Foja de Poesía No 190: Marco Antonio Madrid

Marco Antonio Madrid

A continuación presentamos un acercamiento a la poesía de Marco Antonio Madrid. San Nicolás (1968). Ha publicado los poemarios La blanca hierba de la noche (2000) La secreta voz de las aguas (2010).

 

.

De: La blanca hierba de la noche

 

Remanso

 

El hombre pasa.

Su palabra queda temblando

un instante sobre el agua,

un instante,

después es una lágrima.

Un instante nada más,

un instante sobre el agua.

El hombre pasa.

El sol es alto en sus pupilas

y el viento robusto

en su mirada.

¿No escuchas el incesante batir

de unas olas en su sangre?

¿El canto de transitorio de las aves

surcando al memoria?

¿El reproche de unas huellas,

el antiguo rencor de sus pisadas?

El hombre pasa.

El sol se apaga

dejando un remanso de sombras

en sus labios

y no hay sueños,

ni mundos que pueda redimir,

ni credos que lo salven.

Tan sólo hay una herida

que sangra en su costado,

y sus palabras,

lágrimas disueltas sobre el agua.

 

 

 

 

Heráclito

 

Inútil fue ese río

donde una misma agua

no mojó dos veces tus talones.

¿No escuchaste el rumor del viaje

entre la arena?

El tiempo es un acero

que se abre paso entre las rocas.

Pero otra es el agua, viejo Heráclito,

donde fue una con el polvo

vuestra sangre.

 

 

 

 La noche, el mar

 

Cierra tus ojos… Ahora ves la débil luz
junto al muro aquel
donde un día creció la buganvilla,
y  no sabes si es el ahora el que yace
sobre el duro cimiento o es otra la tarde
que obstinada se aferra al recuerdo.
 
Afuera el tiempo trae cenizas,
hondos caminos, aves que emigran
hacia un cielo distinto.
Afuera el san juan y su lluvia amarilla
de pétalos recorre la tierra.
Los ríos de voz tempestuosa y el viento
que cruje entre los juncos del delta.
 
Afuera la noche y el mar, la barca
en las aguas como una voz rasgando
el silencio, leve como un susurro,
leve como un lamento.
La noche y el mar, la barca
en las aguas como una voz rasgando
el silencio, leve como un susurro,
leve como un lamento.
La noche y el mar, en lo alto las estrellas
como el reflejo de otro mar en su recuerdo.
 
Dónde está la barca de Ulises, el herido ojo del
cíclope, el oro de la verde Ítaca sepultado en la
urna de agua y ceniza.
Abres los ojos… Por tu barca  pasa la noche,
el tiempo.

 

 

 

 

Agua de mar

 

Cuando tú llegaste ya estaba la colina

y el verano se ocultaba entre las hojas.

Tus ojos tan sólo contemplaron la feliz

extensión del heliotropo bajo la sombra

fiel de aquellos árboles.

Era abril y la luz de un nuevo sol

colgaba lacia entre las horas…

Pero qué viento fue ese, qué agua de mar

sosegada en los labios.

Dicen adiós y los remos crepitan,

dices adiós y los remos crepitan,

dices adiós y los remos se hunden

en el torbellino azul de las aguas.

Después los caminos, las espina

en la sangre, los días de incontables

arenas, las lluvias y la huella de un hombre

sobre el limo del tiempo, las noches

aciagas, al sombra escarpada y el labio

silente, la carne que crece con la eterna

soledad de lo humano.

Hoy recuerdas un rostro como una imagen

reflejada en las ondas, el niño de donde

escapó dejando un sol en sus manos,

y manchado por la última memoria

de la infancia, lejos como las balsas

bajo la quieta mansedumbre de las aguas,

recuerdas esa hoguera donde la voz

evoca del triste fuego

la dulce arcilla de lo amado.

 

 

 

 

 

Más allá de las furias 

 

En vano será el afán de buscar otros nombres. De una vez para siempre

es Orfeo quien canta. Viene y se va. (Rainer María Rilke)

 

Habrás llegado tú, tierna Eurídice,

limpia ya de toda sombra.
 
Habrás llegado a palpar las llagas del vencido.
 
En las frías alamedas, mi cabeza
es tan sólo la lejana contemplación de algún astro.
 
Me defiendo de la noche
tratando de esquivar la marea de esas hojas
que el viento arrastra hasta mis ojos;
el agua estallando en la osamenta del mundo
es tan frágil en mis huesos.
La lluvia cae, y mi mano
roza la piel de algún camino.
Nada soy entre infectadas amapolas,
sobre esta corriente humana
que se hunde en el tedio de la urbe.
Entre el asfalto y la vendimia,
sobre la crueldad del frío mármol,
no escucharé el dulce canto de la lira.
 
El fuego lunar de las Ménades ha gastado estos muros,
devastado los imperios.
Muero y sueño junto al rumor espeso de los siglos.
Muero en el sueño de esa boca núbil
que ardorosa remonta la corriente
y me llama y me sueña.
 
El amor une en ti mis pedazos, tierna Eurídice,
limpian ya de toda sombra.

 

De: La secreta voz de las aguas

 

 

 

Desdémona

 

A Juan Ramón Molina

 

No despiertes, Desdémona.

Deja el amor volver a sus orígenes

como el vuelo pequeño de las aves o como la brisa

de una llama inexpugnable.

No despiertes, aquí tan sólo hay arenas.

Arenas para el tálamo insufrible, arenas para el reino,

arenas insaciables. Sí, sólo arenas tan vastas como el mar.

 

 

 

 

 

Tierra yerta

 

Nada encontrarás en este pecho.

Nada sino el picotazo atroz

con que la tierra sepulta una leve sombra.

El polvo homicida de viejas estaciones.

La infame huella que los siglos dejan

sin una lágrima.

¿Qué canto amanecerá atestando mis labios despiadados?

¿Qué viento encenderá la higuera

                                    /redimiendo mis cenizas?

Mas algo de mí habrá en ti, algo de mi voz habrá

                                               /en tu voz.

Frágil,

tenue,

una sílaba nos nombra

junto a ese mar que vomita soledades.

 

 

 

 

 

Daguerrotipo para un recuerdo

 

Diciembre es un río que viene de lejos,

                                               /no sé de qué alegría,

no sé de qué color.

Nos trae su agua milagrosa. Nosotros lo llenamos

                                               /de pesebres,

de cometas y veleros que navegan hacia el sol.

Diciembre es un árbol de hojas pequeñas,

es un dulce y un pan pero también es la soledad

del que aguarda junto al frío

con un largo vaho de alcohol en su corazón.

Diciembre es el aroma de la pólvora en la niebla,

es una vitrola con una vieja canción.

“Ya se va diciembre, ya es año nuevo”.

Diciembre es una multitud: la anciana reza

                                               /el niño llora…

Unos jóvenes bailan, alguien canta mientras otro

Apura un vaso de licor. Diciembre es el hondo abrazo

del que vuelve de un lugar remoto manchado de nostalgia

                                               /y soledad,

es la medianoche anunciada con un sonido de campanas

                                               /atenuadas

por el estallido de la pólvora en un cielo de color.

En esa multitud hay gritos, promesas

                                   /palabras exultantes…

Con esa multitud compartes la esperanza.

En esa multitud cambiante está tu rostro, está tu voz.

“Y sientes que se acaba todo, que se va la vida,

                                    /que se van los años,

que se va diciembre”. La vitrola no para de sonar.

Ayer un hombre enterró a su hijo muerto. Hoy a solas

                                                           /lo ven llorar.

El viento de la noche arrecia.

La garuba cae sin cesar.

 

 

 

 

Fábula

 

Llega la tarde y duerme un poco su luz entre las hojas

                                                                       /del patio.

En ella están el canto, la fábula y la memoria primera

                                                                       /del ave,

la condición terrestre del hombre y el claro olor de un sol

aún verde en los naranjos, los caminos abriéndose paso

entre las zarzas del tiempo, la negra piedra de oscura lava,

el río, la montaña. El principio y el fin, las aguas

                                                                       /que pulen

insomnes el duro mineral de su origen.

 

 

 

 

Nocturno

 

Viejo candil, a esta hora,

en tu llama,

reposa la noche.

 

 

Datos vitales

Marco Antonio Madrid. San Nicolás, Santa Bárbara, Honduras. 1968. Licenciado en Letras con especialidad en Literatura. Ha publicado los poemarios La blanca hierba de la noche (2000) La secreta voz de las aguas (2010), además ha aparecido en la sección literaria de periódicos y revistas de Honduras y México.  Ha sido incluido en diferentes antologías de poesía hondureña y es una de las voces más profundas de la literatura hondureña.

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