Life happens. Cinco poetas norteamericanos

Javier Acosta

El poeta y traductor Javier Acosta, ganador reciente del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, nos ofrece algunas traducciones de su más reciente libro: “La vida pasa / Life happens. Cinco poetas norteamericanos” aparecido en Ediciones de Medianoche este año. A continuación poemas de Richard Brautigan, Charles Simic, William Matthews, Robert Pinsky y Billy Collins. 

 

 

 

 

Richard Brautigan

 

Nunca me lo habían hecho tan delicadamente

 

Los dulces jugos de tu boca

son como alcázares bañados en miel.

Nunca me lo habían hecho tan delicadamente.

Posaste un círculo de alcázares

alrededor de mi pene y los remolineaste

como el sol en las alas de los pájaros.

 

 

 

 

 

 

William Matthews

 

(de «Poemas de una línea»)

 

 

Sueño

 

Frontera sin país.

 

 

Vida espiritual

 

Para estar caliente, construye un iglú.

 

 

 

Amanecer

 

Insomnio, viejo árbol, ¿cuándo me dejarás caer?

 

 

 

Eyaculación precoz

 

Lo siento, este poema ha terminado.

 

 

 

 

Charles Simic

 

Mi esposa se lleva un dedo a los labios

 

Anochece.

Un solitario autoestopista

Sostiene un letrero hecho en casa.

 

¿Figuras enmascaradas

En torno a una mesa de juegos?

No, espantapájaros en un sembradío.

 

En la casa vecina,

Donde veneran a un gato negro,

Ya no hay luz.

 

Amado Señor, ¿puedes ver

Las pulgas corriendo a resguardarse?

No, no puede ver las pulgas.

 

 

 

 

 

Robert Pinsky

 

La otra mano

 

La gemela menor,

Cuyos logros

y privilegios han sido soslayados: la que alcanza a tocar

El tatuaje de mi hombro derecho.

Cuando llevo el mitón

 

Siento su peso familiar y sus texturas

Como si la diestra reposara en ella un momento.

Sus enmarañados dedos.

 

La zurda sigue teniendo desventajas

Para expresarse clara

Y correctamente en la escritura.

 

Las comparaciones con su hermana la desalientan

de ponerlo todo y hacer su mejor esfuerzo.

 

Pero aún ella, la pasmada, ha sentido un pecho, un muslo,

Ha estrechado un tobillo o lo más íntimo

De todo, los dedos de una mano.

 

Y puede ser que su toque tembloroso,

Acaso nada más devoto y confidente,

Sea en secreto el mejor bienvenido de los dos.

 

En los Campos Elíseos, donde cada defecto

Será compensado y los últimos

Serán los primeros, ésta guiará hábilmente

Mientras la otra auxiliará.

 

Y así como mi sombra en pos de ese inframundo

La mano derecha también se regocijará ―liberada

Del largo peso de la expectación:

El yugo de la destreza terminará finalmente.

 

 

 

 

Billy Collins

 

Leyendo una antología de poemas chinos de la dinastía Sung, hago una pausa para admirar la longitud y claridad de sus títulos

Parece que estos poetas nada ocultan
bajo sus anchas mangas,
dejan ver sus cartas demasiado pronto,
nos dicen antes de la primera línea
si está húmedo o seco,
si es de noche o de día, la temporada en que el hombre está situado,
incluso lo mucho que ha tenido que beber.

Tal vez sea otoño y está mirando a un gorrión.
Tal vez está nevando en una población de hermoso nombre.

«Viendo peonías en el templo de la Buena Fortuna
en la tarde nublada», es uno de Sun Tung Po.
Otro es «Vertiendo agua del río para hervir el té»,
o simplemente
«En una barca, despierto por la noche.»

Y Lu Yu toma el sencillo pastel de arroz, 
«En una barca, en una noche de verano
oí el grito de un ave acuática.
Estaba muy triste y parecía decir:
mi mujer es cruel —conmovido, escribí este poema».

No hay un pesado torniquete que debamos empujar:
encabezados como «Vórtice en una cuerda»,
«El cuerno de la neurosis», o lo que sea.
No hay escrita una confusa bienvenida en el tapete de entrada.

En cambio, «Salí una mañana de verano
al oír el sonido de pájaros y de una cascada»
es una cortinilla de cuentas que cepilla mis hombros.

Y «Diez días de lluvia primaveral me han recluido en casa»,
es el sirviente que me enseña la habitación
donde un poeta de escasas barbas
está sentado sobre una estera con una jarra de vino
murmurando algo acerca de las nubes y el viento helado,
algo sobre la pérdida de la salud, algo sobre la pérdida de la amistad.

Qué sencillo me ha puesto entrar aquí,

sentarme en un rincón,

cruzar las piernas como él, y escuchar.

 

 

La vida pasa / Life Happens. Cinco poetas norteamericanos. Traducción y prólogo de Javier Acosta. Ediciones de Medianoche, Zacatecas, 2010, 103 pp.

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