Arquitectura del amor
(Pampas de San Juan, Pamplona y Atocongo)
Guijarros, conchas y arena
nunca mar, gaviotas o espejos de ternura
las piedras blancas en inmejorable lugar
el sol menos, las nubes más, las lluvias entre
el invierno por el verano
un eclipse sobre el cometa Halley
y la luna encadenada a una estrella.
Oh señor-señor, cómo se calma este orden,
del escenario ha desaparecido la cordura
y sujetos ante mis ojos están los tuyos
negros y rojos/ rojos y negros, siempre tus ojos
ampollando nuestras espaldas de tortuga
mordiéndonos cuerdos, sin razón
con la gracia verde de los injustos.
Es difícil respirar por estos lares
Señor tiempo, Señor balón de gas propano
y el animal absoluto, conocido en los manuales
como el tigre, desenvolviéndose cauto en mi dorso
observa con paciencia propia, el arenal paisaje
no de cuadro, no de foto, más bien indeleble realidad.
El resto apareció cual bandada de pajarracos
muchos viejos, pocos palos, manto negro de los sueños,
Señor cielo, añada por favor, tiña el panorama
con el tibio blanco-humo de su traje
con el sabor de sus cabellos a cebolla
ponga el Este en el Oeste, el océano de cabeza,
cálcenos con botas de cuarenta leguas
y petrifique nuestras edades en sus puños.
Señor Basura: sepáreme las flores silvestres
colóqueme el cerro sin cruz ni tanque de agua,
a los invasores que los dirija el cojo
al cojo, la estera mágica de sus perradas,
y las muchachas los partes de guerra
y a nosotros Señor Mañana
a nosotros que nos rompa el viento
pero que jamás nos jodan.
Grafía del límite
i.m. Alberto Flores Galindo
Gran señora gobernaba y hacía mercedes y fue casada
con Inga Roca. Y por esta señora fue respetado
grandemente su marido por los señores
grandes de este reino desde su jurisdicción […]
Felipe Guamán Poma de Ayala
Bájense prestas de este sueño de país
las sábanas de sangre, tire su tinta
el muslo de selvas, su quejido de ovarios
esa lengua de crestas en los folios sagrado
no existe muerto más bello que el esperma,
la cruz y la daga cogorean el fustán del sol,
mi tierra uñando la estirpe de ojo tuerto.
Ámese el odre preñadon y su alarido
la vergüenza del arcabuz aputado
yo soy la historia, usted la vida
calor de mantos siun geografías de coyas.
Que no falte honor, ni alfabetos, sí carne.