Maurizio Medo (Lima, 1965) es autor de libros como Contemplación a través de los espejos, Caos de Corazones, entre otros. Leído por Javier Sologuren, Raúl Zurita, Enrique Verástegui, José Antonio Mazzotti y Róger Santiváñez, quienes coinciden en señalarlo como una de las voces más originales dentro de la poesía latinoamericana actual.
BREVE ANTOLOGÍA SÚBITA
I
Una seña
también yo camino hacia otro lugar
el poema no se puede terminar tus ojos
siguen (a) saltando en la página/mañana es jueves bebo
un poco de cerveza
te gustan los gatos negros y los niños
tus ojos son pardos y hermosos/hermosos
me gustan tus ojos pardos/tan pardos como la luna
Paco Benavides
por desuso la poesía vieja ya rima con tedio y
reverbera bien con las astillas de castilla y aragón y
con todo donde las jóvenes enrojezcan de pudor
une femme ayant sa raison/un chat passant parmi les livres
-mis amigas no leen estas cosas – confesaste y estalló
una precuela azas en sordidez (desde el cheque
debió llegar ayer hasta el crimen de hoy
cuando el café…)
pero son tan nuestro pan
sería traficar con el erario
tampoco lo utópico es un tópico ideal
ni lo agraz
escribo mi descentro/y literal su devenir
entre mi espejo y toda tradición de ésta
hace mucho levé ya -no, no me gusta viajar
salvo adonde vaya el viento/ coup de hasard
neruda hacia rangoon, vallejo en parís,
paz por ceilán son periplos obligados
en el mega tour cultural
la poesía en otra parte – escribió lowry
en la boca del volcán mi exilio es interior
– ¿no irás al bar?
úlcera péptica es un trastorno esdrújulo
y sin embargo arde
además con tanto turco cocinando kebap
suvenires de catacaos y cumaná
sílfides sífilis símiles silos sinalefas
el kraken y las gárgolas/ lestrigones
¿dónde está el ande?
yo no sé si las jóvenes podrían conmover
una asíndeton aquí
un circunloquio allá
y algo que afecte el equilibrio vascular
-¿benedetti, tal vez? – pregunto
y tú a mí en qué estrato de conciencia
para perpetrar mi desliz
era el jardín, y tus ojos/hermosos tus ojos
pescaron un geranio
(rojo y marginal)
usurpándole arisco los espacios al jazmín
-exactamente ahí- dije y reíste
con esto del estrés se cree poco
la única cárcel está en la convicción- pensé
y como con la necesidad epifánica de un dios, nos fue mal y
peor aún, con el opio de marx/ ser demiurgos genera ansiedad tal
halazepan omnalio serendane
en lugar de ser un mantra vibran revolantes/
del velador hacia la realidad
dionisio crucificado – escribió frederic y fue…
salgari en turín, poco después
los profetas una sola vez por la cicuta
ya nadie los escucha
y a mí ¿quién?
los dragones extasiados de xian jue
¿pero quién habla hoy a los dragones
sin problematizar la fe?
vallejo no creía en la lluvia de ese jueves y
ahora llueve ¿ves?
no es jueves todavía y tus ojos
refulgen huraños como la noche el poema
no se puede terminar tus ojos
siguen (a) saltando en la página
¿mañana lloverá? dije con el estrés ya nadie cree
en la poesía y a ti te gusta
mirarme tan así, profusamente
aún cuando acá la crisis dice bolsa en lugar de flor
esterlicia esterlina o esternocleidomastoideo
son palabras que se traban como un clavo
en tu boca cholita y tropical
y tus ojos, aquí huraños como deneb y alderabán
van por la noche y tan hermosos
tus ojos
en otra parte, dijo lowry
exactamente ahí
los dragones de xian jue
halazepan omnalio serendane
vallejo no creía y
tan tan breve la vida
cuando el café
y tú
maurizio medo
Ni siquiera es tuyo
Sólo te alumbra el silencio
entre palabras cenizas poblando negros pasadizos
& las paredes sangran como un sueño al despertar.
No eres tú quien lo sueña.
Otro lame los dolorosos contornos de su herida.
Ni siquiera es tuyo ese silencio
Influenza
Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas
Albert Camus
1
basta de trepar a los aviones que emprenden vuelo en la deshora
basta de caer desde tu beso sobre los tremos de su honda turbulencia
basta de deshablar en trances celulares alelado ante mi ruido
basta enjundia de súbitas querellas por quítame estas pajas
basta de volver a marcar poseso digital tu código de acceso
basta de flyers posts emails…
basta de fingirse natural, meditando la vida conyugal en una jaula
basta de ver por ahí al poema y susurrarle albur-azar por serendipia pura
arribo del transtierro- libre de alquilarme abyecto ganapán por unos óbolos
judas de mi cristo ábrome paso por el psicosocial temiendo sorprender
en mi lugar a un doppeldanger -inquilino de mi tálamo -cortesano de ti
temo también que mis hábitos hayan olvidado fobias y adicciones
que mi ausencia del poema me constriña pájaro en jaula apenas
con albur-azar en la garganta
temo que al verme el perro ladre no a mí sino a esa ausencia
ábrome paso:
cincuentonas con máscaras antigases otras, cholas, esputan el pañuelo
por el altavoces canta el locutor:
384, 485, 586,687…
y
rueda la bolilla de la súper A(H1N1)
nuestro guión: toser y toser a pura cepa y sin vacuna infestando
cerdos pollos reses (los diarios nos dirán cómo a los peces)
ilusionados con el rol de extras en algún report de la CNN
arribo del transtierro /desde otra órbita /fuera de mí/ y lo único ahora es
el pavor por tener que descifrar las claves de mi propia partitura
en ella mi amor exponencial y cárdeno
la tierna parva de achiperres acechando el manzano
& la bravura de mi perro apiojada
por ello, señor- dije al chofer- sí, probablemente esta gripe sea
una puta manipulación química
con qué distraer la veleidad musulmana
pero en mí la única aflicción que quepa ahora es dar la talla
y cuando llegué el viejo medo bramó:
¡aquí mi judas¡
mientras reías (y reías)
pavana
2
de nariz a encender la obscura luz de su secreto lupercal
va el zafio cabrón mientras estornudan
796 víctimas de A(H1N1)
-¿tío qué cosa es mu-sul-mán?
¡1000¡ otra vez oye la voz del chofer “puta manipulación”
vibrando en la escarcha que hiela rúbea en su piel
pero ni el frío y su vapor neumonal – mientras en la radio
la A(H1N1) como un hit musical
va de nariz
volver implica para él, recomenzar
ya no como un diligente ganapán
sino, más bien, como ingente hacedor
donde sólo ácaros y dentritas de polvo
fuera de toda descripción
objetivista y neutral
va sólo como un modo de comprender la realidad
con todos sus yoes y túes tosiéndole en la espalda
¿dónde me estoy mi amor?
vas de nariz al lupercal desde el transtierro
cuando ya son 1001 víctimas
y la A(H1N1)
vibra alf layla wa-layla
con la voz de scheherazada
(o mejor como una “puta manipulación”
con qué dar cebo al cameramen)
no me corro yo, cabrón
(medo es otra “puta manipulación”)
para poder hablar
de cómo escarcha el ande
(lejos de la voz del locutor,
sin rating)
3
pero de que he vuelto no quepan dudas: ve el beso
rabiar en los labios de mi amor
el resto es una “puta manipulación”
la voz del fercho me hace escribir aún contra mí
y vuelto ¿eh? es decir al principio – wu-wei
hasta calzar en el poema, ya exangüe, glosolálico
y por serendipia pura
aún dudo si escribir contra mí constituya una praxis política
o una estrategia musical
pero funciona, en cuanto nombra la realidad
con nuevos sustantivos
trovar clus
he vuelto de ver face to face lo que de ayer más temía:
otra “puta manipulación”:
la rutina: sus días repitiéndose pesados como los pasos de un waltz
de comprender que ayer es sólo otra más:
la de la idealización banal de lo que ya…
(la cual convierte vida en un sema bisilábico, efímero y brutal)
¿qué comprendería el fercho por “puta manipulación”, eh?
tampoco lo sé.
fue proverbial.
hay algo sabio en la oralidad, algo que, es cierto, se tizna
con las nuevas posibilidades de escritura y subjetividad
(chats, MUDs, posts, flames, spams)
todas con ese matiz tan verne, que habría, y sólo
por un momento, considerar toda voz
como la nota de un pentagrama panfónico,
y ya no escribir,
sólo callar
escuchando toda esa bulla atroz como a un poema.
sobre esto nada dice el locutor.
¡ gripe pituca¡- exclamó al ver la bolilla de la H1N1 rodando
por la casilla 2008, casi a tiro de año,
siempre tan cool, tan tamiflu , tan made in isla caribeña,
que implicaba un status
nunca he visto– escribió aurora bravo- en nueva york, suiza o ámsterdam
que la gente se muera por el friaje,
aunque los inviernos registren temperaturas más bajas
hay una semejanza liminal entre helar el pulmón
a -18 grados centígrados
y escribir poesía
aunque esta sea cascajo para el orden social,
una utopía.
Tacet
el silencio es solamente el abandono de la intención de oír
John Cage
para qué partituras el becuadro de bulla liga grito y grito pausa
64 semifusas mientras la zzzzz fricativa
y todo lo que se emprenda contra el ruido
cedámosle la voz desaprehensivos hasta que hoce convulso
[en el sentido
eso hizo el viejo cage 4’33’’ tacet tacet tacet en lo absoluto
[pretendo poblar
con blancos lo ya blanco preclaras cofradías
[de sopranos
o anteceder al eco, primigenio (ni sé
bien cómo caí de cara aquí)
salvo para situar el sonido temblorero de un motor – ford 93
como un grafema antepuesto a la palabra sor
el sonido de un motor de 250 HP ante ninguna garita de control y
contrapuesto a violín salvo, decía, para tildar
mística con el disparo de una colt y tronar los dedos
apurando toda vibración tacet
tacet tacet tacet tacet tacet tacet tacet tacet tacet tacet tacet tacet
[tacet tacet tacet tacet
contra la muerte
II
Suite de la Neurosis
Y con el húmero y todos los huesos sepultados
qué me queda sino reír en los panteones
preguntándome si ahí lloran las piedras.
Qué me queda sino remontarme al infinito,
o morirme ciego en la cama, que entreabre
su esqueleto de púas y navajas.
Qué me queda sino la obstinación del sastre,
que sutura los pétalos de la rosa
que nadie vio jamás
(porque ninguno ve la agonía de la rosa
que siempre será de nadie)
mientras la boca mira y le suplica
que vuelva a saberse sólo rosa.
Qué me queda sino dormirme a oscuras
presintiéndote
como una arteria
entre mis sienes
y la almohada
Maia
Quién quiere mantras tensos en éxtasis sensible
La exégesis del agua
Unos signos en número de cuatro
Quién la mente primordial poniendo a prueba toda fe
Medir con pallares lo invicto en la conciencia
Ver almas combadas en cuerpos minerales
Quién quiere, pues, el reloj hundido en los osarios
para despojarse en vida de la vida
Las polillas del Bristol exaltadas
alrededor de las estrellas
O al arboris mundi profanado con neón
No way
La noche es ascua virgen
Golpes de luna
Combustión escondida
Su inmácula inflexión es amatista
Queda lejana la extrañeza del estar
Hay loto en el mandala de tu corazón
Ohm shantih
Homeradas
Ítaca no existe para el agua
Hemos oído tanto
Tantas heroicas leyendas inmunes al dolor
Tanto drama clausurado tal una ceguera
en aires combustibles
Tantas noches furiosas, clavadas en cruz
Hoy todo es tábano que zumba, sordo,
en la memoria Glaucos caminos
& lascas cenizas
Ahora es lo terrestre
Quizá haya religiones de poemas límite,
cuyo dogma se adentra en lo absoluto
Pero chitón:
Una amable inscripción en la pizarra es suficiente
No hablemos de zarzas humeantes
– producto de un dios vivo –
No hablemos de linajes, del barro convertido
ni de la mar abierta en bíblico oleaje
Esta isla aprende otros idiomas
Basta ya de dones confusos y destellos
Ya basta de homeradas.
Nocturno
Las sombras se alborotan al desmirar la atrofia de la urbe,
donde no existimos en realidad.
Gira la esfera azul (oh tercero de los mundos)
reacomodando el fin en lo que acaba de culminar.
De ahí los lenguajes con rictus de terror,
de ahí las manchas de sed en plena garganta ecuatorial,
lo gris en lo gris,
de ahí que amor nos deja solos para dar cuenta de sí.
Negro trajín de muerte en el baile de las rosas.
No ves los esmaltes tornasolados de la flor,
sólo espinas contra opacos firmamentos.
De ahí también el hierro al rojo que se aproxima
un paso y, en el otro, fija fuego en el carbunclo.
Ardes en fiebres multicolores, prendida desde
los vientos de tu sueño.
Y en mitad de la noche te tiendes hacia arriba,
volátil e intocable.
Y en mitad de la noche te tiendes hacia abajo,
calibrando el logos en luchas intestinas.
Yo callé al oír tu voz en mi canción.
Siempre vi en ti el mar
-y no al tiempo-
sonriente como el amor.
No me preguntes cómo dorar el corazón,
o cómo percibir su música dando una,
o varias veces, la vuelta.
Vamos, el cielo tiene playas dónde
quebrar esta falsa verdad.
¿Dónde sino el loco Yeats adulteró
la alegoría platónica?
¿Y Prufrock dónde quedó boquiabierto
ante la dama del columpio,
alucinante de Fragilión y Príapo?
Es la misma costa donde saltan
las aguas sopladas por Lezama,
y los rumores se desconocen del origen.
Vamos, no sabrás de otra eternidad.
Arcano XVII
Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora…
Helo ahí.
Toma aviones que le canjean ruta a los albatros
para emigrar autista, hasta ignorar que el día
es perfecto por su culpa.
Helo aquí.
Ninguno dijo lo que especulaba, ni explicó
dónde demonios es aquí.
Tú convulsionabas en quiasmas de ansia y vacuidad.
Yo, sin oxígeno, en asfixia racional.
Es ese el amor, es ese el amor – gorjearon
niños alineados en tropel de rondinel
y descubrí a Medo, librándome de él.
Fue perfecto.
Aedas de la gleba, cantadlo a capella:
Per-fec-to
Recuerdo que aquella vez cenaste con apetito,
espléndida vulgata de pasiones,
yo le hurtaba migas al palomar.
Picoteabas una a una, embrutecida
por un bramante fuego.
Sólo te suplicaba ser real,
cuajado de rocío,
por un minuto de verte.
Evohé, Evohé
-repetidlo aedas-
Tú en el lagar, yo en el lagar,
sobre orujos apilados
en el lagar
no pensamos en desnudarnos.
Pero el candil alumbró mi noción de tu piel.
Descubriste que la luz vale la pena.
No culmina ni se adiciona.
Es o no es.
Hoy, como aquella vez, opípara es la sed.
Se nos fraguan las manos en una distancia estelar,
el sol se enamora de la noche, y sonríes
mientras nos comemos los ojos
por los siglos de los siglos.
Amén.
III
Dolosa heredad
Do not move
Let the wind speak
that is paradise.
Let the Gods forgive what I
have made
Let those I love try to forgive
what I have made.
Ezra Loomis Pound
1.
Del conjuro de los viejos amanuenses
heredamos estos fósiles:
un chancho, un perro y la ballena.
Del arca, sólo el mascarón de proa
(y cientos de astillas del bauprés)
Heredamos la alucinación de estar
al pie del extramuro (ansiosos
por volver de la locura y medir
en cinco) los metros que perdió
el poema en la realidad.
Abajo, sus fantasmas (cautivos
en escolios) no ven el esfuerzo
de la Miss por aprender al detalle,
en qué sala el grito bautismal,
a qué edad la extremaunción,
si hubo ahí o no…
2
Ella alucina con Vallejo
en rúbea desolación.
Atrás Eielson azul, Erídano
en el crepúsculo de Adán.
Los niños, entre cartularios y añalejos,
preguntan qué hay de poesía
entre las piezas del museo:
la piedra alada y un círculo de huesos
son representaciones.
No las cosas que debimos heredar.
De los viejos amanuenses, a duras penas
lecciones de poesía, aprendidas
para el examen bimestral.
3
Dejémosla alelada con la trama:
Aromas noctívagos de absenta
revelan la imagen de una rosa
que seda en creciente encarnación
(música el funk improvisado del flanneur)
En perfecto claroscuro el piano
cimbra un tango (que rampa
inguinal por las sombras del bulín)
En otra altura la musa rumba
ciega ante el denuedo,
de quien escorza un pálpito
de amor contra su piel.
Más allá los poetas hipan
rimas contumaces
& el deseo cuaja rouge
salival en alquiler.
4.
“Dolosa heredad” es una impronta del capítulo final.
Ahora ella lee aquel de la bohemia
como un limbo infatuante
entre el véspero y un agraz amanecer.
Pero, insiste:
-Colónides con tilde
Los niños copian coma aquí,
apóstrofe allá, mientras ríen
de bizarras fotos retocadas:
líridas en poses baladí (como si poesía
modelara entre piezas de murano,
flores muertas y tatamis)
Sus poemas (petos y lanzones)
como si, ya muertos,
hubieran absuelto sus histerias
para estamparse cum laude,
oh páginas de gloria.
La que fuérales negada de raíz.
Pero ella busca con qué hacer
soñar los pizarrones
(y con vanos leitmotivs para el taller)
5.
Ninguno tuvo la vejiga preñada por el cáncer
(apenas unos sucios algodones)
Ninguno exhaló humo, ya vacuo de fuego
(con el pulmón boyante de alquitrán)
Ninguno llegó a llorar por el catéter
(hasta perder la dignidad)
Ninguno mudo en el estiércol, tábanos abajo
(con los perros del báratro comiendo de su alma)
Ninguno a fierro curvo
Ninguno muerto
Datos vitales
Nació en Lima, Perú, en 1965. Ha publicado los libros de poesía: Travesía en la calle del silencio (1988); Cábalas (1989); En la edad de la memoria (1990); Contemplación a través de los espejos (1992); Caos de corazones (1996); Trance (1998); Limbo para Sofía (2003); El hábito elemental (2004); Manicomio (2005); La trovata (2006); Contramano, en coautoría con Ernesto Carrión (2007); Sparagmos (2008). Libros de entrevista: Escribir contra la pobreza. Diálogos con Eduardo Milán. Crítica: Prólogo a LVN, el país de las tablas. Raúl Zurita. Prólogo a Porque nuestro es el exilio: Carrión, Hidalgo, Mosquera y Mussó. No nos hemos perdido. Una lectura de la obra de Raúl Zurita. Tranvía editores. Lima, 2007. Prólogo a Matria. Antonio Silva. Cuarto Propio. Prólogo a Figurado y literal. José Kozer. Prólogo a Fosa Común. Felipe Ruiz. Fuga. Antologías: Zurita, Raúl y Medo, Maurizio. La letra en que nació la pena. Muestra de poesía peruana 1970-2004. Santo Oficio, Lima, Perú, 2004. Carrión, Ernesto y Medo, Maurizio. Álbum de arena. Antología binacional de poesía. Perú- Ecuador. Con el auspicio del Consulado del Perú en Guayaquil. Guayaquil, Ecuador, 2008.
meditaciones cartujas mantras bengalíes