Nueva poesía europea: Ariel Spiegler

Versopolis es un programa europeo de literatura que cuenta con el apoyo de Europa Creativa, el propósito que tiene es el de promover la poesía escrita por los jóvenes poetas europeos a través de una serie de festivales con distintas sedes en Europa como los que dirigen nuestros amigos y colaboradores Ales Steger y Todorce Tasevski, directores de los festivales Days of Poetry and Wine, en Eslovenia, y el Struga Poetry Evenings, en Macedonia, respectivamente. Ahora leemos a la poeta francesa Ariel Spiegler. Nació en Sao Paulo en 1986. Estudió filosofía en la Universidad de La Sorbona, en París. Tras impartir clases de filosofía durante unos años, renunció para dedicarse a escribir. Canta en bares y de vez en cuando trabaja para diversas editoriales. En 2016, comenzó a publicar sus poemas en revistas, con el buen visto de la crítica. En 2017, publicó su primera colección de poemas en Editions de Corlevour, C’est pourquoi les jeunes filles t’aiment, reconocido por la prensa, y con el cual ese mismo año ganó el prestigioso premio Apollinaire Découverte. Su segundo libro Jardiniers lo publicó Gallimard, en la Colección Blanche, en 2019. Las versiones son de Raúl Durán.

 

 

Acostada sobre la tierra
como tras una lucha,
perdí esta noche la guerra.

No me aferro más, ni a la hierba,
derrota, rendición o el aire inesperado,
ya que la mentira cesa.
La noche asciende lejos
pero en el silencio no tengo frío.

Navega, navega, mi nueva vida,
estoy lo suficiente herida.

¿Qué es este vacío cruel
que liberó el aire nocturno?
Alma mía viajera,
déjame escucharte,
aun si es muy tarde.

Un hombre admira de un barco
los pájaros del cielo y los lirios de los valles.

Mi corazón, muy débil para otro golpe,
espera al jardinero
que camina sobre el agua.

Navega, navega, mi nueva vida,
ya estoy lo suficiente herida.

 

 

 

Couchée sur la terre
comme après la lutte,
ce soir j’ai perdu la guerre.

Je ne m’accroche plus, même à l’herbe,
défaite, reddition, ou l’air inattendu,
puisque le mensonge s’arrête.
La nuit lointaine monte,
mais au silence je n’ai pas froid.

Vogue, vogue, ma vie nouvelle,
je suis suffisamment blessée.

Qui est ce vide impitoyable,
rendu libre à l’air du soir ?
Mon âme en voyage,
laisse-moi t’écouter,
même s’il est trop tard.

Un homme admire d’une barque
les oiseaux du ciel et les lys des vallées.

Mon cœur, trop faible pour un coup de trop,
attend le jardinier
qui marche sur l’eau.

Vogue, vogue, ma vie nouvelle,
je suis suffisamment blessée.

 

 

 

Una brisa de aire entra en la sala
para saludar a un hombre en la ventana,
porque su silencio es parecido
a los campos de lavanda,
que esparcen su perfume al viento de la noche;
a las piedras calientes y rojas
cuando el día se acuesta.
Una frescura apacible
me roza cuando él se acerca,
y una risa, contigua al llanto,
irrumpe en mi vientre.
Sin conocerlo, le hablo al oído
por el estruendo de la fiesta.

 

 

 

Un courant d’air entre dans le salon
pour saluer un homme à la fenêtre,
car son silence est pareil
aux champs de lavande,
libérant leur parfum au vent du soir ;
aux pierres chaudes et rousses
à l’heure où la journée se couche.
Une paisible fraîcheur
m’effleure à son approche,
et un rire, voisin du sanglot,
se brise dans mon ventre.
Sans le connaître je lui parle à l’oreille
à cause du bruit de la fête.

 

 

Cerca de la muerte,
¿por qué, Señor, tal silencio?

¿Un ángel de pie a la hora del pasaje
junto al cuerpo que quedó tendido?

¿O para el desarraigo del yo a ti
se debe ir por completo solo?

Esta angustia infame, sin embargo,
tú la atravesaste de luz
por tres días bajo una piedra.

¿Por qué mi alma de pronto se seca?
Las orillas que la vida desertó
no ofrecen reposo.

Como tú, entonces,
las cosas callan.

Señor, viniste a lavar los pies,
y llevarte contigo
la vida humana al Cielo.

Eres libre,
oh aliento de fuego.
El viento sopla a donde quiere.

 

 

 

À côté de la mort,
pourquoi, Seigneur, un tel silence ? 

Un ange se tient-il à l’heure du passage
à côté du corps laissé étendu ?

Ou l’arrachement de soi à toi
va-t-il absolument seul ?

Cette angoisse infâme pourtant,
tu l’as transpercée de lumière
pendant trois jours sous une pierre.

Pourquoi mon âme sèche-t-elle soudain ?
Les rives que la vie a désertées
n’offrent pas de repos.

Comme toi alors,
les choses se taisent.

Seigneur, venu laver les pieds,
et emporter avec toi
la vie humaine au Ciel.

Tu es libre,
ô l’air de feu.
Le vent souffle où il veut.

 

 

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