Aquí es Betania
BETANIA CONSERVA la cicatriz del parto,
el grito de la llama que tropieza con el aire,
la sangre coagulada en la palabra
como una flor herida por un incendio.
También tu rostro es una achicada espina,
un recogido bulto de cenizas,
que aún mantiene el primer hedor,
la primera flama sangrando sobre la tierra seca.
Y nadie ha salido a bendecir tu silencio,
tu cadáver de polvo entre los ruidos del viento,
tu cuna de alfombra que levantó las llagas,
que despertó bajo el manto el olor,
la peste de otra resurrección podrida.
Laude
PORQUE TODO QUEDÓ EN EL BORDE de milagro.
Son tuyas las llagas,
tuyo el yerto que conmueve al pobre con su hambre.
Tuyo es el páramo del ruido,
el aire vuelto el buitre hambriento,
el seco paladar, la voz en ruinas
de un bebé bajo la zanja.
Porque todo quedó afuera
la bendición fue iluminarlo todo.
Alumbrar el sitio del milagro,
desempañar tu rostro por un calor invencible,
una hoguera de llanto para anunciar el regreso,
el estupor del cuerpo caliente, el hedor,
las flamas de Dios para su recién nacido.
Laude
ASÍ HABRÁS DE PADECER una insondable pérdida de nada,
tus primeros pasos serán el aire que te tire,
tu primera palabra estará desbordada de vacío.
Serás, siempre lo fuiste,
espesa carga, un frustrado y fresco
embrión pudriéndose.
Muerta está tu palabra.
Muerta tu voz.
Muerto el odio que te mantuvo muerto.