Presentamos una muestra de Luis Alonso Cruz (Lima, 1981). Ingeniero Industrial de la Universidad de Lima, con doctorado en Educación por la UNINI México. Publicó los libros Tetrameron (2003), Lumen (2007); Radio futura (2008); Osario de criaturas perplejas (2014), La música del hielo (2015) Hombre fractal (2018) y Jardín mecánico (2020). Ha sido mención del Premio Nacional de Poesía 2019, Semifinalista en el premio Internacional Paralelo Cero 2020 y primer finalista del Premio Cope de Poesía 2021. Parte de su poesía ha sido traducida al inglés, italiano, bengalí y uzbeko. Poemas suyos aparecen en diversas antologías y revistas física y digitales a nivel internacional. También ha publicado relatos en distintas revistas digitales de Perú y Sudamérica. Fue invitado a distintos festivales y ferias literarios en Perú, Colombia, República Dominicana, Bolivia, Cuba, entre otros. Es administrador del blog cultural y misceláneo “Fundador de Supernovas” ((http://luiscruzalvarez.blogspot.pe/)
I
Y ahora aparece este satori
que se puede tocar
como esta pared.
Un reloj
esparce ondas
y todo lo que era pasado
se hunde en un barro azul.
Es hora,
todo vuelve a nacer.
Esta quietud de lo inacabado
como el día eterno,
es este satori a punto de explotar.
La explosión y la paz.
El reino de la total quietud
en esta infancia –vegetal–
que es
como un niño de azúcar,
que juega con números sagrados
y hace figuras
con las sombras.
Transforma la noche
entre sus dedos.
En el intento
concibe al mundo como un animal de laboratorio.
(Jardín mecánico, 2022)
Adán
Todo esto me pertenece,
aún en sueños, muy cerca del alba.
Veo el extenso campo para mis descendientes
no hay reloj de inicio, no hay tiempo que corra.
Es apacible el ojo, que no contiene furias
que no sabe del terror
ni es líquido.
“Habrá noches retumbantes,
cascos y sonidos de guerra
pero siempre la mano protege la semilla negra”
Es perfecta la armonía de las esferas,
cantos suaves de seres alados
y las miradas en la rueda perpetua.
“Alguien dibuja la catástrofe,
la semilla pronto será manzana”
(El Evangelio según los Ángeles, inédito)
18.
Mi madre no sabía de arte, ni de cuadros, ni de partituras; simplemente cerraba los ojos y adivinaba la belleza en las cosas. Así fueron mis primeras clases de estética trascendental.
Con el tiempo (los Cronopios tarde o temprano llegan) me enseñaron sobre Paul Klee y Jackson Pollock.
Con el tiempo (los Cronopios tarde o temprano se van) lo natural entró en una pantalla y ahora el gallo canta encerrado en un programa.
<Este es el regalo supremo de la ilusión>
Mi madre se sienta a tejer su propio tiempo
(Cuadernos de Akakor, inédito)
Cuando el fondo de este espejo,
imágenes de reyes y reinas, cartas que se juegan al olvido,
y el contenido de las palabras
se hace polvo.
A mis ojos
aparecen ciertos relieves
que, poco a poco,
van perdiendo forma.
Un hervor recorre el cuarto,
no hay puertas que impidan el paso/
el espíritu siempre tuvo una vía libre.
El hervor entra por la nariz
da pie a la imaginación
y hace próximo lo que está al otro lado del mar
dormido.
Dormir es guardar los brazos y las piernas,
para un mundo que nunca sabremos
cual será.
En el sueño,
tengo el agua rodeándome el pecho
y en el pecho un árbol que se hunde
en algo parecido a lagos salados.
De mis brazos crecen hojas y dedos
de la boca salen frutos silenciosos.
El sueño acaba,
cuando comienza el diluvio de la luz.
Y el día trae a las aves,
sus cantos que nunca se escucharán
en este sótano.
(Una pantera feliz en el sótano, inédito)