Mario Bojórquez (Los Mochis, 1968), poeta de gran precisión formal. Con el Diván de Mouraria, aparecido en 1999, dio uno de los libros más renovadores e intensos de los últimos veinte años que se han publicado en México. El deseo postergado mereció en 2007 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.
Casida del odio
I
Todos tenemos una partícula de odio
un leve filamento dorando azul el día
en un oscuro lecho de magnolias.
II
Todos
tenemos una partícula de odio macerando sus jugos,
enmarcando su alegre floración,
su fruta lánguida.
¿Pero qué mares
ay, qué mares, qué abismos tempestuosos golpean
contra el pecho y en lugar de sonrisas abren garras colmillos?
Levanta el mar su enagua florecida, debajo de su piel va
creciendo una ola dispersada en su vacua intrepidez elástica.
Levanta el mar su odio y el estruendo se agita contra los muros
célibes del agua y atrás y más atrás viene otra ola, otro fermento,
otra forma secreta que el mar le da a su odio, se expande sábana
de espuma, se alza torre tachonada de urgencias; es monumento
en agua de la furia sin freno.
III
Todos tenemos
una partícula de odio
y cuando el hierro arde en los flancos marcados
y se siente el olor de la carne quemada
hay un grito tan hondo, una máscara en fuego
que incendia las palabras.
IV
Todos tenemos una
partícula de odio.
Y nuestros corazones
que fueron hechos para albergar amor
retuercen hoy los músculos, bombean
los jugos desesperados de la ira.
Y nuestros corazones
otro tiempo tan plenos
contraen cada fibra
y explotan.
V
Todos tenemos una partícula
de odio
un alto fuego quemándonos por dentro
una pica letal que orada nuestros órganos.
Sí, porque donde antes hubo
sangre caliente, floraciones de huesos explosivos,
médula sin carcoma,
empecinadamente, tercamente,
nos va creciendo el odio con su lengua escaldada
por el vinagre atroz del sinsentido.
VI
Todos tenemos una partícula de
odio
y cuando el índice se agita señalando con fuego,
cuando imprime en el aire su marca de lo infame,
cuando se erecta pleno falange por falange,
¡Ah! qué lluvia de ácidos reproches,
qué arduos continentes se contraen.
El gesto, el ademán, la mueca,
el dedo acusativo
y la uña,
¡ay! la uña,
corva rodela hincándose en el pecho.
VII
Todos tenemos algo que reprocharle al mundo,
su inexacta porción de placer y de melancolía,
su pausada enojosa virtud de quedar más allá,
en otra parte,
donde nuestras manos se cierran con estruendo
aferradas al aire de la desilusión; su también,
por qué no, circunstancia de borde, de extrema lasitud,
de abismo ciego; su inoportunidad, sus prisas,
VIII
Todos tenemos algo que decir de los demás
y nos callamos.
Pero siempre detrás de la sonrisa
de los dientes felices, perfectos y blanquísimos
en sueños destrozamos rostros, cuerpos, ciudades.
Nadie podrá jamás contener nuestra furia.
Somos los asesinos sonrientes, los incendiarios,
los verdugos amables.
IX (coda)
En alguna parte de nuestro cuerpo
hay una alarma súbita
un termostato alerta enviando sus pulsiones
algo que dice:
ahora
y sentimos la sangre contaminada y honda a punto de saltarse por los ojos,
las mandíbulas truenan y mascan bocanadas de aire envenenado y la espina
dorsal, choque eléctrico, piano destrozado y molido por un hacha y los vellos,
las barbas y el escroto, se erizan puercoespín y las manos se hinchan de amoratadas
venas, el cuerpo se sacude convulsiones violentas y todo dura sólo, apenas, un segundo
y una última ola de sangre oxigenada nos regresa a la calma.
(De Diván de Mouraria, 1999)
Casida de la angustia
I
Un ácido durazno
una escaldada lengua de durazno
un picante y ardiente y amargo y picante durazno
en la escaldada lengua, oh tristes,
eso es la angustia.
¡Ah! sonrisa estudiada, aligerada, ensayada en el espejo
de lo que no digo.
¡Ah! estúpida respiración despepitada, oprimida, deletreada
veneno inocuo
ulceración.
Qué frágil corazón para el que sufre angustia
qué lenta máquina, qué desastrada
y lenta máquina es el corazón.
II
No conoció la fiebre
mi lengua no conoció la fiebre
no se alzó enardecida para un canto febril
sólo un cantar alegre
oh tristes
sólo un cantar alegre
cantaba mi lengua en su canción.
III
Este veneno ya estaba en mí
en mi sangre
antes de mí, mi sangre ardió,
antes de mí, mi sangre envenenaba a otros,
mi padre y su padre y sus abuelos, todos heridos
hasta el principio primordial.
Todos ardían como yo
todos arden conmigo.
IV
Pero el veneno escalda la lengua más feliz
¡oh, tristes!
Hablo de mí, sólo de mí.
(De Diván de Mouraria, 1999)
Naufragio en Gláphyras
I
Si tu mano delgada, copo de nieve ardiendo
entrara por mi ropa, desenlazara urgente todo artificio y nuevo
fruto fuera mi carne para tu mano y flecha
tu lengua en mi costado
Si tan sólo tus ojos
dijeran barco, anuncio
nube al borde del cielo, sargazo en la marea
volvería en caracol para sonar las playas
que no ves
volvería
como espuma en la orilla
alimento de nácar que se oye sin hablar
Si tu mano, tus ojos
el agua que golpea en el muelle lejano
me tomara mirando como a un tierno molusco
y ya lejos la concha
su pulpa amedrentada en tus dientes saciando
su litigio de espera
Si tus ojos
tu mano
racimo de ciruelos
tensada la correa de mi barca en la dársena
al vaivén de tus horas
para subir a bordo
Si yo fuera tu pulso
la vista que aguzada coloca el horizonte
a tus pies, si yo fuera
en la serena gavia
el de la voz en cuello:
“¡Tierra a la vista, tierra! Hemos llegado, al fin.”
II
Entro en tu cuerpo, acoso de hierba maldecida
lamo previo el deseo, de saberte intocada
de predecir ansioso el néctar de tu cuello.
Soy yo el que te persigue en la profunda fronda
sin ojos y sin manos.
El que se sabe bestia de hirsuta pelambrera
que ácida orina marca su territorio infecto.
Quisiera darte flores y te doy un bramido.
Y tú la delicada
la imperceptible sombra
la esbelta flor de flores que perfuma a su paso
el aire descuidado
¡Qué peligro mis dedos para tu tallo dulce!
Voy abriendo veredas en el boscoso espino
que ha tundido mi cuerpo.
Deja señas mi sangre en las enhiestas púas
mi costado conserva estigmas de su ardor.
Yo soy el que penetra
el que excava, el que muerde
y cómo lo lamento.
III
Así como después
de andar en círculos
cortando el aire
el pelícano
se resuelve sobre el agua
He venido hasta ti
sin conseguirte
Incrustado el pico
en el denso mar
de tus dudas
Apenas si he rozado
tu escama fulgurante
Y tú que habías nacido
para ser devorada
te das al pez más grande
al más cercano
Sin sorpresa
casi otorgando la aleta a la mandíbula
Yo vuelvo a alzar el vuelo
y mis ojos se pierden
en la rizada superficie
donde tú ya no estás
¿A qué lamentar mareas secas
si el tumbo de las olas
arrojará en su borde
tu esqueleto limpio?
(Inédito)
Dame, Señor, piedad para mí mismo
y que mi obra te responda.
Francisco Cervantes
Con la pesada llaga ya sin cuerda en el cuello
Con el dogal vacío y la enhiesta pesadumbre que no implora ya más
Que no tunde ya el hueso carcomido, ni la visión postrera
Aquí cerca del junto
Me pongo a recordar muelles del aire donde atracó la sombra de otro tiempo
Me pongo a recordar y digo
Siete palabras sin brillo de cosecha para tu cruel memoria
Que allende el río
Donde la ciudad reposa con luciente escafandra
Donde soñé algún día volver para quedarme
Se van desvaneciendo los deseos
Y de mí sólo queda una vaga sustancia que no me nombra ya
Que no contiene todo el vigor, la lumbre de otro tiempo encendido.
-el mejor áureo sueño de la plata-
Eduardo Lizalde
Escucha cómo late tu sangre
Cómo pierde el oído su pulso acelerado
Escucha el ardor de las venas bajo la coraza de tu piel
Súbete en el caballo desbocado de tu sangre en la vena
Dale sangre a tu vena
Dale vena a esa sangre para que corra
Ahora que ya es tuya
Que vas con ella montado en su sonido
Observa que cojea, que su potro ha quedado mordido por el hambre
Que un destino ha baldado su galopar esbelto
Que se oxida la grupa
Corre en tu sangre los caminos vedados a la conciencia
Siente la espina injertada en el casco
Como si lentas costas en mar embravecido
Te dejaran al puerto la única salida
Y de tu baja sombra el pie en la orilla
Mordiendo una esperanza de fallido naufragio
Alza entonces la cara
Y enfrenta donde otros abajan la mirada
El futuro que asoma en tus pasos de tierra firme
Después recordarás tu pie en la arena
Como una memoria feliz de un tiempo ya pasado
Y el sostén de tu pie
Donde el abismo impere
Servirá para andar en el aire
Como aquél que ya sabe
Muy bien dónde es que pisa
Llevas contigo, cosido a tu costado
Un repliegue de bruma donde eres niño y todos te sonríen
Adivinan acaso que serás el que canta con la torcida boca de pretéritas nupcias
O sólo es cortesía que en nada disminuye ni afrenta al que la exhibe
No saben que tu ruina será que te quisieron
Que nadie optó al manazo o la injuria efectiva
Que da muchas lecciones del vivir entre hombres
Oportuno rechazo que alimenta bondad
Que eleva al que es humilde
Nadie te dijo nunca
No, no es posible
Nadie impidió tu sombra
Por eso en tu amargura
No comprendes la hostilidad del mundo
El revés de fortuna que labra tu miseria
Te marcaron los huesos con tristes despedidas
Elevaron tu cuerpo para ser exhibido
Juntaron con paciencia cada objeto que caro fue en tu tiempo
Te apilaron costal en un surco de sangre
Y cuando lleno de ti sintieron aquel tumulto de memorias
Prendieron fuego, atizaron rescoldos de tu ánima
Por ver si era verdad que volvías de tu propia ceniza
Pero nada de esto te fue fiesta en la bruma
Tus pasos arrastrados continuaron su polvo
No había en ese rito invocación mayor
En esa ceremonia nadie pidió por ti
Has querido pulir también este diamante
Porque la vida no es inane para llorar el tiempo que se pierde
Para lamentar con boca seca las palabras al aire
Para Jair, Álvaro y Alí,
mis tres alegres compadres
Lava tu cuerpo a la orilla del agua
Que se lleve tu angustia corriendo hacia otros mares
Talla la costra acumulada en tus pliegues
Sin miedo a que se lleve también tu propia piel
Lava tus manos de toda su impiedad
Que nunca más señale ese dedo la infamia
Que nueva y limpia, que inocente
Pueda estrechar sin duda las manos de otros hombres
Lava tu cara y tu cabeza en el agua corriente
Que se borren los gestos miserables
Pensamientos funestos
Lava tu alma corrige tu escritura
Eres el que no supo decir lo que deseaba
La codiciosa boca que el fruto no mastica
Que hecha a perder, arpía, banquete y festival
Eres el insaciado que mira con envidia
La insoportable alegría de los otros
El que se duele hasta los huesos por la inocente risa
Se te nublan los ojos por la ira
Se te hinchan las manos de cruel remordimiento
Se emponzoña tu sangre
Qué hoguera, qué abandono
Qué miserable eres a orillas de la vida
Te llamarás Amargo, en tus encías
Florecerá un jardín de arborescente sarro
Y en tu alta cabeza seborrea arrancará mechones
Cataratas de nieblas en tus ojos
Te llamarás Llagado sin afrenta
La viva piel que ulcera la tierra donde pisa
Te llamarás Sin fe
Y habrá otro tú
Edificado en pena
Que infectará en redondo
La lepra es justiciera
Habrá de distinguirte en el mercado
La turba dando voces
Anunciará que llegas
Que el tufo de tus ácidos
Se anticipó a la clara campanilla
Y para qué volver te has preguntado
Para qué y para qué
Y para qué volver
Si en el volver hubiera ramos de olor aguardando tu paso
Si en leves frondas cuajadas sí de frutos, de alegres floraciones, de luz concreta y ácida,
Y allá junto a las fuentes un ejército de náyades danzando para ti
Si volver en el agua, dúctil, ligero, fluente; si en el aire
Si volver despertara en ti al que eres, si te volvieras vuelta, giro, comienzo de ti mismo
Si volverte, si volver te fundara, volverías sin dudarlo
Aunque los días pasados no pasaran de nuevo
Adenda
Yo soy aquél
Que en otro tiempo
Estuvo aquí
Para dejar constancia
De su paso en el mundo
Pero el frescor antiguo
La sombra de estos árboles
Y la tenebra húmeda
Que salpica de oscuro
El templado adoquín
No saben ya mi nombre
Ni mi rostro
Cómo si aquél que fui
Se desdoblara y no
No fuera yo si no otro
El que surcó estos aires
Con su proa de vidrio
El que surcó y zarpó
Para enfrentar sin ojos
-ojos desdibujados-
Una tenue memoria
Yo soy aquél
Que nuevo encuentra todo
Que sabe
Que cuanto ha dicho en libros
Y ciudades
Vano reflejo es
De lo que permanece
Más allá de los días
Y aquél también
Que no supo de sí
Que se perdió en abismos
En disputas inútiles
Que pulieron su corazón
Y afilaron su lengua
¡Pero qué pobre canto
Para tanto artificio
De este fuego!
¡Qué lejos quedan
Del acento mis manos
Frías para tus muslos tibios!
Yo soy el mismo y digo
Que no puede nombrarse
Tanta esquirla en el borde
Serrín de limadura
En piel desencantada
Y digo
Alta la voz
De afilados torreones
Que no puede decirse
Ni una parte pequeña
Un murmullo inaudible
De esa fatal mecánica
Que todo lo conmueve
Y ahonda el pecho
Con opresión de losa
En blandos catafalcos
Y sigo siendo yo
Éste aquél
Desmadejado ovillo
En el fondo de tabla
Sobre el papel de cera
El que montó su catre
De jarcias inflexibles
El que tosió y aulló
En su carne y sus huesos
Él mismo hueso ya
Mondo e incorruptible.
(De El deseo postergado, 2007)
ahora estarás tirada bocabajo en la cama
leyendo una novela española
mientras tus pantorrillas se elevan sobre el dibujo de las sábanas
hay algo en tu cintura que se enciende con el roce del elástico
y piensas
todos pensamos en un momento del día
en aquel fuego que nos quemó y ansiamos
volver ahí al borde de ese incendio
pierdes la línea y lees sin leer
y luego te cuesta trabajo regresar a la escena
que el novelista español fraguó en horas de delirio
te obligas a volver y lees con cuidado lo que ya no
entiendes y te volteas bocarriba y ves las fotos
de tu librero y te quedas colgada de aquellos tus sueños
tan queridos
qué cerca has estado de ellos y qué lejos
qué opresiva atmósfera se ha vuelto el ancho mundo
qué ganas de patear una religión un país un idioma
y todo vuelva a respirarse a ritmo de pulmón
pero nada de eso te preocupa ahora
te preocupa el futuro el detonador del mañana
la almendra más allá de la cáscara la pepita brillante
y llena de aceite te dices qué calor
y sabes que el aire frío golpea las ventanas
qué ganas a veces de extender la mano
y que el placer rodee tu cintura
puedo ser yo u otro nadie el que en su abrazo
envuelva tu cuerpo aligerado ya de la carga del mundo
y que te lleve lejos más allá de las costas
mar adentro
donde sólo exista el sonido de la sangre
que corre en su rumor de bestia florecida
vuelves al cuarto de donde no has salido
para decirte que es mejor así que nada importa
que nunca habrá ni un cómo un dónde para
la perfecta la redonda la exacta
felicidad
(De Y2K)
Similcadencia
Pero cómo decirme, decirte, decirles,
que tengo, tienes, tienen, los ojos entornados,
si al final de los ojos, guardo, guardas, guardan,
la almendra de los días y los rotos veranos.
Pero cómo callarme, callarte, callarles,
estos silencios suyos, tuyos, míos,
si en mis, tus, sus, ojos, hay palomas abiertas
sobre campos de sangre, que yo, tú, ellos,
miran,
miras,
miro,
(De Pájaros Sueltos, 1991)
Coito
Soy yo el que entra en ti
Y mis amantes
Y los amantes de ellas
Y las amantes de los amantes
Y todo el mundo
Y me reciben tú
Y todos los que tú
Y aquellos más allá
Que tú y los tuyos
Todo el mundo se muere en tú y en yo
(Inédito)
Ahora que es Halloween la teenager witch
se ha puesto aretes en los pezones
y toma XX lager
El Dj You and me baby / Ain’t nothing but
mammals /So let’s do it like they
do / On the discovery channel
Las muchachas bailan junto a las mesas,
los chicos fuman puros y hablan
de futbol
Yo estoy en la barra recargado sobre
el platito de los cacahuates
Entre el estruendo de música y botellas
me llega un para nada también un no
inventes
Ella está rubia y tobillos percherones,
su cuñado a cuadro y su hermana y su
primo, a todo esto, ella también es sobrina
de la tía
En overshoulder me saluda un ingeniero camisita a
rayas que se parece al padre Amway
Doy un paneo y caigo en extreme shot sobre
la pulserita del tobillo
Cuando en el memorial hospital de
chulavista freeway 8
Yo en el cine Isabel todo manos tremantes
sobre la Maricruz
Apenas nos llevamos quince años y yo
prefiero Pacífico de media
(De Y2K)
Datos vitales
Mario Bojórquez (Los Mochis, Sinaloa, México, 24/03/1968), Becas: para jóvenes creadores del INBA (1992), del FONCA (1994-1995 y 1999-2000), y de creador con trayectoria de DIFOCUR-Sinaloa (1993-1994), del FOECA Baja California (1998-1999) y del FOECA Sinaloa (2002-2003). Premios: Premio Estatal de Literatura de Baja California, 1990; el Premio Abigael Bohórquez, 1995; el Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa, 1996, el Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura, 1996 y el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, 2007. Libros: Pájaros Sueltos, 1990; Contradanza de pie y de barro, 1996, Diván de Mouraria, 1999, Pretzels, 2005, El deseo postergado, 2007, Y2K, 2009; y en dramaturgia El Cerro de la Memoria, 2009. Su obra ha sido traducida al francés, portugués, italiano, e inglés y publicada en Portugal, Francia, Italia y Estados Unidos. Ha publicado una antología de poesía amorosa de Jaime Sabines y otra de Eduardo Lizalde. Ha sido profesor de retórica de la Fundación para las Letras Mexicanas. Actualmente se desempeña como editor asociado de la revista Biblioteca de México (Premio Nacional al Arte Editorial 2004, CANIEM), tutor artístico para las becas de jóvenes creadores en poesía del FONCA y director general del Encuentro Iberoamericano de Poesía Ciudad de México. Pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte.