¿Dónde están las mujeres de la Beat Generation?

Riguroso lector y traductor de la beat generation, José Vicente Anaya (1947-2020) nos ofreció una excelente muestra de la poesía de Diane Wakoski, Marge Piercy, Denise Levertov, Leonore Kandel, Elise Cowen y Diane di Prima. Anaya publicó el ya clásico Los poetas que cayeron del cielo, una antología crítica que nos acerca a la generación beat, acaso un momento de ruptura con la poética tradicional y academicista de Estados Unidos.

 

 

 

 

¿Dónde están las mujeres de la Beat Generation?

 

José Vicente Anaya

(nota y traducciones)

 

Hace varios años en el Instituto Naropa (de la ciudad de Boulder, Colorado), en un homenaje a Allen Ginsberg en que participaron muchos de los poetas de su generación, alguien del público preguntó: “¿Y dónde están las mujeres beats?” Desde el podium el poeta Gregory Corso respondió: “Hubo mujeres, ellas estuvieron ahí, yo las traté. Sus familiares las internaron en hospitales psiquiátricos, les aplicaron electrochoques. En la década de 1950 si eras hombre podías manifestarte como rebelde, pero si eras mujer tus mismos familiares te encerraban. Hubo muchos casos que yo conocí, sobre los cuales algún día se escribirá.”

Esa declaración de Corso deja en evidencia la enorme lucha que tuvieron que enfrentar las mujeres estadounidenses que compartieron las búsquedas y las creaciones literarias en la genneración beat. Ellas se enfrentaron al aplastante contexto de la sociedad, contra la ideología predominante del status quo conformista permeado por el moralismo que fue casi una propaganda de Estado; y sumado a todo eso, que ya es muchísimo, estaba el ambiente familiar represivo. Uno de los casos de ese fuerte ataque a las mujeres fue el de la poeta Elise Cowen, gran amiga de Allen Ginsberg. Ambos se consideraban “hermanos gemelos”, ya que al gran parecido físico que compartían se sumaba el uso de gafas con gruesas lentes, el hecho de que los dos eran de familia judía, la pasión por la poesía y hasta la tragedia de pasar algunas temporadas internados en hospitales psiquiátricos; la diferencia en este último “detalle” es que a Ginsberg no lo enviaban sus padres sino las autoridades represivas de la Universidad de Columbia; y en el de Elise era casi todo el mundo en su contra. Ella terminó escapándose de esas situaciones a los 28 años de edad con el suicidio: en 1962 se arrojó por la ventana de su departamento ubicado a varios pisos de altura.

Otro fin trágico, diferente al de Elise Cowen pero no menos estremecedor, fue el de la joven poeta beat Joan Vollmer Adams, que en 1952 fuera asesinada de un balazo por su esposo William Burroughs cuando éste se encontraba en un “pasón” de drogas y fuertes mezclas que él solía hacer. Esto sucedió en la ciudad de México. El escritor asesino no purgó ninguna condena porque las personas que se encontró en el corrupto sistema judicial mexicano lo dejaron libre cuando él les “pagó” un soborno. Los fanáticos admiradores de Burroughs, que los hay en número considerable, siempre han visto este hecho como una hazaña.

El poeta Ray Bremser obligaba a su esposa Bonnie (Brenda Frazer) a prostituirse cuando vivían en la ciudad de México, y no contento con esto la mandó a Texas para que fuera a “vender” a una hijita de ambos recién nacida. Esto lo cuenta la misma Bonnie en su libro Troia: Mexican Memories.

Los anteriores casos, trágicos o escandalosos, pueden ser ejemplos de la difícil vida de algunas poetas beats, y podría pensarse que hubiera otros casos más que ahora no conocemos (como lo señalara Gregory Corso). Pero también hubo mujeres que sin dejar de combatir contra todas las situaciones opuestas a su desarrollo intelectual, artístico y sencillamente en la práctica buscaban su libertad; sobresalen con una portentosa y numerosa obra literaria. Una de las primeras que destacan es Diane di Prima, quien primero escandalizó con su libro Memoirs of a Beatnik (Memorias de una beatnik), debido al libre lenguaje y al relato de los lúdicos encuentros de hombres, mujeres y homosexuales beats en sus aventuras amorosas, relaciones sexuales relatadas con todas sus señas particulares y el permanente gozo (“El sexo es sagrado”, escribió Jack Kerouac). Diane di Prima es autora de más de veinte libros, entre ellos: This Kind of Birds Flies Backward, Dinners and Nightmares, Earthsong, The New Handbook of Heaven, Revolutionary Letters, Hotel Albert, Loba, The Book of Hours, New Mexico Poemas y Loba as Eve. Hasta hoy en día no he encontrado ningún libro de ella traducido al español, salvo las traducciones dispersas que yo he publicado en revistas y suplementos culturales, así como los poemas que aparecen en mi libro Los poetas que cayeron del cielo, Juan Pablos Editor-Instituo de Cultura de Baja California. Otras poetas beats con obra publicada son: Diane Wakoski, Marge Piercy, Ruth Weiss,  Leonore Kandel, Denise Levertov.

 

 

 

DIANE WAKOSKI:

 

 

Discrepancia

Mastico pulpa de cerezas,
chupo piedras y luego
las pongo en mis manos.
Mis huesos están secos—
La respuesta a este acertijo
es mi autobiografía.
 

 

 

 

Mi acta de matrimonio

En tus pulmones hay sombras
que parecen tizne peligroso e
invaden la foto que de ti
tengo en mi mente.

 

 

 

MARGE PIERCY:

 

 

Canción postrada

Húmedo, húmedo, en la humedad metido,
creo que eres cerveza, leche y semen.
Eres remolino de agua, un dios del río
con cabeza afelpada. De tu nariz
brota la sangre, y de tu boca el vino.
Eres humectante que cura catarros y
resfríos. Emites un vapor perenne,
exhalación, riachuelo de orina, lágrimas
tibias. Tienes una erección en frío y,
escurridizo, te pierdes debajo de la
lama. De pronto caes, fogoso, ganas tú,
barullero, y en todas las habitaciones
tocas puertas. Mientras yo, cual medusa
vibrante, como un salmón que encalla.
sobre tu suavidad resbalo y quedo
plena.

 

 

 

 

 

Trato de llamar tu atención sin ser muy obvia

 

Yo: Acomodo mi cuerpo
frente a ti como un platón
lleno de manzanas o como
un racimo de uvas.
Yo: Dondequiera que esté
estoy adentro esperando.
Soy la fiera oquedad.
Soy el deseo de lo que
adentro de mí crece.

 

 

 

 

DENISE LEVERTOV:

 

 

 

Intromisión

Después de cortarme las manos
me crecieron las nuevas y

algo que mis manos habían deseado
llegó y pidió que lo meciera

Después de sacarme los ojos se
secaron, y me brotaron los nuevos

y algo que mis ojos habían llorado
llegó pidiendo que los suavizara.

 

 

 

 

LEONORE KANDEL:

 

 

Dios / Poema de amor

 

no hay otras vías para el amor que /la belleza/
y yo te amo por todas las vías
te amo / tu verga en mi mano
se aviva como un pájaro
entre mis dedos
mientras tú te hinchas y creces duro
en mi empuñadura
y obligas a que se abran mis dedos
con tu rígida fuerza
eres bello / eres bello
eres cien veces bello
con amorosas manos te palpo
con uñas color de rosa
y dedos largos te acaricio te adoro
con las yemas de mis dedos…
con las palmas de mis manos…
tu verga, que tengo tomada, se eleva y palpita
y es toda una revelación / como Afrodita lo sabía,
hubo un tiempo de dioses purificantes
/ y recuerdo las dulces noches en que
mamamos nuestros jugos
más deliciosos que la miel
/donde tú y yo hemos sido el templo
y el mismo dios/

 

 

 

ELISE COWEN:

 

 

Sentada

Sentada contigo en la cocina
conversamos de todo
y te amo bebiendo té.
“Eso” es la palabra perfecta,
regia y hermosa. ¡Oh,
cuánto deseo, aquí mismo, tu cuerpo,
con o sin poemas lengüetados!

 

 

 

 

Emily…

 

Emily es la bruja blanca de Amherst.
Es la tímida bruja blanca de Amherst
que con amor mató a sus
maestros.
Pero yo prefiero sepultar a mi mente;
o mejor,
a esa suave paloma gris.

 

 

 

 

Quién me dará…

 

¿Quién me dará la
nalgada cuando
vuelva a nacer?

¿Quién cerrará mis
ojos cuando
a la hora de mi muerte
me vea?

 

 

 

 

La dama…

 

La dama es una cosa sumisa
hecha de agua y muerte.
La moda la viste con sobriedad y
usa su mente para coserle la bastilla.

 

 

 

 

DIANE DI PRIMA:

 

 

Tu lengua…

 

Tu lengua
es una
exploradora
que rompe
las prisiones
de mi cabeza.

 

 

 

 

Si me vengo…

 

Si me vengo a vivir contigo,
¿me prometerías
un pedazo de carne los domingos,
una hojita de azucena
para olerla en la almohada,
un queso en el refrigerador,
un beso de lengua
entre las pesadillas?
Si no es así,
no me vengo contigo.

 

 

 

 

El día que te besé…

 

El día que te besé, la última cucaracha
se murió. Las Naciones Unidas
abolieron todas las cárceles. El papa
admitió a Jean Genet como miembro
del Colegio de Cardenales. La
Fundación Ford, con gasto enorme,
reconstruyó la ciudad de Atenas.
El día que hicimos el amor, el dios pan
volvió a la Tierra, Eisenhower dejó
de jugar al golf. Los supermercados
vendieron mariguana. Y Apolo leyó
poemas en el parque Union Square.
El día que retozaste en mi cuerpo
las bombas se disolvieron.
 

 

 

 

No, chavalo…

 

No chavalo,
nunca nadaremos
tú y yo al unísono;
pero nuestro sonido
sincopado será salvaje.

 

 

 

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