Ivan Junqueira entrevista a Ferreira Gullar

Ferreira Gullar 1

Con la cortesía de TV Imaginária y de la Revista Literária de Marcos Ribeiro, presentamos una entrevista que el poeta Ivan Junqueira le hace a Ferreira Gullar, autor de La lucha corporal y Poema sucio, entre otros títulos cardinales de la poesía brasileña contemporánea. La traducción es de Jorge Mendoza Romero.

La entrevista comienza en el minuto 1:30.

Ivan Junqueira es un poeta exigente y riguroso. Ha publicado solamente seis libros de poesía: O Grifo  y A Rainha Arcaica, entre otros títulos. Cuenta asimismo con una vasta producción ensayística y crítica. Es también traductor de T. S. Eliot, Borges y Baudelaire. Ivan Junqueira aceptó la invitación de la Revista Literária para conversar con el poeta marañense, Ferreira Gullar, autor de hitos de la poesía brasileña como A luta corporal y Poema sujo. Ferreira Gullar es también dramaturgo, crítico de arte, periodista y escribe textos de ficción para la televisión. Ahora la primera parte del encuentro grabado en la Chácara do Céu en Río de Janeiro.

Ferreira Gullar: Yo era un poeta…. Yo tengo una formación parnasiana; del verso rimado y medido. Esa es mi formación. Fue cuando rompí, que yo comencé a escribir los poemas de La lucha corporal y abandoné cualquier métrica y rima y toda forma. No toda forma,  sólo la forma clásica, parnasiana. Como cualquier formalismo yo llegué a un punto en La lucha corporal. Cuando yo me acostumbro a una forma cualquiera que puedo crear, la destruyo y cambio. Entonces pasé a ser un antiformalista por excelencia. ¿De acuerdo? Vi de pronto que la Generación del 45 quería retomar el poema medido, el poema rimado. Entonces, yo era lo contrario. Para mí era regresar a lo que acababa de abandonar. De modo que me enfrenté con la Generación del 45. Exactamente por eso. Estaba en el polo opuesto porque yo solo estaba en aquel momento haciendo mi Semana del 22, mi Semana de Arte Moderno. Entonces no podía regresar a las formas clásicas porque acababa de abandonarlas.

Ivan Junqueira: Aunque trabajas básicamente con un lenguaje cotidiano –conozco muy bien tu obra- yo nunca percibí un relajamiento formal ni un relajamiento del vocabulario, ¿piensas que eso se debió a ese primer momento de tu formación trabajando con los poetas clásicos, sobre todo con la lengua portuguesa que no es la lengua brasileña que habla de otra manera.

FG: No. Ciertamente que esa formación anterior pesa. Pero lo que pesa más es que teniendo mi libertad de esas formas, que después de cierto tiempo, ellas ya no me disciplinaban. Uno ya tiene un dominio sobre ellas que ya no me ejercitaban y, en consecuencia, no me obligaban a una exigencia formal mayor a la que yo pasé hasta que me liberé de ellas.

IJ: No había creación, era sólo imitación.

FG: Claro. Entonces cuando me liberé, yo tuve que descubrir una nueva manera de trabajar con nuevas leyes. No hablaría de leyes, nuevas exigencias. Entonces, el hecho de trabajar con palabras cotidianas lo entiendo así: el poema es un lugar donde esas palabras son transfiguradas. Es una especie de fuego donde yo quemo las palabras. Para que eso sucediera era necesario un rigor formal, una exigencia que no tuviera ningún a piori, que era trabajado en ese momento. Por eso es que también para escribir necesito estar en un estado psicológico muy intenso para que tenga todas esas exigencias porque en estado natural no las tengo. Cuando estás en ese estado, palabras que están en ti que nunca se asociarían, se asocian; cosas que están sepultadas, adormecidas, surgen. Esto es lo que da riqueza al poema. Si yo estoy como cuando voy a comprar pan la panadería, no sucede nada. Tengo que estar en un estado en que esa riqueza que todo mundo tiene…

IJ ¿Y el comunista de qué pan vive?…

Para concluir el programa Revista literária la segunda parte del encuentro de Ivan Junqueira y Ferreira Gullar.

IJ. En tu libro Rabo de foguete (Os anos de exílio) la historia que cuentas es una de las más crudas y desoladas que haya leído en mi vida. Eso confirma una suposición que siempre he tenido del cielo y el infierno.

FG: Para mí lo era. Llegaba a mi apartamento. No compraba cosas, no compraba una cama. Improvisaba una poltrona, no recuerdo con qué. No quería decirme a mí mismo que tenía domicilio.

IJ: Irse.

FG: Irse. Yo quería que todo fuera provisional. La idea de que “ahora voy a instalarme, voy a vivir aquí”, jamás la acepté. Y eso volvió las cosas más difíciles, porque si no aceptas algo, estás siempre insatisfecho, frustrado…

IJ: En otras sociedades, otras culturas, otras lenguas en un momento en que no estás para permitirte paseos, debe ser de una dureza terrible.

FG: Además soy una persona que tiene ciertas dificultades para vivir. Aparento una cosa diferente, pero tengo una cierta dificultad. Entonces, por ejemplo, viviendo en una ciudad. Vamos a ver. Estoy viviendo en Río de Janeiro. Entonces en la calle Araújo Porto Alegre. Todo me recuerda cosas: el Cinelandia de Amarelinho, los antiguos colegas, si voy para allá… Todo me recuerda. Todo está mezclado con mi vida: Ipanema, Santander,  la playa de Ipanema. Pero llegas a una ciudad donde la piedra es piedra y el poste es poste. Nada te dice nada. Lo que es un poste es un poste. 

IJ: Es que no estás paseando, estás ahí obligado.

FG: Todo es un mundo hostil porque no te refleja nada. Solamente es materia. El poste es poste, la piedra es piedra, pero no tu historia. Te repele. El mundo afectivo, visto, te acoge. Porque tú, de tanto vivir, como dice el poema de Drummond, tú humanizas las cosas, humanizas las piedras. Porque proyectas tu vida, tu emoción sobre ellas. En cambio, cuando llegas a un lugar que nada tiene que ver contigo, es un mundo hostil. Eres un exiliado en un sentido heideggeriano. Abandonado en el mundo.

IJ: Estar-ahí. El estar-ahí sin nada. Y eso no es una broma.

¿Cómo ves la poesía brasileña de estas últimas dos décadas, incluyendo la nuestra que está terminando ahí, una poesía de fin de milenio?

FG: Yo pienso que tenemos muchas cosas interesantes, creativas. A pesar de ser el fin del milenio, no es una poesía que se caracterice como en otras épocas por una novedad o por ser una poesía que esté abriendo nuevos caminos.

IJ: Es que ya se abrieron tantos a lo largo del siglo.

FG: Yo pienso que la verdad, lo que me interesa realmente es un buen poema. A mí poco me importa si es ultramoderno, moderno, posmoderno, submoderno… No importa.

IJ: Qué curioso. Yo llego a la misma conclusión.

FG: Ningún poema es bueno si no tiene algo de nuevo dentro de él. Y ningún poeta va a escribir un poema si no tiene algo que decir. Si él tiene algo que decir, que descubrió algo para decirnos, entonces eso nuevo está presente en lo que está haciendo.

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