Presentamos un recorrido por la obra de Roberto Arizmendi (Aguascalientes, México, 1945) que da cuenta de la fidelidad a la poesía del autor mexicano.
El reto de la vida
Para Robiro y Emerio
No seremos después los mismos que antes
porque al comprometer las manos para construir el mundo
le dimos sentido al porvenir,
a ese futuro incierto que estamos construyendo
con cada pensamiento renovado
con cada acto de amor
con cada palabra que nos descubre el universo.
La historia dirá si pudimos pulir a tiempo la piedra
en su exacta dimensión y su textura
para edificar de otra manera nuestra casa
y dibujar linderos distintos al horizonte preestablecido
o dejamos que las horas se llevaran para siempre el sueño
incapaces de doblegar inercia, adversidad y circunstancia.
El tiempo dirá si hicimos historia o sólo repetimos.
(De Sabio presagio de tu enigma)
Nuevos colores
Para Waldo Leyva
Estamos de verdad y pareciera
que el mundo que construimos no es el mismo
al que en sueños cambiamos el abismo
por un cielo infinito que nos diera
un horizonte abierto, un algoritmo
un niño que sin límites corriera
del odio que ha marcado nuestra era
para explicarnos su mordaz cinismo.
Reconstruiremos con afán la infancia
a medida del sueño que perdimos
para inventarle al mundo otra fragancia,
y descubrir que en la amistad forjamos
grato sabor del vino que se escancia;
gozo de construir el mundo que soñamos.
(De El tiempo consentido)
Construyendo el porvenir desde la historia
Para Amín, Mary y Mayté.
El viento juega con la historia de tu nombre
entrevera la sangre antepasada
con el presente infinito que te yergue
por encima de mil incertidumbres
y el porvenir colmado de certezas.
Cantos de alondra matinal, luces del alba,
tus pregones susurran una oración de amor
para alumbrar días, vientos, años y senderos
y descubrir irremplazables secretos ancestrales
que marcan desde el pretérito tus signos renovados.
Tu padre a su manera guió tus pasos
junto al amor materno del insomnio
y ahora tú abrazas a tu hija para mostrarle el mundo,
ese vaivén insaciable de reflujos, como el mar,
para afirmar nobleza, presencia innegable de tu estirpe.
Como a todos mis hijos, he cubierto de sol las tempestades,
construido oasis para enfrentar desiertos indeseados.
El mundo es un espacio siempre increado
y cada uno lo construye a su manera,
juego de sueños y colores, amor con formas milenarias.
La vida es juego de espejos que nos signan.
Anhelo un porvenir que apenas se perfila
para darle a tu nombre esencia renovada.
El horizonte se enciende al descubrirle a tu palabra un azul inviolado
que alumbra el porvenir, la nueva historia de tu nombre y su linaje.
(De Desafío contra el olvido)
mis pasos no dejarán huella en la nieve
ni una sonrisa acariciará las tardes junto al Tíber
Seremos prófugos,
buscadores eternos por el universo.
Estaré seguramente en Roma, recordando.
Habré aprendido lo fugaz que es el tiempo,
cómo los campos de trigo iluminaron la fiesta,
lo efímero del amor en sus cuatro estaciones
y el terso roce de la piel sobre mi asombro.
Pero este es otro río y otro mar
ya no hay gaviotas dibujando el horizonte,
ni gritos de alerta para doblegar el miedo
que se esconde en el requiebro de los días,
desde que la memoria nos anima a un nuevo paso.
Habrá remembranza de una luz radiante,
las voces inquietas sin temor alguno,
el horizonte abierto, el sueño imprescindible,
pero he partido ya y el calendario no puede
devolver el tiempo ni negar la historia.
Muy cerca de esas voces ante el sol agonizante
aprendí a deletrear de nuevo las sílabas perdidas.
Nada me ató ni nada me detiene ante la eventualidad
y los prejuicios que invaden sin recato este pedazo de siglo,
aunque quise quedarme como testigo silencioso.
He sabido aprender a deletrear la vida
para encontrar la luz aún en las tinieblas
o sentir el viento en la carrera fugaz de un tiempo eterno
y en silencio acudiré a la cita, puntual, si así es preciso,
para no doblegarme ni sentir hastío.
Cuando la lluvia escampe
La Habana sabrá de mis sonrisas
porque hasta ahí yo iré para saciar mi sed
a pesar de las sombras que nos niegan
y se tornan eterno desafío contra el olvido.
Acudiré puntual a la cita imprescindible
convocada con voz de gozo y de nostalgia.
Nadie sabrá por qué ni cómo
aprendí a deletrear de nuevo el tiempo
para hacer realidad los sueños y construir la historia.
(De Desafío contra el olvido)
Dame tus cantos infantiles
Para Michel
El árbol nace a los pies
de cada niño
para hacer su destino
con caricias perdidas
y llanto desolado
o con el grato rumor del viento
que recorre incansable el universo.
Dame tus cantos infantiles
para domar mi historia
que no sabe por dónde
recomenzar la vida,
a veces,
a pesar del tiempo acumulado.
Siempre los fuegos fatuos
nos torturan,
tuercen destinos y senderos,
andamos
así
buscando sin destino preciso
el horizonte.
Entre tu sonrisa perenne
y el sueño nocturno
que te dibuja el horizonte,
descubriré uno a uno
los colores que la bruma esconde
y el espacio infinito de la dicha.
(De Navegante de sueños y utopías)
En presente y porvenir, tu nombre
Para tu asombro, el tiempo; para tu voz mi tacto.
Que no nos deje la historia sueños truncos
y que la circunstancia no altere los presagios
para construir con precisión los signos de tu nombre.
Nadie podrá negarme, ni negarte
el vendaval de sombras que nos marcan.
Tu palabra es mi voz de viento eterno
y la historia se escribe con tu nombre.
El insondable océano de discordias
deja huella imborrable en el espacio,
y es signo de aliento al porvenir
la sola mención exacta de tu nombre.
Impreciso en el camino, recorro este tiempo de zozobras.
Hay quien se asume redentor del mundo y lo desangra
y no atino cómo construir con precisión un mundo nuevo
porque me falta a veces, el impulso decidido de tu nombre.
Tejeremos redes de viento para inundar el mundo
con el sonido preciso del pasado lacerante.
Que despierte la gente de su letargo inútil
a entretejer el porvenir, a la sombra de aliento de tu nombre.
(De Tu piel en la memoria)
Despedida
Cuando alguna vez no llegue a casa
no podrás soportarlo.
Si alguna vez no llego,
puedes estar segura
que decidí amar
hasta la libertad
o hasta la muerte.
(De Historias compartidas)
Confesión
Confieso que las noches
siempre me parecen cortas,
cada día debiera tener más de veinticuatro horas
para tener tiempo de construir los sueños.
La vida no alcanza para tanto anhelo.
Algunas veces he querido dejar la ciudad
y sin maleta irme al mar,
sin ropa ni equipaje;
el hombre no debería programar
horas, encuentros y destinos,
tampoco su tiempo de amor
menos su vida,
porque andar sin destino
es por antonomasia la búsqueda perpetua.
Una vez encontré a una dama
en una ciudad apenas conocida;
hicimos el amor
y cada quien retornó a su camino,
a su signo y a sus luces;
estoy seguro que como yo, ella
-sólo ella porque nunca conocí su nombre-
recuerda la manera como descubrimos la luz de las estrellas
en una alcoba, de un antiguo edificio,
con enormes vidrieras en dirección al poniente,
y sonríe, sólo sonríe cuando recuerda;
ese día vimos cómo el cielo
se iba colmando de fuego y nostalgia, con el gozo transmitido
en íntima confesión por su voz dulce y tenue,
y luego descubrimos la luna a través de los cristales.
En otra ocasión, en el puerto,
una joven me ofreció sus lágrimas
y vi cómo el dolor se iba quedando impregnado
sobre la mesa, primero, y luego en las sábanas casuales
mientras surgía la luz en su rostro,
cada minuto más bello
conforme se iba borrando su desdicha.
Y así,
un día,
otro,
mis pasos me han llevado a percibir aromas sin medida
sin necesidad de nombres y apellidos,
de contratos y rutinas; sin haber programado
la cita con hora, lugar y protocolo.
Así he conocido la forma de inventar la lluvia
y he descubierto la luz con sus colores y matices,
el tiempo equinoccial y el tránsito infinito.
Sólo el horizonte abierto
para la luz que se inventa
con el color del sueño.
Sólo una sonrisa y el tacto sin medida,
el aroma del cuerpo y el clima de los días,
la lluvia, el mar,
la luna, el infinito.
(De Inaugurar el sueño)
Tu piel en la memoria
La sombra se disuelve en tu recuerdo
eres un vendaval sin nombre
desde el instante en que el adiós
desgaja sin misericordia el horizonte.
Los colores se diluyen en mis manos
el tiempo sabe de ausencias y demoras
hasta que el sol abriga sinsabores
y el cielo perfila mosaicos de lluvias y promesas.
No tu adiós me da el contorno del futuro
sino el preciso sabor de tus instantes
que se tornan augurios cuando el aire funde
los tonos de la vida y de la historia.
Nada hay detrás de ti sino tu esencia
el dulce néctar de tu lozanía
una cierta palidez del tiempo que se pierde
y el gozo de vivir un silabario nuevo sin pecado.
Cuando te has ido, sólo me queda la memoria,
repaso entonces tu desnuda piel que añoro
o me adentro en los espacios que toco sin mirarte
y que son sueños de tesoros sin destino.
Me gusta que hagas falta
porque es la indubitable certeza
de que habré de encontrarte de nuevo
en cualquier lugar del mundo.
Estarás ausente, con tu piel sedienta,
tus labios de ansia y tu sonrisa de colores
deshaciendo las cuentas de los calendarios
y construyendo tu asombro sin demora.
Yo aguardaré tu arribo sin programa
cualquier día y a cualquier hora,
sin precisar lugar, vestido, ni sábanas de abrigo;
sólo el gozo de una sorpresa que se anuncia.
Un día aparecerás entre la niebla,
al despuntar el alba en media madrugada
o cuando el último viento de la tarde sople
y sin palabras sabré que marcarás la historia.
(De Tu piel en la memoria)
Sin demora
No digas ni una palabra. El silencio es plenitud en el espacio.
Vagabundo sin destino, arribaré a tu mundo
y nada habrá que demore el tiempo exacto de la dicha.
Afuera, todo tiene su tono y su sabor precisos
de fruta seca y tarde taciturna,
Pero tú y yo habremos de inaugurar
un mundo a la medida de la dicha y el asombro.
Nadie sabe cómo es el tono exacto de los días
ni sabe cómo enfrentar el viento de los años.
Sólo tú y yo sabemos cómo construir la historia,
la plenitud, el tiempo eterno, entre nosotros.
Cuando caiga la tarde alumbraremos la casa,
dejaremos abiertas las ventanas
para que el viento corra sin demora
y arribe el canto inmemorial que es santo y seña.
Estarás desnuda y anhelante, a la espera,
para que yo recorra tu piel, tu historia,
tus precisos recuerdos de la vida
y habremos de inaugurar otra piel para la dicha, sin demora.
(De Tu piel en la memoria)
Te tengo por el juego en que te nombro
la palabra que formo te aprisiona;
doblego así con una lluvia ritual
tu lejanía vestida de esperanza.
Enfrento las distancias sin medida
como un baluarte donde te vigilo;
la luna empieza a desleír su polvo
la noche aprende a construir su nombre.
Sueño, así, en medio del barullo
donde tu voz no existe, mas la escucho
y surge entonces vendaval sin nombre
donde acomodo mi desesperanza.
Mi semen de ansiedad que no dormita
busca el aroma blanco de tu vientre;
el amor es un rito sin medida
y la brisa nocturna su regazo.
(De Desafío contra el olvido)
No vendrá de la misma manera el viento
cuando aprenda a redoblar tambores
para anunciar alboradas.
El alba sabrá enunciar a tiempo la palabra exacta.
Adivinaré la textura del cielo y el oleaje del mar
mientras la remembranza anuncie el color del horizonte.
Tu palabra será la misma, siempre, igual que tu sonrisa
pero cuando pueda armonizar sonidos, estarás en Roma
o en Praga esperando a que el reloj marque las horas.
No habrá historia entonces, no sucumbiré a tu encanto
y sólo seré capaz de recordar tus oquedades,
siembra precisa para cosechar asombros cada tarde.
La historia es otra, no hay manera de sucumbir en la zozobra
porque el aroma de tu piel será la seña para nombrarlo todo
y de mi estío surgirá la sola mención del mundo de los sueños.
Cuando el otoño llegue, no estaré para escucharte
ni mi tacto podrá recorrer la tersura de tu piel
en medio del vendaval de sinsabores que te nublan.
Seguiré mi viaje, sin temores. Arroparé tu cuerpo,
habrá una despedida y avanzaré en un camino sin retornos
hasta arribar a un puerto de abrigo, lleno de espigas y alebrijes.
El tiempo del dolor se habrá diluido entre las sombras
y nada podrá perturbar los sueños que nos signan
para empezar de nuevo a nombrar todas las cosas por su nombre.
(De Tu piel en la memoria)
Cuando escampe sabré de verdad tu nombre
No supe sino hasta horas después, con precisión,
que tu voz era mi luz de asombro, indubitable
y que el tiempo había detenido su carrera
para inventar de nuevo cada color del horizonte.
Hubo una nube de sorpresas.
Luz de asombro, dije; interrogantes
y ganas de descubrir los signos de la historia
sin más limitación que el tacto o la distancia.
Sólo sabemos las certidumbres de un anhelo
acunado desde las horas infantiles.
Esa es la certeza; lo demás es sólo insinuación
ante la vida, la búsqueda perpetua.
Recorreremos el mar, inventaremos colores
para el horizonte nuevo y las incertidumbres.
Nadie recorre el mundo sin temores
y cada instante es una vacilación en el signo de los pasos.
Deberemos aprender a construir de nuevo todo
casa, certezas, afecto y hasta desesperanzas
para no entorpecer destinos ni prefiguraciones
y dejar que el viento diluya todo fardo de soledad y hastío.
Inventaremos de nuevo el alba, la luz, el arco iris.
Los senderos son siempre una cruel interrogante.
Cuando escampe, sabré de verdad tu nombre, el mío,
la acepción precisa de cada palabra que se anticipe al recuerdo.
(De Tu piel en la memoria)
Sabio presagio de tu enigma
He de saber por ti
lo que en verdad te nombre,
lo que deba decir el viento sin palabra
o lo que el mar infinito te describa.
Nada de ti adivinaré más nunca.
Sólo tendré la precisión del canto, cuando cantes
y el exacto escrutinio de tus pasos
cuando a tiempo describas el sendero.
En el sueño andaré buscando tus colores
para entender el tiempo de tu tiempo,
el agua que emerge de tu fuente
y el sabio presagio de tu enigma.
Nunca caeré en la seducción de adivinarte
para no restregar la historia con profetas,
sólo tu voz delineará las noches cardinales
y tu tacto señalará mi geografía.
El desierto infinito y la playa sin dominio
serán santo y seña de tu nombre;
el exacto valor de esencia y pensamiento
que te precisan sin condición de tiempo ni osadía.
La certeza de mi historia limitará el augurio
para no caer en la seducción del pronóstico irrestricto.
Tu sola palabra delimitará mi sombra
y será mi esencia producto de tu amor y tu embeleso.
(De Sabio presagio de tu enigma)
De nada sirve repetir tu nombre,
recordar noches de luna y horas sin recato,
que el corazón revierta su existencia loca
o que la breve flama de tu luz me alumbre.
El juego entre las sábanas dormidas,
el aliento impecable de tu tiempo
y mi tacto sobre tu piel dormida
siguen siendo un presente que no cesa.
De qué sirve dejar que el fuego del amor se encienda,
que deje entreabierta la puerta de mi casa
y acomode la copa y decante el vino
si no estás aquí y no te alcanzo.
(De Saberte de memoria)
Para Rosy, Nayeli y Layín
Si la vida se acaba
no hagan caso.
Si una mañana no estoy
aquí ya más,
acomoden mis cosas,
resérvenles lugar
y denle acomodo al corazón
de nueva cuenta.
Si un día no puedo compartir
comida y tiempo
dividan en tres la nueva vida
y una vez cada cinco años, diez,
alguna vez,
cosechen una flor
y hagan un samba
sin dolor
sin llanto,
que ahí estaré bailando y cantando
con ustedes.
(De Oficio de amar)
Virtuosos del amor
Haga el amor de día.
Guarde la noche para
dormir y soñar.
A un magnate / Lêdo Ivo
Hagamos el amor de día
a pleno sol,
balanceando placer y gozo
con el calor del mediodía
y el testimonio caprichoso de las nubes.
La luna de miel termina
cuando el amor se encierra
en la penumbra.
La sabiduría y el virtuosismo
son productos del amor
que no se esconde.
Hagamos el amor de día
amada,
para que no empiecen a devorarnos
los gusanos.
(De Repaso de la vida)