Pura lógica, libro de aforismos de Benjamín Prado

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Benjamín Prado (Madrid, 1961) ha compilado, este 2012, 500 aforismos que han aparecido bajo el sello de Hiperión, con edición y epílogo de Julio César Galán. Alí Calderón reseña el libro y explica por qué Benjamín Prado es quizá el poeta más contundente de la lengua española en nuestros días.

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Pura lógica de Benjamín Prado

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Benjamín Prado (Madrid, 1961) es uno de los escritores (poeta, narrador, ensayista y biógrafo) más vitales, prolíficos y de mayor calidad en la literatura española contemporánea. Pura lógica, el libro que aquí nos reúne, es una recopilación de quinientos aforismos que fue publicada este 2012 en Hiperión con la edición y el epílogo de Julio César Galán.

Antes que un mero volumen de aforismos, Pura lógica es una suerte de poética, muestra entre sus páginas la manera en que Benjamín Prado entiende la literatura y opera en ella. Muchas de estas líneas no fueron escritas expresamente como aforismos sino que son tomadas de las novelas, los ensayos y los poemas de Prado. De ahí el tono sentencioso de sus poemas, de ahí la sensación de contundencia tras su lectura. Pero ¿cuál es esa poética? Me parece que, esencialmente, se trata de una búsqueda del hallazgo poético, una caza de epifanías, algo semejante a lo que el zen llama “satori” y que podría llegar a identificarse con el chispazo del insight.

Bajo el nombre genérico de “aforismos”, estos textos podrían ser llamados también ensayúsculos, proverbios, sentencias, poemínimos y, desde luego, epigramas. Es así que estos quinientos textos comparten ciertos rasgos, algunos dirían códigos de género: la economía verbal, el tono sentencioso, la capacidad de síntesis, la contundencia y, sobre todo, la “sal”, aquello que los latinos llamaron argutia y los preceptistas de los Siglos de Oro “agudeza”, es decir, esa vuelta de tuerca que un texto necesita para funcionar, para lograr la emergencia de la maravilla.

Los aforismos de Benjamín Prado son ejemplares en tanto se valen de muy diversos medios para alcanzar esa epifanía. Sobresalen, entre tantos aforismos que hay actualmente en la lengua española, por dos motivos: el virtuosismo técnico de su realización y el pensamiento poético que los sustenta. Pensemos brevemente en sus procedimientos. La paradoja es el más usual y, al menos de la Antología griega a nuestros días, el más efectivo. Prado la emplea de modo casi insuperable. Escribe por ejemplo: Olvidar tus derrotas te volverá invencible o A veces uno duda que el hombre descienda del mono: es imposible que algunas personas vengan de tan arriba. O este otro con cierto sabor a maledicencia que nos hace recordar a Marcial: Desde que te conozco, no quiero saber quién eres.

En otros momentos, la sinestesia es la llave de lo poético: El eco del disparo puede reabrir la herida. Esa mordacidad y burla encubiertas se valen a veces de la gradación y la fuerza de la plasticidad. Es así que escribe: el cobarde desata lo que el valiente rompe.

Hay un procedimiento en los aforismos de Prado, centrado ya en la manera de trazar el pensamiento poético, que me parece muy interesante en tanto juega con las posibilidades del tiempo y del espacio. Es una especie de concreción de lo inasible o un desvanecimiento de lo concreto. Escribe: A menudo ya es demasiado tarde. A menudo cuando aprendes a tragarte el sable el circo ya está en otra ciudad. O este otro aforismo: Lo que no ha sucedido también tiene su historia. O incluso el siguiente: Quien retrocede atrasa la derrota.

A lo largo de las páginas de Pura lógica hay tres obsesiones que vertebran y dan sentido al libro: la ética, la poética y la definición. Iniciemos con esta última. Benjamín Prado, en su búsqueda del hallazgo, suele definir el mundo y sus palabras claves desde la metáfora y esa visión algo desencantada, desencajada y mordaz que lo caracteriza. Es así como escribe:

–       La paradoja es un pájaro / capaz de volar a la vez en dos direcciones.

–       Los enemigos son un buen sistema de medida.

–       El despertar es una metáfora del sueño.

–       Perdonar es, a veces, un modo de vengarse.

–       La envidia no es más / que la admiración de los mezquinos.

La poética es el otro tema que obsesiona a Prado y que sale a flote constantemente en estos aforismos. De raigambre clásica, estos textos dan brillo a la crítica y nos explican qué es la poesía, qué es la literatura, cómo se escribe:

–       Las palabras tachadas también son una parte del poema,/ lo mismo que las horas del sueño también son / una parte del día.

–       Escribir un poema es como armar un puzzle / un poema es poner cada cosa en su sitio.

–       Escribir es querer cazar lo inalcanzable.

Pero creo que el tema más importante de Pura lógica es el de la ética, tan próximo al tono de la sentencia. Es aquí donde el aforismo, el proverbio, el refrán se vuelven, efectivamente, evangelios chiquitos, casi consignas de compromiso frente al mundo. Benjamín Prado escribe:

–       El amor es un juego / Si no es a cara o cruz, no merece la pena.

–       Sólo existen dos maneras de ser absolutamente feliz: / hacerse el idiota o serlo.

–       Huir al sitio equivocado es seguir estando preso.

–       Mentir a alguien es transformarlo en un desconocido.

La lectura de Pura lógica es un buen camino para pensar la obra, en general, y la poesía, en particular, de Benjamín Prado. De Port Bou a Cabo San Lucas y de Washington a Ushuaia, no conozco hoy en nuestra lengua a un autor de versos tan contundentes como los suyos. En la Boston Review de este mes, Marjorie Perloff, una de las figuras centrales de la crítica norteamericana actual, afirma que la poesía contemporánea es aburrida, muy uniforme, muy igual. Y tiene razón. Sin embargo, encontrar libros como Pura lógica, donde acontece muchas veces el encuentro feliz entre la búsqueda y el hallazgo es, para los lectores, un destello en la oscuridad del tedio.

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