Foja de Poesía No 178: Elicura Chihuailaf

Elicura Chihuailaf Elicura Chihuailaf (Cunco, Chile, 1952) es un poeta de tradición mapuche. Entre otros libros, ha publicado En el País de la Memoria (1988), El Invierno, su Imagen y Otros Poemas Azules (1991), De Sueños Azules y Contrasueños (1996).

 

 

 

 

SEÑALES EN LA TIERRA DE ARRIBA

 

Salió el viento del mar

Lloverá, lloverá, gritan mis huesos

y los sembrados que parecen enfermos

cargan de ensueños los botes

que como nubes navegan

en el agua del cielo

Salió el viento del mar

y se han volcado

los botes sobre el Llaima

Lloverá, sí, dice el aroma

cerrando sus puertas en el bosque

y veo la luz del cielo

que abre sus vertientes azules

y las espigas levantan sus cabezas

¡silban!, las oigo, jubilosas.

 

 

 

 

 

EL ANTIGUO CANTO DE MANKIEN

 

Como el rocío -dice Mankien- dibuja

          la mujer de mis sueños

Su piel recuerda el amanecer de

          un día de invierno

su pelo el oscurecido graznar

          de bandurrias

anunciando buen tiempo para el cultivo

Si desea Pilar (y sus padres aceptan)

yo trabajaré, trabajaré para ella

Y aunque entre nosotros no están

          sus abuelos

yo: Mankien, nieto de Kilamañke

hijo del cacique Elikura

pagaré animales y frutos por ella

y si la muchacha me ama, aceptará

          mis costumbres

Dirán, de mi muchacha dirán:

“Es hija ya de nuestro pueblo”.

 

 

 

 

 

A ORILLAS DE UN SUEÑO AZUL

 

Para la isla del olvido, dicen

cantando pasan los esteros

“Nuevas aguas seremos en el hogar

          lejano”

Se acuesta el sol en su quebrada

y a mi alma no la veo

pero, ahora, la llamo y le digo

que no deseo todavía ir al mar

Me sonríe la luna y está sano

          mi costado

y entre las piedras blancas

lenta navega mi sangre

hacia el Río de las Lágrimas

Mis hermanos me aguardan

pero en el Oriente no se ha

          apagado el fuego

y la primavera retorna

y me saluda llorando

mientras aleja a la balsa

de las orillas de mi Sueño Azul.

 

 

 

 

LEYENDAS, VISIONES

 

Para que las aguas recuerden su canto

grita en el corazón la sangre grita

llamando el cauce de su viejo y

          caudaloso río

Negros perros cruzan la ventana

y en la ciudad soy un estero apenas

que reducido y en silencio muere

Pero alguien dentro de mí camina

y eres la estación del regreso

pues he vuelto, dice

brillando como el sol naciente-

he vencido la celada

Es el tiempo el tiempo

recordado soy por guardianes alados

Desde los altos sueños

hierbas cortaré del alba y la penumbra

para que también las piedras recuerden

          su canto

Porque destino del hombre

es desafiar los laberintos de la muerte

Despierta en mí la Piedra Azul

          despierta.

 

 

 

 

 

LA LLAVE QUE NADIE HA PERDIDO

 

La poesía no sirve para nada, me dicen

Y en el bosque los árboles se acarician

con sus raíces azules y agitan sus ramas

al aire, saludando con pájaros la Cruz

          del Sur

La poesía es el hondo susurro de los

          asesinados

el rumor de hojas en el otoño, la tristeza

por el muchacho que conserva la lengua

pero ha perdido el alma

La poesía, la poesía es un gesto, el paisaje

tus ojos y mis ojos, muchacha

oídos, corazón

la misma música. Y no digo más, porque

nadie encontrará la llave que nadie ha

          perdido

Y poesía es el canto de mis antepasados

el día de invierno que arde y apaga

esta melancolía tan personal.

 

 

 

 

 

PARA SANARTE VINE, ME HABLÓ EL CANELO 

 

Para sanarte vine, me habló el árbol sagrado

Ve y recoge mis hojas, mis semillas

          me está diciendo

De todas partes vinieron tus buenas machi

          mis buenos machi

desde las cuatro tierras, desde las cuatro aguas

mediaremos, me están diciendo sus poderes

en tus nervios, en tus huesos, en tus venas

¿O deseas acaso abandonar a nuestra gente?

Elevaré mis rogativas, le digo

Ay, mis pensamientos se apartaron

          de los apacibles ríos de mi corazón

 

Piedra transparente será éste, por mí, dijiste

Oo Ngvnechen, envíame tu aliento

tu resollar de aire poderoso

Este va a ser cantor, dijiste, entregándome

          el caballo azul de la palabra

Hasta la tierra de arriba llegará en sus sueños

confundiendo al mensajero de sus enemigos

Me oirá cuando hable desde la savia

de las plantas y de las flores. Así dijiste

 

Mas yo quise olvidar el consejo de las Ancianas

          y de los Ancianos

por eso estoy enfermo ahora

Mis pensamientos se alejaron

          de los apacibles ríos de tu corazón

 

Mírame, estoy soñando que he subido

          por tus hojas

La cascada azul de la mañana vino a mojar

          mis labios con sus aguas

Subí, subí con ellas, pero me sujetó

          el murmullo de los peces

Caminé luego sobre el aroma de los bosques

Después baile. En él estaba colgado mi poder

Las buenas visiones y los buenos sueños

          lo rodeaban

Lloré entonces, lloré, abrazado

          por el espíritu de mi canelo.

 

 

 

 

 

LOS PODERES DEL AGUA ME LLEVAN

 

Viejo estoy y desde un árbol

en flor miro el horizonte

¿Cuántos aires anduve?, no lo sé

Desde el otro lado del mar el sol

que se entra

me envía ya sus mensajeras

Y a encontrarme iré con

mis abuelos

Azul es el lugar adonde vamos

Los poderes del agua me llevan

paso a paso

El Río del Cielo es apenas

un pequeño círculo

en el universo

En este Sueño me quedo:

¡Remen remeros! En Silencio

me voy

en el canto invisible de la vida.

 

 

 

 

 

 

SUEÑO AZUL

 

La casa azul en que nací está situada en una colina 
rodeada de hualles, un sauce, castaños, nogales 
un aromo primaveral en invierno 
—un sol con dulzor a miel de ulmos— 
chilcos rodeados a su vez de picaflores 
que no sabíamos si eran realidad o visión ¡tan efímeros! 
En invierno sentimos caer los robles partidos por los rayos 
En los atardeceres salimos, bajo la lluvia o los arreboles, a buscar las ovejas 
(a veces tuvimos que llorar la muerte de alguna de ellas, navegando sobre las aguas) 
Por las noches oímos los cantos, cuentos y adivinanzas a orillas del fogón 
respirando el aroma del pan horneado por mi abuela, mi madre, o la tía María 
mientras mi padre y mi abuelo —Lonko de la 
comunidad— observaban con atención y respeto. 
Hablo de la memoria de mi niñez y no de una sociedad idílica 
Allí, me parece, aprendí lo que era la poesía 
las grandezas de la vida cotidiana, pero sobre todo sus detalles 
el destello del fuego, de los ojos, de las manos. 
Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de árboles 
y piedras que dialogan entre sí, con los animales y con la gente. 
Nada más, me decía, hay que aprender 
a interpretar sus signos 
y a percibir sus sonidos que suelen esconderse en el viento. 
Tal como mi madre ahora, ella era silenciosa 
y tenía una paciencia a toda prueba 
Solía verla caminar de un lugar a otro, haciendo girar el huso,                                                                                                    retorciendo la blancura de la lana 
Hilos que en el telar de las noches se iban convirtiendo en hermosos tejidos 
Como mis hermanos y hermanas 
—más de una vez— 
intenté aprender ese arte, sin éxito. 
Pero guardé en mi memoria el contenido de los dibujos 
que hablaban de la creación y resurgimiento del mundo mapuche 
de fuerzas protectoras, de volcanes, de flores y aves 
También con mi abuelo compartimos muchas noches a la intemperie 
Largos silencios, largos relatos que nos hablaban del origen de la gente nuestra 
del primer espíritu mapuche arrojado desde el Azul 
De las almas que colgaban en el infinito como estrellas 
Nos enseñaba los caminos del cielo, sus ríos sus señales 
Cada primavera lo veía portando flores en sus 
orejas y en la solapa de su vestón 
o caminando descalzo sobre el rocío de la mañana 
También lo recuerdo cabalgando bajo la lluvia 
torrencial de un invierno entre bosques enormes 
Era un hombre delgado y firme 
Vagando entre riachuelos, bosques y nubes 
veo pasar las estaciones: 
Brotes de Luna fría (invierno), Luna del verdor (primavera) 
Luna de los primeros frutos (fin de la primavera y comienzo del verano) 
Luna de los frutos abundantes (verano) 
y Luna de los brotes cenicientos (otoño) 
Salgo con mi madre y mi padre a buscar 
remedios y hongos 
La menta para el estómago, el toronjil para la pena 
el matico para el hígado y para las heridas 
el coralillo para los riñones —iba diciendo ella. 
Bailan, bailan, los remedios de la montaña 
—agregaba él 
haciendo que levantara las hierbas entre mis manos. 
Aprendo entonces los nombres de las flores y de las plantas 
Los insectos cumplen su función 
Nada está de más en este mundo 
El universo es una dualidad: 
lo bueno no existe sin lo malo. 
La Tierra no pertenece a la gente 
Mapuche significa Gente de la Tierra 
—me iban diciendo 
En el otoño los esteros comenzaban a brillar 
El espíritu del agua moviéndose sobre el lecho pedregoso 
el agua emergiendo desde los ojos de la Tierra. 
Cada año corría yo a la montaña para asistir 
a la maravillosa ceremonia de la naturaleza 
Luego llegaba el invierno a purificar la Tierra 
para el inicio de los nuevos sueños y sembrados 
A veces los guairaos pasaban anunciándonos 
la enfermedad o la muerte 
Sufría yo pensando que alguno de los 
mayores que amaba 
tendría que encaminarse hacia las orillas 
del Río de las Lágrimas 
a llamar al balsero de la muerte 
para ir a encontrarse con los antepasados 
y alegrarse en el País Azul 
Una madrugada partió mi hermano Carlitos 
Lloviznaba, era un día ceniciento 
Salí a perderme en los bosques de la 
imaginación (en eso ando aún) 
El sonido de los esteros nos abraza en el otoño 
Hoy, les digo a mis hermanas Rayén y América: 
Creo que la poesía es sólo un respirar en paz 
—como nos lo recuerda nuestro Jorge Teillier— 
mientras como Avestruz del Cielo por todas 
las tierras hago vagar mi pensamiento triste 
Y a Gabi Caui Malen y Beti, les voy diciendo: 
Ahora estoy en el Valle de la Luna, en Italia 
junto al poeta Gabriele Milli 
Ahora estoy en Francia, junto a mi hermano Arauco 
Ahora estoy en Suecia junto a Juanito Cameron 
y a Lasse Söderberg 
Ahora estoy en Alemania, junto a mi querido 
Santos Chávez y a Doris 
Ahora estoy en Holanda, junto a Marga 
a Gonzalo Millán y a Jimena, Jan y Aafke, 
Juan y Kata 
Llueve, llovizna, amarillea el viento en 
Amsterdam 
Brillan los canales en las antiguas lámparas 
de hierro y en los puentes levadizos 
Creo ver un tulipán azul, un molino cuyas 
aspas giran y despegan 
Tenemos deseos de volar: Vamos, que nada 
turbe mis sueños —me digo

Y me dejo llevar por las nubes hacia lugares desconocidos por mi corazón.

 

 

 

Datos vitales

Elicura Chihuailaf (Cunco, Chile, 1952). Poeta mapuche. Es el canto más alto de su pueblo. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y reconocida con innumerables premios. Ha sido invitado a diversos encuentros de poetas en todo el mundo. Entre sus libros figuran: En el País de la Memoria (1988), El Invierno, su Imagen y Otros Poemas Azules (1991), De Sueños Azules y Contrasueños (1996).

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