El año de Chernóbil, de Angélica Murilllo

Selección de poemas El año de Chernóbil (Ediciones Perro Azul, 2024) de la poeta y periodista costarricense Angélica Murilllo (San José de Costa Rica, 1976).

 

 

 

 

Supongamos que esto es el 26 de abril de 1986, es la madrugada, cerca de la 1, el viento sopla como no volverá a soplar en las afueras de la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, el núcleo del reactor 4 está a punto de fallar y el cielo, en unas horas, se llenará de una nube de material radiactivo extenderá su miedo por unos 150 mil kilómetros cuadrados.

 

En ese mismo instante, aunque varias horas atrás, si se nos permite la licencia, hay una niña, en un pequeño país, mirando el cielo, buscando, quizá, letras o palabras o acaso los primeros símbolos de un lenguaje íntimo.​​ 

 

Y justo en ese momento, estalla la tragedia, lejos, muy lejos. Y aunque esa niña de 10 años nunca conoció Chernóbil, algo de la explosión le alcanzó para siempre.

 

La poesía de Angélica, acaso el lenguaje des-cifrado de esa niña, intenta adentrarse en la profundidad de la pérdida, en el origen de la herida primigenia. Y ya sabemos que una herida, no necesariamente, se origina con algo punzante sobre la carne, una herida puede entrar por los ojos, por las imágenes transmitidas por el televisor en algún momento determinado de la infancia y eso eclosiona con todo lo demás y ya nada vuelve a ser lo mismo.

 

Los secretos familiares, el inicio del trauma, del amor, de la soledad, de la alegría, se expanden como un material radiactivo, pasando las nubes del pasado, la lluvia ácida del presente, hacia el futuro, consumiendo todo a su paso, y entonces la vida se transforma en una raíz invertida, y los sueños se convierten en una bruma infinita de​​ plutonio, yodo, estroncio y cesio.

 

En estas páginas hay una niña escudriñando el mundo, es 1986, la poesía, que hace eco de una ciudad envuelta en una pesadilla radiactiva, recupera el sentido de una infancia hasta entonces adormecida.

Jonatan Lépiz Vega

 

***

 

Este texto detona la memoria, la inocencia, el paraíso perdido, el juego, la familia, la escuela y esta serie de acontecimientos globales que nos marcan como un programa de TV, un libro o una palabra a esa breve edad donde las cosas dejan huella, donde todo es radioactivo y, por tanto, peligroso.​​ 

Selene Fallas

 

 

 

Selección de poemas

EL AÑO DE CHERNÓBIL

de​​ Angélica Murilllo

 

 

 

FUI A CHERNÓBIL HUYENDO DE MI MADRE

 

Llevaba un tren que iba y venía por la niebla,​​ 

una Ítaca invisible para sortear la noche.

Llegué, aterricé, salté, me caí.​​ 

Eran las 8:00 en el verano del 76,​​ 

es decir que iba y venía –gran misterio–​​ 

hilo tejido fuera del tiempo,​​ 

desboronándose.

El mundo era un trozo de tela y fuego. Pedacitos

de papel flotando. Pajaritos con la punta de las alas​​ 

incendiadas. Soldadito de plomo mutilado por el​​ 

viento.

Antes de nacer fui a Chernóbil y huyendo de​​ 

Chernóbil llegué a mi madre.

 

 

 

ESTÁ EN EL SOFÁ COMO TODOS LOS DOMINGOS

 

Hablo del cadáver de mi padre que en ese entonces​​ 

cita perdida​​ no era cadáver, sino abrigo, indiferencia,​​ 

tránsito. Bella durmiente enredada por la rueca.​​ 

La peor medida en la balanza,​​ 

la más desfavorable

sonrisa.

Verás señales, sí,​​ verás señales.

 

 

SI FUERA DE NUEVO EL AÑO DE CHERNÓBIL

 

Y al abrir la puerta una mañana​​  ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

tuviera ante mi

los pastos ardientes del verano.

 

Mariposas afiladas de hoja fría​​ 

carcomiéndose el futuro.

 

Ruedas de espanto doblegadas por el hilo.

 

Miro de frente el pasado y he perdido el nombre.

 

 

 

DIRÉ LO QUE SUCEDE CUANDO DOS HERMANOS SE BESAN

 

Por ejemplo, mis vecinos. Caín y Abel se besaron.

 

Y Abel salió dando saltos como oveja en un pentagrama amarillo.​​ 

No, no murió.

 

(Tal vez solo de cierta manera).

 

Hay cosas que en apariencia están cerradas.

 

La vida de alguien de paso. El paso en la vida de alguien.

 

 

 

DIRÉ DÓNDE ESTOY

 

Es febrero frente a los riscos.​​ 

Me adormecí sobre un peldaño​​ 

y caí

sigo cayendo

como un cohete que estalló en pleno vuelo.​​ 

Estoy sobre los hombros de mi padre

–es decir, estaba, porque acabo de caerme–.

Un cangrejo se aferraba a mi cuerpo con su miedo​​ 

y había hilos de sangre como espuma.

Estamos en la misma playa como todos los veranos.

Y esto es

lo que sucede:

Al día siguiente del dolor, el dolor se irá cayendo, cayendo​​ 

y hará de ti

su nueva casa.

 

 

Angélica Murillo​​ (San José de Costa Rica,​​ 1976). Comunicadora Social con énfasis en Periodismo por la Universidad de Costa Rica. Dirigió el Taller Literario Elipsis de la Universidad de Costa Rica (2006-2007) y fue cofundadora del grupo literario Estudio Poiesis (2002). Ha publicado:​​ Variaciones en torno a la trayectoria de una hormiga​​ (Perro Azul, 2010);​​ Sobre el amor filial y otras desviaciones​​ (Espiral, 2011) y​​ Circomística​​ (Espiral, 2013). Recibió una Mención de honor en el III Concurso Internacional La Revelación (España, 2009) y el Premio al Mejor Videopoema en el VIII Concurso Internacional de Poesía Breve La Vanguardia (España, 2009). Sus poemas se encuentran antologados en diversas colecciones publicadas en Chile, México, Guatemala, Colombia, Italia y Costa Rica.

 

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