En 1923, los intelectuales se preocuparon por definir las características de la literatura mexicana. Aparecieron muchas ideas y se formó una polémica. Julio Jiménez Rueda sacó a la luz un ensayo titulado “El afeminamiento de la literatura mexicana”. Novo respondió a ese texto con otro en el que decía: “es inexplicable que impugne a los modernos por poco viriles”. Ese mismo 1923 fue pleno de contrastes para Novo. Ganaba mucho dinero y puso un estudio en Donceles (simbólica configuración del espacio) en donde pudo vivir, en palabras de Ricky Martin, la vida loca. Tras las acusaciones de varios condiscípulos, según se lee en Los Contemporáneos ayer, Pedro Henríquez Ureña lo obligó “a reconocer su homosexualidad […] lo apartó del cenáculo irremediablemente”. No hay nada nuevo bajo el sol.
Al respecto, dictan las preceptivas lo siguiente:
¡¡Hasta la siguiente entrega!!
