Reseñario de poesía: algunos tantos libros del 2011

Iván Cruz Foto Álvaro Solís

El poeta Iván Cruz (1980) nos ofrece su lectura respecto a lo más representativo en poesía durante 2011 en México. Cruz ha inaugurado, junto a Mijail Lamas, un nuevo espacio para la reflexión y la crítica: “La estantería. reseñario de poesía”.

 

 

 

 

Algunos tantos libros del 2011

 

 Las formas y los medios de explicar el mundo se multiplican cada día: los gobiernos explican…, los indignados explican…, la televisión explica…, la radio explica…, internet y sus cientos de miles de sitios explican…; además parece que, según las filiaciones, todo es creído, que todo se asume en la más estricta inopia. Si como el poeta Charles Simic (Belgrado, Yugoslavia, 1938) apunta la poesía “siempre será el concierto de gatos bajo la ventana del cuarto en el que se escribe la versión oficial de la realidad”, resulta innegable que la poesía continúa siendo la acompañante incómoda de la realidad y de la Historia. No creo que la poesía sea el rostro de la Verdad de la realidad, pero sí aquello que problematiza esa realidad. Bajo este precepto concibo a los libros de poesía que destaco del 2011.

 

 

En primera instancia resalto la aparición del primer tomo (1 de 4) de Cuerpos (CONACULTA, Col. Práctica Mortal, 2011) de Max Rojas (Ciudad de México, 1940). A raíz de la publicación de Cuerpos uno: Memoria de los Cuerpos (Verso destierro/Asociación de Escritores de México A.C., 2008), que derivó en la obtención del Premio Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer 2009 para obra publicada, comenzó un interés generalizado por la obra de este autor que había permanecido en la sombra y en el silencio poético desde que concluyó su poemario Ser en la sombra en 1975 hasta la aparición del citado Cuerpos uno en 2008. Cuerpos es un poema que no puede ser adscrito a una tradición de poesía, no hablamos de un poema de la tradición poética mexicana, ni siquiera latinoamericana, podríamos encontrar la fuerza, experimentación de lenguaje y neologismos cercanos a César Vallejo, el tratamiento crítico, desgarrado e irónico cercano a Efraín Huerta y Renato Leduc, pero tampoco es esto al cien por ciento, es casi imposible negar que Cuerpos está trazando su propia tradición, el poema es autoreferencial, construye un propio universo de símbolos y significaciones. A medida que avanzamos en los versos, observamos una propia cosmogonía de fantasmas, voces, ecos, que aparecen de un momento a otro, oraciones inconclusas, que siguen siendo inconclusas y sólo se alargan, y es allí cuando cobramos conciencia del entramado, del juego de significar y no. Reflexiones desde la filosofía sobre la existencia toda y que se arroja al arrabal y regresa al lenguaje sacro a través de arcaísmos y escapa hacia el mundo perdido de la lujuria. Un poema totalizador que ha llegado más lejos que la sola nostalgia de la muerte o el hastío de la vida. Sin lugar a dudas estamos ante la presencia del libro de poesía más notable en lo que llevamos del siglo XXI.

 

 

El siguiente libro que destaco es Obra Primera 1958-1986 (Malpaís ediciones, 2011), también de Max Rojas. Este volumen reúne los dos únicos libros que había publicado Max, hasta antes de Cuerpos, los cuales le dieron una fama de fotocopias y mimeógrafo, y que lo convirtieron en un poeta de culto, se trata de El turno del aullante y Ser en la sombra, además de tres fragmentos de Vencedor de otras batallas, novela que Max comenzó a escribir a finales de los años 60 y que sigue en producción. Tanto El turno del aullante (1971, 1ª. Ed.) como Ser en la sombra (1986, 1ª. Ed.) han sido revalorados como obras imperdibles de nuestra poesía actual. No es gratuito que este fenómeno ocurra entre los jóvenes, y no lo es porque la poesía de Max Rojas lejos de verse como una poesía del pasado, en parálisis, se percibe como una obra fresca, cercana, en movimiento. El grito de desamor, de derrota, en El turno del aullante, “nadie camina subiendo la escalera, no vendrá nadie, /sólo tu soledad que sube crujiendo en tu esqueleto /sólo tu soledad crujiendo en tu esqueleto, desbaratado el grito”, y la anoréxica-lóbrega oración de desesperanza de Ser en la sombra, “Algo cruje; ciertamente algo cruje. /Madera o mundo o muerte ya cansada /cruje”, son estandartes poéticos actuales, donde los lectores jóvenes se miran y se reconocen.

 

 

En tercera instancia resulta notabilísima la edición de En el pico de la garza más blanca. Obra reunida (CONECULTA de Chiapas/Universidad Autónoma de Chiapas, 2010) de Joaquín Vásquez Aguilar (Cabeza de Toro, Chiapas, 1947-1994), que por primera vez reúne la obra del llamado “Quincho”. El libro más reconocido y celebrado en su momento por la crítica fue Vertebras (FCE, col. Letras mexicanas, 1982), la cual se destacó como una obra singular de su época. Se trata de una edición crítica, estrictamente realizada por José Martínez Torres, Antonio Durán Ruiz y Yadira Rojas León, en donde no se escapa hacia la confusión o la ambigüedad ningún poema. Además, del poeta se incluye un ensayo sobre César Vallejo y varios artículos, asimismo una entrevista que le hizo la poeta Elva Macías, y testimonios de gente cercana a Quincho. Con esta publicación se trata de dar marco preciso a una obra originalísima dentro de nuestras letras.

También destaco la aparición de Simulacro de sortilegios (CONACULTA, Col. Práctica Mortal, 2011) de  Emilio Adolfo Westphalen (Lima, Perú, 1911-2001), que por primera vez, quizá desde que el Fondo de Cultura Económica publicó en 1980 Otra imagen deleznable, permite al lector mexicano encontrar la obra poética directamente de uno de los grandes poetas de nuestra lengua. En el marco de los 100 años de su nacimiento surge esta antología que reúne el corpus esencial de una obra destinada a la transgresión.

 

 

El siguiente libro que me parece notable es Paria (Ediciones Sin Nombre, 2011) de José Vicente Anaya (Villa Coronado, Chihuahua, 1947), este libro finaliza la trilogía de libros de viaje que inició con el célebre Híkuri, y continuó con Peregrino. En Paria nos encontramos con la continuidad del viaje, de la búsqueda de respuestas, no en el mismo camino físico sino a partir de ese camino hacia dentro, hacia el espíritu. En cuanto a la forma, Anaya busca el poema en prosa, encontrando referente en los poemas en prosa de Baudelaire, el lenguaje se ciñe a lo que se observa, a la audacia de una crítica directa de la realidad y la necesidad de buscar en las entrañas místicas de la cultura milenaria tarahumara una vuelta al origen.

 

 

Por otra parte, lejos de los reflectores que históricamente ha tenido la lengua Náhuatl o la lengua Maya o incluso la Zapoteca como lenguas poéticas, la lengua Ñuu Savi (Mixteca) ha emprendido un viaje, en los últimos años, hacia la difusión de su forma de expresión poética entre los hablantes del español. Una de las voces que más presencia ha dado a la poesía escrita en la lengua Ñuu Savi es Carlos España o más bien Kalu Tatyisavi. En su segundo libro: Savi Iya Kuaa ―Lluvia nocturna― (edición de autor, 2010), el autor parte una gota de agua, sacude la humedad espiritual de los ancestros al referirse a Savi, el destinatario, el personaje ancestral de la región que vive en la palabra.

VIII
es un decir que la humedad viene de noche,
quisiera escribir que el agua no retorna
solamente toma su espacio
en el río donde navegamos,
cuántos ojos verán los niños en la fiesta de la nieve?
tras la insistencia de la memoria
mueve sus pestañas Savi
             Savi Iya Kuaa ―Lluvia nocturna― es un libro que conmueve, que trasciende los sentidos del lector, no hay la obsesiva búsqueda de originalidad que reina en la poesía mexicana reciente, sino una poesía que se vivifica en la voz originaria, en la voz del logos; poemas que buscan  cambios de tono que van desde la celebración seria hasta el relajo. Un libro afanosamente trabajado, de una unidad impecable como pocos en el mercado actual, y que abre la puerta para que la poesía escrita en lengua indígena deje de ser para muchos críticos y escritores un apéndice de la poesía mexicana.

 

Finalmente El Edén Subvertido. Poemas de la Revolución mexicana, prólogo y selección de Miguel Capistrán y Pável Granados (Jus/UANL/INBA/CONACULTA, 2010) nos presenta por primera vez una colección de poemas que tienen como tema la revolución mexicana, no sólo desde los primeros poemas que alentaban a la lucha o describían cuadros costumbristas de la vida en la bola, sino también momentos posteriores en el análisis crítico como en Carta abierta a la revolución y Revolución de Miguel N. lira, y El Presidente de Jorge Hernández Campos. El presente volumen nos da una serie de poemas y de autores para muchos inéditos, pero el valor de este trabajo no se queda allí, ya que se rescata una etapa poética que se creía inexistente en la crítica nacional, que se limitaba al estudio de la Novela de la revolución; un trabajo que quizá tuvo como antecedente Poesía proletaria (Claves latinoamericanas, 1986), preparada por Xorge del Campo. Se trata de un libro necesario para la comprensión de la poesía mexicana realizada en los años de la revolución y posteriormente.

Los libros citados anteriormente son a mi consideración lo más relevante que leí durante 2011 y que como explique al inicio problematizan no sólo a la poesía, sino a nuestra realidad.

 

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