Poesía colombiana: María Eugenia Marínez Garcés

Edinson Aladino y Martha Cecilia Ortiz Quijano construyen la serie "Otros lugares, otras voces: Muestra de poesía colombiana". Leemos aquí algunos textos de María Eugenia Marínez Garcés (1972). Es miembro de la Fundación de Escritores del Pacífico Colombiano-Fuespacol. Pubicó el poemario La oscura cicatriz de algún silencio (Apidama, 2022).

 

 

 

 

 

 

 

María​​ Eugenia​​ Marínez​​ Garcés​​ (Tumaco,​​ 1972) es ensayista, poeta, gestora cultural y promotora de lectura. Es Magíster en Filosofía y Especialista en Desarrollo Comunitario.​​ Es miembro de la Fundación de Escritores del Pacífico Colombiano - Fuespacol. y autora del poemario​​ La oscura cicatriz de algún silencio,​​ de editorial Apidama, 2022.​​ 

 

 

 

 

 

Oblivisci

Hay días que desecha la memoria,

tienen consistencia vaporosa,

es difícil agarrarlos con los dedos.

 

Temo que días como esos

tengan réplica,

proyecciones que en las noches

si no sueño, salen de mí

a imponer un nuevo ciclo.

 

Esos días enmarañan nuestros ojos,

los contornos de las cosas,

los sonidos, nuestra frágil comprensión

de lo que es dado,

astillas que se clavan en las manos.

 

En días como esos

la palabra

es la oscura cicatriz

de algún silencio.

 

 

 

 

 

 

Silencio

 

He visto al tiempo

ser neblina en nuestros actos

y la vida un singular que se resiste.

 

A los hombres que dominan los sentidos,

con los años, los he visto arrepentirse

cuando exhibe lujuriosa y cruel la vida,

contornos que la niebla ensombrecía

y aparecen ya radiantes,

como nuevos,​​ 

sucesos que creímos acertijos.​​ 

La renovada luz del mundo,

ese frágil patrimonio de los años,

excusa la ceguera del sufriente,

la torpe necedad de hacerle nudos

a una cuerda que se advierte inexistente.

 

 

 

 

 

 

Otro mundo

 

Soy vértebra que Dios

sacó de Adán,

gloria y pecado.

 

Abandoné el Paraíso,​​ 

no hay retorno.

 

Quedaron mis pies en el camino,

pertenecen al polvo, él imprime

ansias de andar entre derrumbes.

 

Estoy hecha de oraciones,

mis plegarias,

pasos que el desastre no evitaron.

 

Llevo en la huida mis manos,

son dones,

para ofrendar a la tierra

siembro palabras,​​ 

frutos sinsabores.

 

Arrastro tras de mí

había una vez una doncella”,

y todos los cuentos, mi historia

escrita por la pluma de algún otro.

 

Cualquier día ser mujer será una ruta,

mi cuerpo humilde esqueje una puerta,​​ 

a otro mundo donde pueda

ser anhelo de Dios​​ 

y no un precipicio.

 

 

 

 

 

 

También puedes leer