Presentamos, en el marco del dossier de poesía costarricense, preparado por Gustavo Solórzano Alfaro, el trabajo de Esteban Ureña (San José, 1971). Es poeta, editor y profesor. Fue subdirector editorial de la Editorial Santillana Centroamérica Sur. Actualmente reside en Argentina, donde estudia psicoanálisis. Ha publicado el poemario Bestiario de amor (2004).
Lee la introducción a este dossier aquí
Labor del pescador
Busco en la red pero tu rostro
es un extraño celeste, mantarraya escurrida
entre mis piernas como la luz de todo posible entendimiento.
Tejer de la ceniza,
quemar la labor diaria:
torcer la cola como pez que se esconde
a la sombra de un coral deshabitado,
maniobra fallida porque asiste en filetes
al mayor banquete posible en nuestra mesa,
rodeado de sus hermanos terrestres
brócoli y papa.
No la verdad sino el aroma del ajo medio frito. No la necesidad
de que estés sino este pedazo de mar tragado sin desearlo,
sin saber de su existencia en lo hondo y más de la carne blanca.
No la soltura de la lengua sino la mandíbula
del albañil, llena de pan y atún y desbordándolos
una amplia sonrisa
frente al espectáculo de la demolición de la escuela,
del hospital, del ministerio levantado sobre bases
ridículas de arena concha y hambre de todos los peces.
Plaza de la Cultura
Nada, un niño se retrataba en las palomas,
en su correteo suicida por sujetar
el muelle plumón verdoso, su garganta
que escapaba cada vez con un batir de alas irregular y rítmico.
En la plaza vemos rostros, bigotes, piernas del verano
como si reconociéramos un evento más allá
de la nariz del tío Ovidio
agarrada de una cabeza extraña,
de un cuerpo que huye con los cachetitos
de la prima Virginia.
¿Alguno se busca en la fachada del Teatro,
en los ángeles que pagaron por sus alas
un reposo de mármol, donde muere el hollín
y cagan las palomas?
Cada niño parece saber que el juego es su espejo
pues pronto vienen más, lo siguen, tratan de ayudarlo
mientras yo empuño un carboncillo ardiente
y voy dibujando, sin que nadie lo perciba,
mi rostro antiguo sobre el cuerpo infantil,
la expresión de otro niño que arrulla un cadáver de plumas.
De Bestiario de amor
No alcanza la plata para el viaje astral
Virgilio se acerca con la mosca atada a un hilo.
La musa es invisible desde lejos.
El balanceo autónomo del hilo
hace suponer la cadena de Cerbero
o un filamento de Keter Elyon.
De cerca, la mosca se ve triste y alegre.
La sonrisa de súplica. Panoptes de ojos sucios.
Virgilio coronado pasea su quimera.
Los vecinos temen y envidian sus tratos
con el mundo subterráneo.
Cuando se acerca, disimulo un poco.
Miro la mosca de reojo, me alejo de nuevo
y recobro el monstruo tan temido
el mismísimo Signo de la Ausencia.
¿Alguien sabe qué quiere la mosca?
¿Qué bicho le muerde la oreja
mientras Virgilio duerme?
Virgilio cosecha los laureles
y la mosca escribe,
escribe.
De Bestiario de amor
en la aldea
Si estuviera en una aldea neolítica y hablara de la superstición y de la ciencia, nadie entendería. Sería igual si entonces hubiera surgido alguien que hablara en términos modernos: lo habrían ignorado, olvidado, lapidado. Pero si estuviera en una aldea neolítica, no podría saberlo, no podría imaginarme miles de años después sentada frente a una computadora, bebiendo mis tazas de positivismo lógico y democracia de mercado. La conclusión es obvia: estoy en una aldea neolítica, pero no puedo saberlo, estoy condenada al olvido, y por la ventana de mi vocho 69 miro pasar, por la autopista helada de Bering, las manadas de bisontes que me sobrevivirán.
dosidad vacía (brouwer)
justo antes de abrir la puerta el gato estaba vivo / justo antes de abrir la puerta / justo antes, el gato justo / antes de abrir la puerta el gatovivo estaba vivo / justo antes de abrir la puerta, el gato muertoestaba vivo / ¿estaba?, ¿pero? / ¿justo antes?
cuando despertó,
el gato estaba ahí
cuando abrió los ojos,
cuando el gato abrió los ojos
el gato estaba cuando el gato
abrió los ojos
justo antes, cuando
el gato abrió los ojos
y observó la cápsula de cianuro
apenas antes de abrir la puerta / el gato muerto estaba muerto / apenas antes de abrir la puerta — no poco antes — no poquísimo antes —infinitamente poco antes / apenas antes de abrir / apenas / la puerta apenas / ay santo tomás, la puerta / ay san Toto ay / la puerta angosta / langosta puerta estrecha / langosta puerta estrecha sus tenazas // la estrecha // langosta es noancha
apenas antes de abrir / apenas antes de abrir al gato / apenas antes de abrir al gato la puerta / apenas antes de abrir al gato la puerta de la calle / la puerta ancha / alivio nuestro del gato / la puerta de la calle apenas antes de / el gato vivo estaba apenas muerto / el gato apenas antes / aquí hay a penas “antes” /
sea: aquí hay gato encerrado / a penas antes de langosta había gato / a penas antes de abrir la / apenititas
sea: gato encerrado — gato encerrado son dos gatos — dos gatos son dos gatos probables / apenas antes dos gatos / aduras / aduras penas / a penas aduras penas / gato muerto aduras penas que antes era gato vivo / gato muerto antes que fuera gato moribundo /
gato tuerto, gato cojo, gato agarro, gatito sin alma / ay San Tomás / ay San Toto / por qué al gato / pobrecita su alma San Toto / ay / por qué al gato / ¿no pasa el gato por la ojiva, por el ojo de la aguja, de él no será el reino de los cielos? / ¿su alma se queda pegada? / ¿por qué, era un gato contrario? / porque era / ay / ayayay / porque eray noera / que nos coja el gato / ay Santo Más / que nos coja el gato confesados / apenas antes de abrir la puerta / apenas “nos” / apenas “confesados” / ay Santo, te / ay Santote / apenas tenés alma y yono / apenas antes de abrir la puerta / a penas antes / nos coja / a penas Santo Más / en algún universo paralelo / soy un gato desalmado
kindergarten
ella tenía 5 : yo cuatro
jugábamos con el cajón de los disfraces
(batman, acuamán, la mujer maravilla)
pero no había dos iguales
así que decidimos irnos vestidos de piel
tampoco éramos iguales
yo disfrazado de piel / ella de piela
al tocarnos los disfraces / ardían
sin consumirse
selección artificial
Que entre tres mil millones de mujeres
te elegí a vos… pues seamos francos
a lo sumo
entre vos y quedarme solo
nadando en mi cama como un cuatro colas
o uno de esos tontos betas
que se incendian con su imagen.
Y aunque el asunto fuera entre la soledad y vos
pensalo: no es poca cosa.
¿A quién más podría mostrarle
estos que son como animales, pero grandes,
estos árboles? ¿Con quién discutiría por horas
sobre la calidad del naranja
cuando atardece en Moyogalpa
o Malpaís?
Vamos: muchos se quedan
con la soledad, incluso
si escogieron (o creyeron escoger)
una mujer y hasta dos.
Dale un poco más de vuelta: en realidad
nadie elige a una mujer entre varias.
Nadie.
Pensalo bien.
No es poca cosa.
pensamientos en setiembre
a Marieta
Decirte lo que sé ya no funciona: yo sé: vos sabés;
¿ustedes saben?, nosotros sabíamos… Es una carta amarilla
verte viendo un aguacero en setiembre por una ventana sucia
buscando en los floreros monedas y clips que nunca tuviste.
La ducha cayendo al fondo de esta casa sola, bañando a nadie,
el agua desbordando los aleros y manchando el piso con su estruendo
es una moneda griega gastada con tierra de hoy. Nunca los miércoles
fueron tan parecidos a los martes; los viejos que mueren en setiembre
tan iguales a las guarias bañándose en la garúa helada, este pelo de gato.
Tu presencia reiterada es un verso retorcido envuelto en mis sábanas
donde has esperado, has vivido, a fuerza de tanto estar
has empezado a convertirte en un recuerdo, el cuerpo de un recuerdo,
la verdad que se piensa pero no se dice, la metáfora pulida con el tiempo.
Demasiado que sé, que aspiro a ignorar, si sos un recuerdo quiero olvidarte
para sorprenderme luego con tu invasión en mi cama, homenaje al lugar común
un día primero de comienzo del mundo.
Datos vitales
Esteban Ureña (San José, 5 de diciembre de 1971). Poeta, profesor y editor. Estudió Filología Española en la Universidad de Costa Rica (UCR), donde también obtuvo una maestría en Literatura Latinoamericana. Fue subdirector editorial de la Editorial Santillana Centroamérica Sur. Formó parte del Taller de Literatura Activa Eunice Odio y del Colectivo Octubre-Alfil 4. Actualmente reside en Argentina, donde estudia psicoanálisis. Ha publicado el poemario Bestiario de amor (2004) y tiene uno más en preparación: “Minutos después del accidente”.