Dos poemas de Hanif Abdurraqib

Presentamos dos poemas de Hanif Abdurraqib (1983). Poeta, ensayista y crítico cultural norteamericano. Es autor de los libros de poesía The Crown Ain’t Worth Much y A Fortune For Your Disaster, así como de los libros de ensayos Go Ahead in the Rain y They Can’t Kill Us Until They Kill Us. Ha sido nominado al Pushcart Prize y recientemente mereció el Premio Lenore Marshall 2020. Sus poemas y ensayos han sido publicado en diversos medios como PoetryPithcforkThe FADERThe New YorkerNey York Times, entre otros. Las traducciones son de Adalberto García López.

 

 

 

 

 

El prestigio

 

el poema comienza no donde entra el cuchillo
sino donde la hoja se dobla.
Algunas heridas no pueden ser silenciadas
sin importar la forma en que sea escrita la sangre
y lo que se refleje en el charco.
El poema comienza con el dolor de un espejo
de adentro frente al cual me anudo una corbata como me enseñara mi padre
antes de mi primer funeral y entonces el poema comienza
con un viejo dolor otra vez en mi cuello. En la radio,
un cantante que nació en un lugar donde los niños miran el cielo
en busca de bombas me está tratando de vender al amor
como algo parecido a la guerra.
No tengo ninguna mentira para ofrecer tan traicionera como ésta.
Me parecía más a la bala cuando veía el cuerpo como una puerta.
Ya he pasado por esto. Nadie enterrará a sus parientes
cuando el deseo se convierta en un fugitivo
entre nosotros. No habrá bandera doblada
frente a la puerta. Una persona puede ser nombrada viuda una vez,
después simplemente se sienten solos. El periodo más triste.
Con gratitud, no por el amor en sí, más bien por la forma en que puede terminar
sin una casa en llamas.
Así es como planeo irme a continuación.
Tan poco ceremonioso como el nacimiento en un país invadido
por los ingratos que viven. El poema comienza con una cadena
de mentirosos bien intencionados caminando en fila
por el borde de la tierra. Aquél es el que murió
y me hizo rey. El que murió y te hizo.

 

 

 

 

Tal vez ya es tiempo de reconocer que Michael Jordan sí cometió un empujón

 

en aquella final de la NBA de 1998 & en elogio de la mano de un hombre en la cintura de otro & en elogio de la forma en que dirigimos nuestras naves a la orilla de alguna breve & dorada misericordia entonces toco con mis dedos las caderas de este vasto & quieto dolor & empujo una vez más & quién se atreve a decir realmente cuánto peso había detrás de la palma de Michael Jordan aquella noche en Utah & en esa misma noche un año antes los paramédicos sacaban a mi madre ahogada de sus sábanas donde dormía & ellos dijeron que debió sentirse como si una mano completa empujara sus pulmones & pasé todo el verano aguantando mi respiración en la cama hasta que los pequeños puntos negros estuvieran bailando por el techo & me lamento tanto que no haya manera de describir esto sin hablar de la agonía o sin hablar de alguien sacado de su zona de confort & en la misma noche en que murió mi madre un año antes Michael Jordan lloraba en el piso de los vestidores del United Center tras ganar otro título porque era día del padre & su padre fue a dormir al lado de la carretera en 1993 & despertó fantasma & no hay un momento que valga la pena para estar sobre nuestras rodillas & galopar hacia el que canta a nuestros muertos en la arquitectura & entonces es cierto que Michael Jordan hizo todo el espacio que pudo en el camino entre él & la pequeña & respirable gracia de su padre
& entonces es cierto
hay un océano entre nosotros a lo largo de mi brazo & no he construido nada para ti que pueda sobrevivir
& desde aquí estoy bastante cerca para ser visto pero no lo suficiente para ser apreciado
& desde aquí puedo ver todos los posibles desenlaces incluso antes de tocarnos

 

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