El poeta y crítico francés Jean Michel Maulpoix publicó en 2018, bajo el sello de PUF, el libro Les 100 mots de la poésie. Presentamos, en versión de Alí Calderón, la entrada correspondiente a “Alejandrino”. Se lee en la contraportada del libro: “Imposible de reducir a una definición simple, la poesía puede ser aprehendida a partir de una constelación de palabras que la esclarecen en sus distintas aristas; palabras que son la carne misma del poema. Jean Michel Maulpoix convoca verbos que refieren los gestos de un trabajo, otros que describen los movimientos del cuerpo y del pensamiento, nombres que dan cuenta de una experiencia, bosquejan un espacio, objetos o formas (alejandrino, oda) pero también objetos del alma”. El libro de poemas más reconocido de Maulpoix es Une historie de bleu. Es el teórico de poesía más admirado en la Francia de nuestros días. Su libro más reciente, publicado por Mercure de France, es Rue des fleurs.
ALEJANDRINO
Aparecido en el siglo XII, en un largo poema épico que evocaba de modo legendario la historia de Alejandro el Grande, el alejandrino deviene el verso modelo-seminal de la poesía francesa. Metro real del teatro clásico, sirve a “la empresa de investigación psicológica y moral” (Paul Claudel). Es el metro dominante de la poesía del siglo XIX. Respalda la potencia meditativa y discursiva de una palabra lírica que aboga, con elocuencia, por la “causa humana”. Y lo hace en virtud de una frase más libre: “He dislocado a ese gran necio del alejandrino”, dice Víctor Hugo en Las Contemplaciones. La cesura desaparece, los nuevos crescendos, las nuevas cadencias y los nuevos colores verbales, más ricos y más sonoros, son posibles. Se distiende un antiguo corsé para dar paso a una respiración más amplia.
En sus “Reflexiones sobre el verso francés”, Claudel se muestra severo frente a los relajamientos que han podido dar lugar a los “nuevos aspectos de la inspiración”, que alegremente usan la repetición y la enumeración como si fuesen clavijas, gavetas, tapones, en fin, todo tipo de facilismos. Se sabe que, en su propia escritura, él prefiere la potencia pneumática del versículo, mientras que otros, como su contemporáneo Paul Valéry, le guardaban fidelidad al “viejo alejandrino” (y en general a los versos regulares), siguiendo el ejemplo de Stéphane Mallarmé. Es así que este verso, símbolo de la “tradición solemne”, permite percibir “ecos venerables” y lleva consigo, a la vez, la noble idea de la poesía y de su justa medida. A través de los siglos, el alejandrino ha educado el oído, ha modelado la memoria y ha codificado la poesía francesa.