Jaime Jordán Chávez (Zapotlán el Grande, 1995) es autor del libro Los monstruos que nos miran desde el cielo (Valparaíso Ediciones, 2021) y de la plaquette Piano esquizofrénico (Libro de Arena, 2022). Ha colaborado en diversas revistas literarias como Hiedra.Oxeda, Vestigios de la Lira, Vislumbre, Luvina y moodmagazine.mx. Fue ganador de los Juegos Florales de Zapotlán (2024). Obtuvo el primer lugar en el Concurso Internacional de poesía Vestigios de la Lira en su edición (2020), resultó ganador del Concurso Luvina XII en la categoría de Poesía (2022) y segundo lugar en el concurso internacional de poesía Jorge Mendiola X (2023). Además, ha sido mención honorífica o finalista en el concurso internacional de poesía Fenix Troyana 2018, el concurso internacional de poesía Vicente Huidobro del 2020, el Concurso luvinaria de poesía 2021, Los Juegos Florales de Zapotlán el grande 2023, entre otros.
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Fotogramas del mundo
he cesado de morar en los cementerios para que los muertos me hablen / abro los ojos / despierto hacia el instante / todo se mueve / todo cambia / la palabra está viva / un caballo blanco corre hasta reventarse los pulmones / abrazo el sol como un ciego que solo posee una ligera percepción de luz / mis lágrimas de supernova caen incesantemente / ¿Alguien conoce el lugar donde caerá este llanto? / no / nadie / ojalá que no sea en las manos del niño que sueña siempre con los horizontes / el niño que seré cuando sea más viejo que mañana / el niño que construye el techo de su casa infantil con alas de mariposas muertas para luego derrumbarlo de un soplido / cuántas ganas de existir infinitamente / si cantara con todas mis fuerzas se me romperían los dientes / y canto / y reviento / porque ya he llevado una bomba dentro de los intestinos durante varias décadas / de otra manera no podría estar aquí / si tocaras esta sombra que se coagula en la decrepitud de lo que ya está dicho / si tu mirada se replegara ante la implosión de este lenguaje floreciente / te entregarías a la contemplación más profunda de tu interior / no andarías en busca del sentido que tan solo es un artilugio de los que olvidaron cómo ser árbol; enraizarse y respirar / el sexo de una mariposa no debería ser la matemática del viento / he inventado un pez para que nade en el sonido de esta agua / la luna siembra un beso en mi frente / mis amigos danzan sus mejores pasos frente a un monstruo inmenso que apenas se inmuta / mis amigos se cortan las muñecas y les brotan canciones prodigiosas / yo soy el más haragán / aquí bebo el viento de un río / miro a los salmones de piel fugaz que nadan contra la corriente / estoy tomando té con el buda / él tan iluminado / yo tan ensombrecido / hay una mañana desarticulándose en mi garganta / hay otro que espera detrás de la puerta para tomar mi lugar / otro que toda la noche me llama y nunca me deja dormir / otro que se sueña yo / vibra / late / es el ser más transparente del mundo apenas por un instante / traduce sus huesos / sus venas / su sangre y sus miedos en palabra / hay otro que vive y respira / se dirige a tomar un vaso de agua / tritura su sueño / desdibuja el azul de la primavera / se enferma de inmortalidad / yo no soy el otro / soy el poema / esta cuestión inútil y ornamental de la existencia / soy el poema / lo que es enemigo de los muros y escapa de las formas / es otro el que muere lentamente en la prisión de carne y hueso / un mal chiste contado por una estatua que solo se pone de pie para fumarse todas las nubes del cielo / un acto peligroso de apostar la nada por el todo / el planeta triste que gira sobre una lengua / la distancia de una flor que se llena de espinas para que nadie arranque sus pétalos / yo no soy yo / soy el poema / una respiración de jaguar nocturno / un molino de violines desbaratándose en el cielo / la armonía del caos más indigerible / arden lámparas rotas dentro de mi vientre / la estética o el estilo / acontecen cuando dejo de perseguir los pasos de los que ya se fueron / esos dos niños tomados de la mano en el recreo somos nosotros / estamos corriendo / pareciera que huimos de la gran máquina / en tus ojos hay algo de mar / en los míos hay orilla / brechas en mi conciencia / aunque haya un sol negro gestándose en mi corazón / aunque la muerte ha besado mis labios en este día / si solo tomaras un pedazo de arcoíris / ambos naceríamos después de la tormenta / si te robaras mi color yo moriría / mi alma se cansó de tantas vidas sin trascender de esta materia / sobre mis hombros recae el peso de milenios / en mi voz hay infinitas voces / ansiedad de cuervos picoteando mi cráneo / una araña sale por mi boca y teje con mi tristeza / en mis pupilas un delfín florece hacia el viento y atraviesa aros de colores indistintos/ algo se
a b r e
en el silencio / puede ser la última puerta en el viento / o la primera / esta es la región de la felisteza / más allá de estas murallas comienza mi locura /
me voy
cayendo
a pedazos
y no me queda tiempo
para dejar un color en tu ventana
ni para colgar el cielo de un faro
contaminadas fragancias se incrustan en mi yugular
/ hablo partido en dos
por un lado / con mis ojos
de moneda de 50 centavos
por el otro / con un árbol creciendo desde mis entrañas
antaño jamás hubiera creído que el arte
podía ser arrancarse la piel para mostrar lo que uno lleva dentro
ahora heme aquí
ya sin átomo
desgarrándome a la intemperie
tanto como me encuentro allá
en el desierto donde muere
de sed el caballo blanco
no permanezco en la tierra / ni en el mar
/ ni en las montañas
no permanezco en mí
la música de mi despedida
tiene la cadencia de un sueño eterno
el camino
se destroza al andar
quiero arrojar al vacío todas las amatistas que hay en mi cabeza
guiar un elefante ciego de regreso a casa
he triturado mi lira
para que sea polvo disperso entre la resonancia
ya el alba engulle mis tentativas
de ser infinito con fauces de luminosidad
hay ausencia de plantas en la habitación / olor a nadie
/ memoria destrozada
por el inexistente silencio
el mundo cae
a pedazos
y yo estoy destruido
solo queda un ruiseñor anidado en mi cráneo
cantando desesperadamente.
Maitreya