es doble cordel que tejemos y sentimos el desprecio de la diva de película, pero sobrevivimos porque al soltar la cuerda se relaja en sueños y tenemos por la noche maracas. Accedemos entonces a los supermercados y una colegiala recorriendo la calle nos invita a erigir una catedral a Curicaveri mientras el viento sobre su falda la convierte en leguminosa. De día vemos de nuevo caviar en Las Lomas; salsa y frijol en Ciudad Netzahualcóyotl y en todos lados oímos de políticos “todo para el pueblo, pero…” nosotros creemos en el espíritu del ambiente –la contradicción– que hará florecer el cambio.

 

 

 

Datos vitales

Mario Calderón (Timbinal, Gto., 1951) Es Maestro en Literatura Iberoamericana y tiene estudios de doctorado en Pensamiento y Cultura en América Latina. Actualmente es profesor del posgrado en la UAP. Es poeta, narrador y ensayista. Fue becario del INBA-FONAPAS 1982-1983 y del FONCA por los estados de Guanajuato 1999-2000 y Puebla 2002. Obtuvo mención en el Premio Internacional de Cuento de la Revista Plural de Excélsior, 1982. Parte de su obra ha sido traducida al Inglés y al Húngaro. Aparece en todos los diccionarios Bio-bibliográficos y de escritores que existen en México. Se encuentra incluido en antologías como La región menos transparente de Héctor Carreto 2003; Quinientos Años de Poesía en el Valle de México de Aurora Marya Saavedra, 1986; Poesía Erótica Mexicana de Enrique Jaramillo Levi, 1982; Asamblea de Poetas Jóvenes de México de Gabriel Zaid, 1980; La Vida que él me da (Narrativa Guanajuatense de la migración y la violencia) de Herminio Martínez, Universidad de Guanajuato 2004, entre otras. Poemas suyos aparecieron en Antología de Poesía Latinoamericana en idioma Húngaro. Ha publicado seis libros de poemas (Después del sueño, Universidad Veracruzana, 1976; Viaje a la otra parte del mundo, Liberta-Sumaria, 1980; Lascas y poemas, Oasis, 1984; Trueno del temporal, UNAM, 1996; Hálito del origen, Daga, 2001; Naturaleza Viva, BUAP, 2002), tres de relato (Si te llamaras Federico, La máquina de escribir, 1979; Destino y otras ficciones, Daga, 1998; Donde el águila paró, Universidad Autónoma de Chapingo, 2002) y un estudio y antología sobre la adivinanza en coautoría con Rosa María Farfán. Es creador de un método para la lectura del inconsciente (adivinar sucesos del presente y el pasado) que ha sido sujeto a experimentación con éxito en la Universidad Autónoma de Puebla. De este hallazgo dan fe artículos de Ignacio Trejo Fuentes, Marco Tulio Aguilera Garramuño, Vicente Francisco Torres, además de la constancia de la BUAP.

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