Poesía mexicana: León Cuevas

Presentamos cinco textos de León Cuevas. Estudió Artes Visuales y en la Escuela de Escritores de la SOGEM. Cursó la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm, donde ahora estudia el Doctorado en Investigación y Creación Literarias en el Área de Novela. Sus cuentos, reseñas literarias, entrevistas y poemas se han publicado en distintos medios de México, España y Suiza. Es autor de la obra teatral Las seis muertes de Ofelia (2016). Ilustrador y coautor de la novela Trampas, de Agustín Cadena (2018). Autor de los poemarios Sal de alacrán (2019), Escala en un NO lugar (2021) y Un umbral para la taiga (2022). Actualmente vive en Ciudad de México y es profesor en CEDART Luis Spota Saavedra. Pertenece al colectivo de poesía Tinta Verde.

 

 

 

 

 

 

 

JIMY

 

Jimy nació en el lado equivocado del mundo

con una deformidad en su nombre

educado en suposiciones

con el espejo roto​​ 

en el acta de nacimiento

por eso Jimy es Jimy sin poder ser Jaime​​ 

Jimy despierta y mira una imponente reja​​ 

y más allá, rumores de siniestros ecos​​ 

revolotean como dos mariposas negras

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ Jimy extiende el brazo y aterrizan en su palma ​​ 

aletean desgastadas y en sus dedos se deshacen​​ 

dejando un olor a dulce

mal augurio

lo malo comienza por oler a dulce​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ y termina por oler a muerto​​ 

Jimy sabe que en su lado, él no existe

mas si cruza la reja, se desvanece​​ 

Jimy nació cansado​​ 

sin padre ni sol de día

solo un sol de desierto​​ 

creció descalzo en cementerios áridos​​ 

aprendiendo a diferenciar las voces de los fantasmas

con los fantasmas de los vivos​​ 

Jimy no sabe qué hay al otro lado de la reja​​ 

lo supone​​ 

solo está seguro de que si la cruza

dejará de ser Jimy para ser Jaime​​ 

y en pocos segundos comenzará a oler a dulce…

 

 

 

 

 

Cuidado¡!

 

 

Jugaremos en el desierto

mientras el coyote no está

pues si el coyote aparece​​ 

a todos nos comerá.

Coyote, estás ahí ¿? ​​ 

 

 

Yacían once niños​​ 

retozando en el limbo​​ 

diciendo rumores al aire

para no exaltar sus ecos

formaban una circunferencia​​ 

abandonada y descubierta​​ 

expuesta al peligro

Cuidado ¡!

decían cada diez minutos.​​ 

Rondaba un canino

una fiera rabiosa​​ 

y un animal herido.​​ 

De las manos tomados​​ 

los niños giraban​​ 

opuestos al tiempo

mientras alto​​ 

viraba el sol.

Cuidado ¡!​​ 

Una vuelta y gritaban​​ 

cada giro más violento​​ 

uno a uno iban cayendo

los niños del limbo,​​ 

entes sureños

les cerraban las puertas del cielo.​​ 

Esa ironía de quedar varados sus cuerpos

entre limbo y desierto...​​ 

Cuidado ¡!​​ 

gritaban los que quedaban.

Cuatro, dos, cinco...

No podían ya contar.​​ 

Les cerraron todas las puertas​​ 

y ante ellos alumbraba​​ 

solo el filo del abismo​​ 

cada diez minutos​​ 

Cuidado ¡!​​ 

Y la fiera acechaba​​ 

escondida en matorrales​​ 

de adrenalina y sarna​​ 

Cuidado ¡! Cuidado ¡! Cuidado ¡!

gritaba el último niño​​ 

solitario y con miedo

envuelto en neblina caliente.

Agonizando cayó​​ 

al fondo del espejo

en circunferencia perpetua.

Agonizando quedó​​ 

para beber el fuego...

 

 

 

 

 

Chanyang Iu​​ 

 

Ella, quien nació con los ojos cerrados,

cruza cerrando los ojos​​ 

el caudaloso arroyo de miradas.​​ 

Un estómago vacío por dieciocho años​​ 

y un pasaporte de neblina… ​​ 

Con una radio de pilas instalada en el alma,

creció para comunicarse tras párpados caídos​​ 

por tanto azote…​​ 

Y el mundo no percibe​​ 

a quien castiga por mirar.​​ 

Bella flor que nació cerrada​​ 

con un fuste entre los pétalos. ​​ 

Chanyang Iu se guía por el tacto.

Siente en su cuerpo las aguas de Tailandia.​​ 

Siente en su palma las mareas de China.

Navega a contraluz de infrarrojos.​​ 

Deja ahogar un mantra

y un soldado calla.

Siente la humedad quieta del río​​ 

en la otra Corea.​​ 

Y en una orilla del alba, su familia espera.​​ 

Al escucharlos llora: aún teme abrir los ojos.​​ 

Teme que al mirar, la libertad no sea​​ 

sino un bello cuento.

 

 

 

 

 

PALESTINA

 

Palestina ante los ojos de Occidente
no es desierto
está desierta
insólita y en ruinas,
entre techos de obra negra
y bunkers de oro.
Palestina ante los ojos de Occidente
no es roja
es atardecer en infrarrojo,
es un punto vacío.
Palestina ante los ojos de Hollywood
es sólo una bomba
donde se oculta​​ 

la voz real
de la ONU enmudecida.
Y por eso
Occidente cuida que sus secretos,

entre minas,
no le exploten en los egos.
Prefiere siempre​​ que se quiebren
los huesos de mil niños

y mil vidas​​ 

nos exploten
en las manos.

 

 

 

 

 

PREGÚNTALES ANTES

 

 

Bang¡!​​ 

Todos han temblado ante una bala​​ 

con una bala haces temblar a todos

todos siempre tiemblan en la mira​​ 

pero les preguntas antes ¿?

Cuántas balas se disparan en su contra ¿?

Ellas apiladas tiemblan como tú

unas a otras se miran sudando​​ 

a los ojos del insólito mercenario

no conocen la cara de su amo

y él ya lamió de todas su cara​​ 

muertas de miedo se estremecen,

unos ojos amarillentos las acosa

una mano hedionda de escombros entre uñas

toma una, dos, cinco o siete.

Por qué no les preguntas antes de morir ¿?

Deja de ver frente a los glóbulos de halcón ​​ 

mira la cueva de plomo y a los ojos pregunta​​ 

sin ser corazón de la infamia​​  es la bala de helada naturaleza​​ 

y disparada en su contra sin poder opinaren un bang ¡! queda sorda

templada de Alaska perfora el Ecuador​​ 

más rápido que un grito agrio

en un grito rápido de masas​​ 

explota en sus manos un torrente

la bala también grita desquiciada

aterrada​​ 

pero no se puede escuchar en lo hondo del cuero

​​ una hemorragia se fusiona con su ADN ​​ 

y sale revuelto un licuado amargo.​​ 

Después del shock​​ 

el silencio reina por segundos​​ 

y la bala llora,

el tejido se contagia de su estructura​​ 

ella caliente, no por mucho tiempo  ​​ sordo y claro es aquel llanto​​ 

muere en un corto momento ​​ 

muere enfriándose

​​ 

abrazando al órgano en pedazos

despedazada sin brazo orgánico​​ 

desapercibidas de nuestro conciencia​​ 

las balas siempre mueren llorando.​​ 

 

 

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