Ahora un atisbo a la poesía del narrador y poeta Pablo Yépez Maldonado (Quito, 1958), quien ha publicado Con las manos en los bolsillos, Deseábulos o Reconstrucción metálica (Primer Premio Trienal de Poesía, Cuenca, 1993).
Poema con dos puntas de una estrella
Por vos
llegué a esto
tambaleándome por los tensos andamios del cosmos
vestido con luces del costillar humano
con tímpanos de lo efímero
como la muerte
por vos
encontré la cicatriz que se forma en el viento
y su signo
la luna de neón
y la mujer de sonido metálico
la estrecha sonrisa del horizonte
-imágenes encontradas al azar
en una funda de trapos viejos-
lo hermoso de una botella
incendiaria
las desiguales formas con las que golpea el agua
en las telas extendidas de la imaginación
las luces
y los inviernos de papel
los éxodos voluntarios
la oportunidad de estar vivos
y con ojos como reos de culpabilidad
por la tierna fuerza que se refugia
a la izquierda del corazón
por los márgenes clausurados
por la rutina que se descorcha cuando apareces
y de la nada fabricas
lo helechos emplumados para el amor
por la curva demasiado pronunciada
de la noche
o el estigma de la angustia
en nuestros pechos
por la lucha que damos
al ritmo de estos espumosos
cuerpos.
Rutina urbana II
Tus sueños y los míos hace tiempo que duermen juntos
se conocieron una tarde violeta y fría
en la ruleta del azar y sobre la sábana de césped
tu cuerpo y el mío ya no recorren
los andamios falsos de esta ciudad atormentada
sus falos de vidrio y aluminio
construidos para poseer al viento a dios y a la luz
tus pies se dirigen hacia las esquinas más iluminadas
los míos buscan los charcos y las rockolas
de esta ciudad extraña
mezcla apurada de barro hormigón armado y tejas españolas.
Nuevamente tendremos que recoger la cal de nuestros sueños
inventarnos nuevos graffitis para pintarlos
en las destartaladas sábanas del deseo
reconstruiremos paso a paso los mismos errores
con distintos personajes
haremos esfuerzos para desalojar promesas
metas no cumplidas facturas amarillentas
desayunos fríos de tanto alzar la voz
desnudaremos nuevas escenas con los mismos cansados cuerpos
y pediremos un antojo bajo la luz
de leche de la luna para creer que hemos vuelto a renacer
pero nunca más nos crecerán las alas
ni se nos caerán los dientes
solo la rutina pasa a sus anchas en esta casa
donde los rincones tienen sus secretas historias
y los calcetines ya saben por dónde caminar
para que no crujan las tablas
ni se rompan los cristales
de esta casa
que nunca fue nuestra.
Tus sueños y los míos
despiertan en la misma almohada
y caminan con muletas por distintas calles.
Agenda
Lunes:
garantizar la subsistencia elevando el corazón hacia el silencio y las nubes;
una mano de pintura para retocar nuestras sonrisas
nuestras desgastadas formas de decir buenos días
de tomarnos las manos para enfrentar la incertidumbre y la modorra
la esclerótica forma de hacernos el amor
sin mirarnos al espejo
de comer nuestros engaños
pequeñas fórmulas para hacernos más audibles
en medio de la multitud.
Martes:
salida urgente al purgatorio
para reconocer nuestras fobias
nuestras manías y costumbres
nuestro tradicional cansancio en medio de las veredas y los buenos propósitos
renovación de las promesas enmendar nuestros pecados de la carne
y de la mente
nuestra catalítica enfermedad para cambiar de piel y de espejo
nuestro hedonismo de círculo
nuestro concupiscente ascenso hacia la nada
hacia el espacio vacío que queda entre nuestras sábanas y el esternón.
Miércoles:
dieta para adelgazar
para rebajar el peso de nuestros sentidos
para aderezar la vida con ingredientes sanos
visitas furtivas a los vecinos
a los siempre escurridizos amigos
para redecorar nuestros interiores con nuevas pasiones
que hagan imposible agotar las recetas
los emplastos
y los paños de agua tibia
regeneración urgente del tejido para elaborar nuevas discursos sobre el amor
la inflación y el internet
la falta de gas
o la masacre más reciente anunciada en los noticieros.
Jueves:
escape
escape urgente y sin premeditación hacia el psicólogo
o hacia las faldas siempre atentas de nuestros amantes
imaginarios o reales
hacia la otra cara de la medalla y la razón
hacia aquel resquicio que haga menos vulnerable nuestro ánimo
santificar las fiestas y los orgasmos
las siempre extenuantes reflexiones sobre la verdad o la realidad
o la monotonía
o la estrechez de los salarios y la incomodidad de los autobuses
al mercado a abastecernos de nuevas ansias
de nuevas formas de tormento y consumo.
Viernes:
equidistancia con la responsabilidad
con el evanescente deseo y su puerta circular
nada
nada planificado
ventana abierta al azar y sus improperios
al violento despertar del deseo camuflado
en los sondeos de opinión
en los siempre atractivos titulares de las carteleras de espectáculos
en las cimbreantes arterias de los burócratas
ante el abierto menú de la vida
y sus múltiples ventanas escapatorias
y sus encuentros fenomenales con la parca
con las nubes radiactivas
y los closets desocupados
buen día para escapar
para morir en medio del asfalto y los neumáticos
en medio de la soledad de la estupidez cómplice
en medio de nosotros mismos sin que nos reconozcamos
sin que nos atrevamos a mirar la frente llena de dudas e improperios
de falsos títulos y poses condescendientes
de pudor siempre de pudor ante la muerte
llueve
debería llover siempre los viernes
para poder conjurar el deseo y la realidad
los sueños con el olor delicuescente
de la humedad y la urgencia
de lo subrepticio
de lo efímero y sus peligros
de la falsedad y su ebriedad planificada por la costumbre
por la manía de torcer la vida en la misma esquina.
Sábado:
para reconocerse
pequeños miembros de un fatal circo
miradas tiernas en medio de la bruma
y los reproches
en medio del tiempo que nos impulsa a corregir el rumbo
y sus maniáticos punteros
sus esquizofrénicos cargos y papeles
-roles dicen-
en medio de la tormenta que se acumula en los ojos y en los recuerdos
en medio de la resaca de los sentidos
y la nostalgia
en medio de la fiesta inconclusa por la invasión del deber
o de la libertad en Babia y en lila
o en varios colores para atrapar la vida
en medio de las dos manos temblorosas por los excesos
por la tormenta percibida en los intervalos
en los intersticios del tiempo
y su desangre.
Domingo:
reposo y recogimiento
rutina del trampolín hacia otro salto
hacia otra defunción planificada
domingo para restañar
para tañer y contemplar
para resarcir y componer
para aminorar el ritmo y las propuestas
para adormecer los sentidos y sus entrañas
domingo para reanimar el tiempo que se desvanece
en las ventanas de todos los dormitorios
en la frente de los protagonistas
en las cartas de los amantes
en el deseo en las fogatas apagadas provisionalmente
en los esperpentos dibujados con los labios
con las frases y el mal humor
con la viscosidad de nuestros más siniestros pensamientos
de nuestra sequedad
de nuestra mentira elaborada pacientemente para enfrentarnos al espejo
a la rutina atrapada en los relojes
en los andamios
en las pústulas de las doctrinas
en los caparazones de la quietud y la soledad
otra vez domar al monstruo
para parecer seres humanos.
Lunes:
garantizar la subsistencia elevando el corazón hacia el silencio y las nubes…
Datos vitales
Pablo Yépez Maldonado, Ibarra 1958. Es Poeta y novelista. En los ochenta integró el taller de creación literaria Matapiojo. Actualmente forma parte del colectivo literario K-Oz de Quito. Bibliografía: Poesía: Con las manos en los bolsillos, Editorial Matapiojo, 1990; Deseábulos -coautor- Editado por la Red Cultural Imaginar, Quito, 1993; Reconstrucción metálica -Primer Premio Trienal de Poesía, Cuenca, 1993- Búho Editores, Quito, 1995; Toca piano duende de la magia, Búho Editores, 1997. Novela: La alcoba de los patojos, Segundo Premio, II Bienal de Novela Ecuatoriana, Quito, 1993-, K-Oz Editorial, Quito, 2001.