Diccionario Maulpoix de poesía: Verso libre

El poeta y crítico francés Jean Michel Maulpoix publicó en 2018, bajo el sello de PUF, el libro Les 100 mots de la poésie. Presentamos, en versión de Alí Calderón, la entrada correspondiente a “Verso libre”. Se lee en la contraportada del libro: “Imposible de reducir a una definición simple, la poesía puede ser aprehendida a partir de una constelación de palabras que la esclarecen en sus distintas aristas; palabras que son la carne misma del poema. Jean Michel Maulpoix convoca verbos que refieren los gestos de un trabajo, otros que describen los movimientos del cuerpo y del pensamiento, nombres que dan cuenta de una experiencia, bosquejan un espacio, objetos o formas (alejandrino, oda) pero también objetos del alma”. El libro de poemas más reconocido de Maulpoix es Une historie de bleu. Es el teórico de poesía más admirado en la Francia de nuestros días. Su último libro, publicado por éditions corti, es La poésie. A mauvais genre.

 

 

 

 

 

VERSO LIBRE

 

Agitado, Stéphane Mallarmé, en 1894, les dice a los estudiantes de Oxford: “Les traigo noticias. Las más sorprendentes. Lo nunca visto. Le pegamos al verso”. Estaba naciendo el verso libre en la poesía francesa.

El verso libre da cuenta de la pérdida de la especificidad métrica de la poesía. Pone fin a una escansión reglada, marcada por lo ya inventariado como la cuenta de sílabas o la cesura. Ahora la métrica no tiene sino un rol muy secundario en la identificación de la poesía, justo como la perspectiva en la pintura o la tonalidad en la música. El imperio de la métrica es reemplazado por el de la prosodia. Lo esencial ahora es el ritmo, entendido como configuración particular tanto del sonido como del sentido.

El verso libre simbolista es percibido sobre todo como una “modulación individual” ya que se pliega al ritmo subjetivo del artista. Al no responder a ninguna regla preestablecida de estructura o agrupamiento, el verso libre se fundamenta en cierta acentuación o sobre relaciones sonoras y rítmicas que el poeta hace significativas a su arbitrio y que se reinventan en cada nuevo poema. Esto implica, ante todo, una fuerte unidad de sonido y sentido, unidad de pensamiento y hálito. Paul Claudel toma esta visión que tiende a comprender la escritura poética como una sucesión de impulsos al propio tiempo intelectuales, emocionales y lingüísticos. Esta nueva unidad es una manera de salir del viejo entramado retórico del discurso.

Entramos también en un nuevo modelo de lectura, más disyuntivo que aquel que le precedía. Los versos se presentan y se dejan leer como entidades (es en este sentido que son “libres”) tendientes hacia el monostiquio, como si un principio de fragmentación y de intensificación se obrara en la escritura poética. Ya Arthur Rimbaud había preparado el camino, tanto en “Marina” como en “Movimiento”, dado su empleo sistemático del desperdigamiento tipográfico que desde sus primeros textos alteró el viejo entramado.

 

 

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