Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad. Es una selección que reúne voces de poetas venezolanos nacidos a partir de 1990. La muestra nos invita a reflexionar acerca de las diversas identidades que se presentan en la poesía actual venezolana. La escogencia del título rinde homenaje a dos voces que dejaron una huella fundamental en el panorama más reciente de la vida literaria del país: César Panza, con su verso Si el río abriese los ojos qué viera, y Caneo Arguinzones cuando dice que Haber retrocedido al abismo ha convertido la continuidad / en una festiva alabanza. César nos devuelve la pregunta de la identidad sin pretender abrirnos los ojos, sino buscando que habitemos con él la pregunta; defiende lo auténtico mientras nos habla de la impermanencia. Caneo plantea una vivencia corporal que enfrenta a la muerte, pero que, en un detenerse, busca la continuidad de la vida como una “festiva alabanza”. Estos autores y referentes, por siempre jóvenes, son voces desenfadadas, discontinuas, navegantes de lo incierto en el río identitario, vitales, como las que presentamos a continuación.
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Érika Manoche Barreto (Anzoátegui, Venezuela, 1995). Egresada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Instituto Pedagógico de Maturín "Profesor Antonio Lira Alcalá", como profesora en la especialidad de Lengua y Literatura, la cual ejerce actualmente. Sus poemas han sido publicados en la antología poética: Poetas del Guarapiche (2018) y en su poemario Piel aturdida (2019); ha participado en recitales de poesía en el Instituto de la Cultura Monagas y asistió al Taller de Poesía de la misma casa, además participó en el taller Murmullos del Guayacán a cargo del poeta Luis Segundo Renaud. Reside en Maturín.
Tiempo de coser
Sobrehilando y deshaciendo
la tormenta cae sobre mí
en enumeración caótica
hace cuenta de los días
los pasados
y porvenir
mientras espero un milagro
una oración es un cántaro de súplicas
a veces canción desesperada
el llanto de un huérfano colibrí
perdido en el mar
o pesado aceite que enciende una lámpara
para seguir cosiendo en la oscuridad
¡Oh Penélope!
¡cuánto admiro tu fervor!
las olas y los días revientan en mi cara
la esperanza es como arena en mis puños
y mis pies se arrugan
y desasen las piedras
de este malecón olvidado
Dotada de olas e hilos
tejo las promesas
y la (in)certidumbre
tejo los días
para hacerlos uno solo
tejo la marea de sueños e ilusiones
con los ojos resecos del salitre
y calma resignada
esperando un barco imaginario
que atraque en mi puerto quimérico
donde
s
o
l
o
e
s
t
o
y
y
o.
La deriva
Un náufrago
espera un milagro
canta para no volverse loco
en el mar callado
y pétreo
espera a un viajante
por la llanura de minutos
pasos aguas
y sal
sueña que alguien viene
y
se
va
Una gaviota extraviada
anida en su cabeza
cuenta los días
para hacerlos más largos
marca rayitas tras la puerta
las tacha todas.
(cierra la puerta)
y se sienta a esperar.
Hombre de Tierra
Hombre de tierra que habitas los días
con tu vaho de labios entreabiertos
y sorbo de cerveza
un haz de luz te aguijonea la carne
tu piel de tierra
de geosmina
crezco de tu barba
y tus cabellos
como semillas
respirando de tu aliento
entre tus hombros y tus cejas
el sol calienta los caminos de tu cuerpo
y despiertan las hormigas
de tus nichos y colmenas
deseosas del néctar de la vida
trepando en hervidero
hasta tu cabeza
consumen el último cigarrillo
y vuelven a tus entrañas
a escuchar el eco del humo
disipándose en el gemido de la tarde
que llega a su fin.
Hurgo la basura de los años
no encuentro los recuerdos
mi pecho exangüe revela la verdad
esquivo la tristeza con palabras y café
la ovación de la mediocridad
no me contenta
con las manos hundidas en la tierra
y el corazón deshecho en tinta
las palabras se rompen en mis labios
veo mis cabellos marchitos
a la luz de la vela
veo la taza
sin asa
vacía
todo vuelve a empezar.