Recuerdos. Carlos Montemayor con sus amigos paisanos

Carlos MontemayorEl poeta José Vicente Anaya nos ofrece un recuerdo sobre el poeta y narrador chihuahuense Carlos Montemayor.

 

Recuerdos.

Carlos Montemayor con sus amigos paisanos

 

Un día de principios de 1974 conocí a Carlos Montemayor (ambos teníamos 27 años de edad). Fui a las oficinas de la Revista de la Universidad de México (UNAM) donde él trabajaba como editor, ahí lo encontré, le llevé unos poemas míos con el fin de publicarlos. En el mecanoescrito incluí mis datos de autor, y al leer él que nací en Chihuahua no ocultó su gusto comentando que también era su tierra natal. Desde entonces conocí su cordialidad. Me propuso  que nos viéramos en unos días para desayunar y conversar, lo cual sucedió. De ahí en adelante nos frecuentamos.

            Aquella labor de Carlos en la Revista de la Universidad de México dejó una importante huella, pues a él se debe haber emprendido números monográficos dedicados exclusivamente a un país latinoamericano; así aparecieron inolvidables muestras de la literatura de Venezuela, Perú, Colombia, Argentina, Chile, etc.

            Más tarde volvió a publicarme otros poemas y años después, cuando fue director de Difusión Cultural de la UAM y donde fundó la revista Casa del Tiempo, seguí siendo su colaborador. Por su trabajo cultural fue conociendo a otros escritores chihuahuenses y a él debemos el habernos reunido y crear lazos de amistad. Por iniciativa de Carlos tuvimos un primer encuentro Jesús Gardea, Víctor Hugo Rascón Banda, Ignacio Solares, Joaquín Armando Chacón y yo. Al paso del tiempo ese grupo de amistad creció con los artistas plásticos Sebastián y Benjamín Domínguez, y el cineasta Gonzalo Martínez. Desde entonces tuvimos gratas tertulias en casas de Sebastián, Víctor Hugo, Solares, Domínguez y se fueron agregando otros paisanos como el obispo de Parral. Cierto día conversábamos sobre el hecho curioso de que la mayoría no nos habíamos conocido en Chihuahua, sino en la ciudad de México, cuando además cada uno había emprendido su labor artística ya con un buen camino andado. A Carlos se le ocurrió una ingeniosa explicación, dijo: “Los chihuahuenses somos como los tarahumaras: cada uno en su loma”; refiriéndose al aislamiento en que los rarámuris suelen construir sus habitaciones. En algunos medios intelectuales se comenzó a conocer la amistad que nos unía a los chihuahuenses y empezaron a bromear refiriéndose a nosotros como el “Grupo Chihuahua”.

            A las iniciativas y entusiasmos de Carlos Montemayor también se debe, por las labores que desempeñó en la SEP, haber contribuido a organizar tres importantes Encuentros de Escritores Chihuahuenses (y después los de Literatura de la Frontera Norte); donde por cierto pudimos tratar de cercas al maestro historiador y novelista, al erudito y gourmet José Fuentes Mares, con quien “el grupo” llegó a fotografiarse varias veces (yo sólo estoy en una). Otro gran maestro de filosofía (lo fue literalmente de algunos como del mismo Carlos) con quien compartimos amenas pláticas fue el italiano chihuahuense  Federico Ferro Gay.

            Las reuniones de estos chihuahuenses no rayaron en la frivolidad pero siempre compartimos risas, Carlos solía alegrarnos con sus canciones y un extenso repertorio de chistes; y sin que faltaran todo tipo de bromas, abordamos muchos temas de importante seriedad. Por ejemplo, de nuestro grupo surgió la iniciativa de fundamentar por escrito el proyecto para crear el Instituto Chihuahuense de la Cultura…

            Unido al extenso trabajo (además de su obra literaria) que Carlos realizó en la investigación y difusión de la literatura en lenguas indígenas, está el Encuentro de las Lenguas de América que dirigió a través de la UNAM. En el último, con extraordinarios poetas de diversos idiomas vivos, el público abarrotó la sala Nezahualcóyotl sin que no hubiera cupo para una persona más.

            El domingo de su fallecimiento, en la cede de la Academia Mexicana de la Lengua, mientras esperábamos darle a Carlos el último adiós, recordé que en el pasado septiembre compartimos el Encuentro Internacional de Escritores “Literatura en el Bravo”, en Ciudad Juárez, donde él recibió el muy merecido Premio Gawí Tónara (Pilares del Mundo). Después nos mantuvimos comunicados por teléfono y tuvimos algunos encuentros fortuitos, pues habitamos con cierta cercanía y seguido nos encontrábamos en un supermercado o simplemente caminando por las calles. Mi recuerdo es de un Carlos Montemayor fuerte, por eso me sorprendí cuando supe de su enfermedad, una imagen opuesta al Carlos activo, y todavía más opuesta y sorpresiva a la de su partida. Podemos aceptar la muerte como algo que definitivamente nos ha de ocurrir; pero cuando un amigo emprende ese viaje es cierto que se hace un vacío que no vuelve a ser llenado. De mis amigos chihuahuenses antes que Carlos ya se fueron Jesús Gardea, Gonzalo Martínez y Víctor Hugo Rascón… Esos vacíos se van haciendo en el corazón.

 

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